Un troyano en la ciudad

En el marco de la campaña para las elecciones de la ciudad de Buenos Aires, el Partido de la Red llevó su Caballo de Troya a la puerta de la Legislatura. En la historia clásica, los griegos usaron el caballo como una estrategia para penetrar en la Troya fortificada. Una vez adentro, Ulises y los suyos abrieron las puertas de la ciudad para que quienes estaban afuera pudieran ingresar. Nuestro “Caballo de Troya” es una metáfora del objetivo primordial del Partido de la Red: que a la legislatura entremos todos. El mismo recorrerá los barrios y llenará su vientre con las ideas de miles de ciudadanos que creen que es hora de que la democracia se transforme y los incluya.

Con vistas a las elecciones del 27 de octubre, el Partido de la Red propone al electorado un contrato: de resultar electos, nuestros legisladores votarán en esta Legislatura de acuerdo a lo que la ciudadanía decida sobre cada proyecto de ley a través de una plataforma digital. Creemos que la democracia que tenemos nos condena a la apatía: nos hace votar un día y nos manda a casa todos los demás. La democracia no consiste en tener que elegir cada dos años entre peores alternativas para crear poder.

De hecho, el Artículo 1 de la Constitución de la Ciudad establece que sus instituciones se organizan como “democracia participativa”. Sin embargo, las instituciones establecidas (audiencias públicas, presupuesto participativo, referéndum, las comunas, entre otras) cuentan con bajo conocimiento público y por ende llevan a una menor participación. Se organizan como farsas-protocolares que cumplen los procedimientos formales, pero mantienen cerradas las compuertas para la participación. Continuar leyendo

La democracia que tenemos y la que podemos tener

La Democracia tiene que ver con un estilo de vida que aprendemos a practicar. Sin embargo, algunos políticos profesionales la entienden sólo como un sistema: algo así como un conjunto de instituciones, de determinadas características, a través de las cuales se crea determinado orden y se organiza nuestra convivencia.

Esta confusión no parece tener relación con este siglo. De hecho, la idea de “democracia como sólo-un-sistema” se impuso en el siglo XIX por su pragmatismo, como mal menor ante las únicas alternativas que se contemplaban entonces: el absolutismo o la anarquía demagoga.

En ese marco los partidos políticos mostraron los mismos defectos de otras instituciones de épocas precedentes: se transformaron en máquinas de reparto de cargos, en asociaciones oligárquicas organizadas para la eficacia en su competencia por el poder.

El mismo esquema se sigue presentado ante nosotros pero cada vez menos anclado, casi cosificado. Así, no podemos seguir pensando que la Democracia es tener que elegir cada dos años entre peores alternativas para crear poder, cuando en realidad, hablamos sólo de un método para legitimar poder que, como tal, no logra establecer mejores opciones para la sociedad en su conjunto.

Hoy, esta representación indirecta supone un voto de confianza con escasas garantías. Esta democracia nos condena a la apatía: nos hace votar un día y nos manda a casa todos los demás. Este sistema nos encasilla, nos congela, durante dos años.

El Artículo 1 de la Constitución de la Ciudad establece que vivimos en una “democracia participativa”. Sin embargo, las instituciones establecidas (audiencias públicas, presupuesto participativo, referéndum, las comunas, entre otras) cuentan con bajo conocimiento público y menor participación. Se organizan como farsas-protocolares, que cumplen los procedimientos formales, pero mantienen cerradas las compuertas para la participación.

En el Partido de la Red creemos que las nuevas tecnologías nos pueden ayudar a mejorar la calidad de la democracia representativa que tenemos. Por eso, queremos incorporar Internet a la política, no como un simple medio para comunicar, sino como una metodología de participación ciudadana constante.

Sabemos que nuestras vidas cambiaron estos últimos años: la llegada de las nuevas tecnologías multiplicaron las ideas y los puntos de vista a muy bajo costo. Consideramos que hoy es posible convertir a cada ciudadano en un intérprete autorizado de sí mismo.

Se trata de innovar, de romper la lógica del supermercado de oferta acotada y mediocre de esta democracia estancada, que nos fuerza a elegir y debatir personas en lugar de ideas. Se trata de ampliar la Democracia que tenemos, de complementarla, de darle nuevos momentos. Se trata de brindar instancias posibles para que los ciudadanos pasemos de ser espectadores a ser actores de nuestro destino.