El techo de chapa del kirchnerismo

Adam Dubove

Según datos del último censo, entre 2001 y 2010 la población en las villas de emergencia aumentó un 50%. Mientras que en ese período la población de la Ciudad de Buenos Aires subió un 9%, la población de las villas 31 y 31bis, ubicadas en el barrio de Retiro, se incrementó en un 100%. Estos datos contrastan con la idea de una “década ganada” y mucho menos se tratan de señales de progreso en la solución de los problemas que enfrentan los habitantes de las villas porteñas.

Sin embargo, la interpretación de Cristina Fernández de Kirchner acerca de este fenómeno es contraria a toda lógica. Ya en el año 2010 había señalado, en relación al crecimiento de la Villa 31, que “la transformación que ha experimentado este espacio, que se traduce en ladrillos, en construcción de mampostería, en chapas, implica y expresa la profunda transformación que ha tenido el país en estos años”.

La única alternativa posible para comprender el porqué de la interpretación de CFK respecto de la evolución de las villas es creer que todos aquellos que comenzaron a vivir allí se encontraban anteriormente en un nivel de pobreza todavía más bajo. Esta línea de pensamiento puede ser verdad, y es probable que haberse mudado a una villa de la Ciudad de Buenos Aires haya mejorado el nivel de vida de muchos que antes vivía en parajes en zonas rurales, o en situaciones precarias en sus provincias o en otros países. Pero, al mismo tiempo, para muchos, la posibilidad de vivir en una villa de emergencia representa el máximo nivel al cual pueden aspirar. Estándares de vida que nunca hubiesen sido aceptados por las primeras camadas de inmigrantes que recibió este país.

La existencia de estos asentamientos, y su expansión, nos indican la presencia de graves problemas en materia de acceso a la vivienda e infraestructura. Por un lado, la falta de acceso al crédito producto de la política inflacionaria del Banco Central, la falta de confianza en los bancos, y la falta de los marcos institucionales adecuados para que aumenten las posibilidades de obtener créditos a largo plazo son responsables de la permanencia de las villas. Por el otro, la falta de títulos de propiedad, y la negativa del Gobierno Nacional de otorgarle títulos de propiedad a aquellos que puedan demostrar la legitimidad de su reclamo es otro gran desincentivo que obstaculiza una pronta resolución a la cuestión de las villas.

Esta semana, en el marco de una videoconferencia con la ministra de Producción, Debora Giorgi, y directivos de la empresa proveedora del televisión satelital DirecTV, CFK destacó como un hecho positivo la cantidad de las antenas características de esta empresa ubicadas en los techos de las villas de la Ciudad. La jefa del ejecutivo definió la presencia de las antenas satelitales como una “mejora en la calidad de vida”. Así es, en un contexto de hacinamiento y de viviendas sin infraestructura básica rescata la existencia de antenas para ver televisión.

La proliferación de antenas satelitales no se debe a ningún plan gubernamental. La oferta de DirecTV para las familias de menores recursos resultó cautivante, y hoy ese sistema está masificado en esas zonas de la Ciudad.  El surgimiento de dos colegios privados en la villa 31 no es una sorpresa teniendo en cuenta la paupérrima calidad de la educación pública estatal. Todos los padres quieren enviar a sus hijos al mejor colegio dentro de sus posibilidades, y entre los sectores más desaventajados esta tendencia se repite.

Las villas de emergencia no son un problema de difícil resolución. Tal como lo demuestra un trabajo publicado por la Fundación Libertad y Progreso, en el barrio de La Cava, en San Isidro, la ausencia de títulos de propiedad “no impide la transferencia de la posesión, aunque no permite la existencia de crédito y desalienta la inversión”. Esto no quiere decir que, como explica el economista Martín Krause, la asignación de derechos de propiedad sea la solución más óptima para comenzar a resolver el problema de las villas miseria. Así y todo, la ausencia del Estado en las villas no ha desatado el caos, y los vecinos han consensuado formas de organizarse.

El incremento de la población en los asentamientos de la Ciudad de Buenos Aires será una de las cuestiones que deberán explicar los funcionarios kirchneristas que festejan “la década ganada”. Aunque considerando las declaraciones de Cristina Kirchner tal vez se trate de una década ganada, y sea la vida en la villa de emergencia a lo que debemos aspirar los argentinos.