Programa político para el año verde

A continuación propongo algunos puntos para cuando la faena educativa sea de tal magnitud que gran parte de la población entienda y acepte el significado de vivir en una sociedad libre donde el respeto recíproco resulte la columna vertebral, por lo que nos habremos liberado de tecnócratas y megalómanos cuya morbosa fascinación consiste en manejar compulsivamente vidas y haciendas ajenas.

Al hacer desaparecer instituciones que sirven para atropellar derechos individuales, se libera a las personas para que administren lo que es de cada cual. Sostener que no se debe dejar las cosas a la “anarquía del mercado” es no comprender que el mercado somos todos los que votamos diariamente con nuestras compras y abstenciones de comprar. No es que la disyuntiva sea el aparato estatal que decide por nosotros lo que nos pertenece o la anarquía, sino que la alternativa es que cada uno dirija lo suyo como juzgue mejor. De este modo, tendrá vigencia la Justicia como el “dar a cada uno lo suyo” y desaparecerán la mayor parte de las reparticiones oficiales que no solo son inútiles, sino contraproducentes (como el tragicómico Ministerio de Economía, en lugar de una secretaría de finanzas públicas, puesto que no puede controlarse la economía, el Ministerio de Educación, que pretende controlar el pensamiento a través de pautas y reglamentaciones varias, pero que debiera reemplazarse por acreditaciones de instituciones privadas locales e internacionales que en competencia realizan auditorías cruzadas al efecto de lograr la mayor excelencia posible, para no decir nada de los ministerios de Bienestar Social y equivalentes que producen malestar con recursos detraídos coactivamente del fruto del trabajo ajeno). Eliminar reparticiones, es decir, liberar recursos para engrosar los bolsillos de la gente, nunca podar funcionarios, de lo contrario, igual que la jardinería, luego crecen con más fuerza. Continuar leyendo

La contracara del sueño americano

No basta con los desastres que ha provocado Bush II ni los estropicios de Barack Obama respecto a los derechos individuales; ahora irrumpe en la escena política Donald Trump, el exitoso agente inmobiliario que por esa razón cree que puede llevarse al mundo por delante con sus propuestas fascistas de gran repercusión en el público estadounidense.

En su discurso de cincuenta minutos de junio último desde el Trump Tower en Manhattan el personaje de marras lanzó parte de su campaña presidencial que por el momento, según las encuestas (frecuentemente sujetas a gruesos errores), lidera las preferencias en círculos republicanos.

Sus aseveraciones resultan por cierto inquietantes para cualquier persona mínimamente inclinada a los postulados de la sociedad abierta. Desafortunadamente, está en línea con los resurgimientos de los nefastos nacionalismos europeos de estos tiempos.

La emprendió contra la inmigración, especialmente contra los mexicanos, a quienes tildó de traficantes de drogas, violadores y criminales, al tiempo que aseguró que construirá un muro muy alto que hará financiar a los propios mexicanos. Continuar leyendo

Reflexiones sobre el mercado laboral

Seguramente no hay un tema de mayor importancia que lo que ha dado en denominarse “la cuestión social”. La economía es para el hombre, si no sirve para atender el propósito de mejorar las condiciones sociales de la gente no sirve para nada. El tema del desempleo, de los salarios y de los sindicatos constituye un trípode medular.

Veamos el asunto por partes. Los recursos son escasos frente la las ilimitadas necesidades. El recurso de mayor trascendencia es el factor trabajo, no solo por tratarse de seres humanos sino porque no se concibe la prestación de ningún servicio ni la producción de bienes sin el concurso del trabajo manual e intelectual. Entonces, por el principio de no contradicción, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo bajo las mismas condiciones. En nuestro caso, el desempleo significa que sobra el factor trabajo pero hemos dicho que se trata de lo indispensable y escaso. O una cosa o la otra.

Es entonces pertinente subrayar que allí donde hay acuerdos libres y voluntarios entre las partes no hay tal cosa como sobrante de trabajo no importa la pobreza descomunal o la riqueza más exorbitante. Continuar leyendo