La inmoralidad del socialismo

Los sistemas sociales en última instancia debe ser juzgados por sus fundamentos éticos, es decir, por su capacidad de respetar la dignidad del ser humano, por la consideración a las sagradas autonomías individuales y, por consiguiente, a las mejores condiciones de vida posibles en este mundo, espirituales y materiales según sean las preferencias de cada cual dada la liberación máxima de las energías creativas.

Los socialismos en cualquiera de sus variantes significan quitar en mayor o menor medida la libertad de las personas por parte del monopolio de la fuerza que llamamos Gobierno. No tiene sentido alguno hablar de moral cuando no hay libertad. No es moral ni inmoral aquel acto que se realizó por medio de la violencia y es pertinente recordar que la libertad significa ausencia de coacción por parte de otros hombres. No es correcto extrapolar la idea de libertad en el contexto de relaciones sociales a otros campos como la biología o la física.

Como hemos subrayado antes, no se deja de ser libre en el sentido de las relaciones sociales cuando se comprueba que hay personas que alegan que no son libres de bajarse de un avión en pleno vuelo o de ingerir arsénico sin sufrir las consecuencias, ni son menos libres los que están aferrados al tabaco. En este contexto, carece de significación sostener que los pobres no son libres para comprarse un automóvil de lujo, con lo que se confunde la idea de la libertad con la de oportunidad. Sin duda que el lisiado no puede ganar una competencia de cien metros llanos, pero esto nada tiene que ver con la libertad en el contexto de las relaciones sociales. Continuar leyendo

¿Qué son los héroes?

Personalmente no me gusta la expresión “héroe”, porque está manchada de patrioterismo y atribuida generalmente a personas que en realidad han puesto palos en la rueda en las vidas de su prójimo. Por otra parte, Juan Bautista Alberdi escribió en su autobiografía: “La patria es una palabra de guerra, no de libertad”, puesto que hay otras formas de expresarse menos pastosas para referirse al terruño de los padres.

El manoseo creciente de las palabras “héroe” y ”patria” ha hecho que se desfiguren y trastoquen. La primera, según el diccionario, es la “Persona que ha realizado una hazaña admirable para la que se requiere mucho valor”.

Me inspiró esta nota una parte de uno de los libros de John Stossel (No, They Can´t), preocupado porque la mayoría de la gente relaciona a los héroes con políticos y militares. El autor aclara que esos en general han manipulado vidas y haciendas ajenas, por lo que para él los verdaderos héroes son pioneros y empresarios creativos y los intelectuales de la libertad, que han contribuido enormemente a mejorar la vida de todos.

Señalo que esto que apunta Stossel tiene una larga tradición que descubrí que comienza de manera sistemática con el decimonónico Herbert Spencer en su libro titulado El exceso de legislación. En esta obra, Spencer despotrica muy fundadamente contra los aparatos estatales que destrozan autonomías individuales y subraya la arrogancia de gobernantes, a pesar de que: “Todos los días registra la crónica algún fracaso, todos los días reaparece la idea de que no hace falta más que una ley del Parlamento y una tropa de empleados para llevar a cabo un fin cualquiera apetecido”. Agrega: “Siempre he estado predicando el desengaño: no pongáis vuestra confianza en la legislación”. Continuar leyendo

La reputación no se obtiene por decreto estatal

Muchas veces por error se piensa que los aparatos estatales son garantía para la calidad en la prestación de servicios y en la compraventa de bienes. Sin embargo, como se ha señalado desde Adam Smith, los intercambios comerciales en gran medida se basan en los fuertes incentivos presentes en la sociedad abierta que permiten lograr los objetivos.

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