A raíz de Felipe González en Venezuela

A pesar de algunas de las ideas patrocinadas en su momento por el ex presidente del gobierno español y a pesar de algunos desaciertos y problemas que tuvo su gobierno, es necesario destacar las valientes y sumamente oportunas declaraciones de Felipe González en Caracas y luego en Madrid. “Venezuela es un país en proceso de destrucción” es lo menos que ha dicho el ex mandatario español a lo cual agregó que “Podemos hace de monaguillo de Maduro”.

Son muchos las destacadas personalidades de muy diversos rincones que se muestran grandemente preocupadas por la situación venezolana. Mario Vargas Llosa acaba de concluir también, esta vez en la Universidad de Alicante, que “el país [Venezuela] se va deshaciendo por sus políticas” a lo que sumó el magnífico artículo titulado “La Venezuela que dejó al desnudo Felipe”. Por mi parte, quiero ahora introducir otro aspecto a las referencias de la catástrofe venezolana como las apuntadas, para marcar la necesidad de una revisión y corrección de la brutal desfiguración del concepto de democracia. Continuar leyendo

Recorrido intelectual de Vargas Llosa

Uno de mis proyectos aún no ejecutados consiste en invitar a varios de mis amigos, con algunos de los cuales he hablado en borrador, ex-marxistas y ahora formidables liberales para que escriban sobre sus respectivos tránsitos intelectuales y recopilar esos documentos en un libro (y no digo tránsitos ideológicos, porque esta palabreja en su acepción más difundida implica algo cerrado, terminado e inexpugnable, lo cual es la antítesis del liberalismo y de todo conocimiento que es por definición provisorio y abierto a refutaciones tal como nos enseña la visión popperiana).

Esta idea es naturalmente en interés personal al efecto de percatarme de cuáles han sido los autores, las obras y las ideas que los atrajeron cuando eran socialistas, cuales fueron las que los incitaron al cambio y finalmente cuales las que primeramente los atrajeron del lado liberal.

Esto es lo que en cierto sentido ha hecho muy resumidamente Mario Vargas Llosa en su reciente presentación Mi trayectoria intelectual, una conferencia suya titulada “Mi trayectoria intelectual: del marxismo al liberalismo”, pronunciada en el Institut économique de Montréal un año antes de la publicación a que hacemos referencia, también en francés y en inglés en la misma edición. Continuar leyendo

Un libro de Carlos Fuentes

Hasta antes de leer la obra que comentaré a continuación, pensé que en el género de la ficción había una tríada que representaba bien los problemas del poder político: Señor presidente de Miguel Ángel Asturias, La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa y Yo, el supremo de Roa Bastos. Ahora me doy cuenta que se trata de un cuarteto (hacemos una analogía) que se completa con La Silla del Águila de Carlos Fuentes.

En este trabajo de Fuentes, si bien la trama está referida a México, en última instancia alude a las características de todos los gobiernos. Le encuentro cierta similitud con El príncipe de Maquiavelo. En este caso, se suele condenar al autor de perverso cuando en verdad estaba describiendo lo que ocurre en los pasillos del poder. Así, por ejemplo, escribe Maquiavelo que “podría citar mil ejemplos modernos y demostrar que muchos tratados de paz, muchas promesas han sido nulas e inútiles por la infidelidad de los príncipes, de los cuales, el que más ha salido ganando es el que ha logrado imitar mejor a la zorra. Pero es menester respetar bien ese papel; hace falta gran industria para fingir y disimular, porque los hombres son tan sencillos y tan acostumbrados a obedecer las circunstancias, que el que quiera engañar siempre hallará a quien hacerlo”. O cuando se lee que el gobernante “debe parecer clemente, fiel, humano, religioso e íntegro; mas ha de ser muy dueño de sí para que pueda y sepa ser todo lo contrario […] dada la necesidad de conservar el Estado, suele tener que obrar contra la fe, la caridad, la humanidad y la religión […], los medios que emplee para conseguirlo siempre parecerán honrados y laudables, porque el vulgo juzga siempre por las apariencias”.

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