Paradojas del destino

Barack Hussein Obama está de visita en Cuba y es la primera visita oficial de un presidente norteamericano a la isla en 88 años, desde que John Calvin Coolidge, “Cal”, el trigésimo presidente de los Estados Unidos de América, un abogado del Partido Republicano que impulsó el laissez-faire y se negó a reconocer a la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la visitara, el 16 de enero de 1928, para asistir a la VI Conferencia Internacional de los Estados Americanos. En esta antecesora de la Organización de Estados Americanos (OEA) se aprobó el Tratado de La Habana, en cuyo anexo se incluyó el Código de Derecho Internacional Privado o Código de Bustamante, que debe ser reformulado y revitalizado, pese a que no ha sido derogado, pero sí ha tenido múltiples reservas. Debería actualizarse y potenciarse por el impacto de la globalización en las legislaciones internas y por el aumento de los fenómenos migratorios al interior de las Américas.

Ese año y como un símbolo, el presidente Calvin Coolidge visitó la isla a bordo del acorazado USS Texas, hermano gemelo del acorazado USS Maine, que una explosión destruyese precisamente en La Habana el 15 de febrero de 1898, cuando protegía a los ciudadanos norteamericanos que vivían en Cuba, ante la guerra hispano-cubana que se había iniciado. España fue culpada del hundimiento del USS Maine, en el que la mayoría de su tripulación falleció y fue el detonante para que los Estados Unidos entrasen en guerra con España, que comenzó apenas dos meses después del hundimiento del USS Maine y duraría tres meses y medio. En dicha guerra, España fue ampliamente derrotada; perdió Cuba, que alcanzó, paradójicamente por la ayuda “yanqui”, su ansiada independencia y debió vender Puerto Rico, las Filipinas y la isla de Guam a los Estados Unidos, por veinte millones de dólares. Luego España vendería, por la imposibilidad de defenderlas, al haber quedado empobrecida y prácticamente sin buques de guerra, las islas Marianas, las islas Carolinas y el archipiélago Palaos a Alemania, por sólo 25 millones de pesetas. Años más tarde, el régimen comunista llegaría a amenazar con lanzar bombas nucleares sobre el país que lo ayudó a ser libre. Continuar leyendo

La sátira es parte del acervo cultural de Occidente

Europa ha sido, otra vez, atacada por el terrorismo islámico.

No ha sido un ataque más, se ha querido acabar con la libertad de expresión, pilar de la democracia y uno de los derechos humanos fundamentales, de ella deriva la libertad de prensa, es decir de imprimir y publicar lo que uno quiera y sobre lo que se quiera. Pero también, y particularmente en Francia, la libertad de expresar tus ideas, como sea que quieras expresarlas, es parte de su esencia histórica, fue parte de su Revolución y está presente en el legado filosófico-político francés al mundo, con Montesquieu, Rousseau y Voltaire a la cabeza de las ideas de libertad.

Este último crimen no se trata entonces sólo de unos asesinatos más del islam, sino que fue, por sobre todo, un ataque al libre flujo de las ideas y, en suelo galo, es violar su alma misma; de allí que espontáneamente miles y miles de ciudadanos han salido en toda Francia y Europa a manifestarse en silencio contra esta barbarie, que ha sido seguida por otro crimen en contra de una mujer policía, perpetrado por otro inmigrante islámico, lo que aumenta a tres el número de policías muertos en 24 horas y 10 civiles, todos a manos del islam, incluyendo la plana mayor y al mismísimo director del semanario Charlie Hebdo, Stéphane Charbonnier, Charb, quien fue uno de sus más brillantes caricaturistas. Continuar leyendo

ISIS en el país de las maravillas

¡Off with her head! (Córtenle la cabeza), gritaba la Reina Roja desesperada y altanera, ante la incredulidad de la inocente Alicia, que había caído por el agujero negro interminable siguiendo a un neurótico conejo blanco dominado, a su vez por un gran reloj. Son reminiscencias del mundo del absurdo creado por Lewis Caroll. Un mundo donde el tiempo transcurre de manera distinta del resto, en el que en alguna parte es la hora del té interminable con tazas y platos rotos. Mundo donde prima la cruel lógica de la sinrazón, del nonsense, ejemplificada en un proceso judicial en el que Alice es llamada a testificar sin abogados defensores, sin expediente, sino sólo vagas acusaciones de las que nadie sabe nada. Un mundo donde todo es posible, pero no en el sentido de que trata la literatura de autoayuda, sino que en el que todo es disparatadamente posible y por lo mismo inquieta y amenaza.

Es el reino del caos, en el que su reina grita la hora de la venganza contra el orden lógico de los otros mundos. Ella es la monarca absolutista que sin freno alguno delira al formular la sentencia de decapitar a su antojo, a la vista de asustadizos súbditos que llegan a transformarse a sí mismos, deformando lo que realmente son, para no ofender a la Reina de la enorme cabeza, porque viven permanentemente con el miedo a perder la suya.

Todas estas escenas de la obra de Caroll, llevadas magistralmente al cine por Tim Burton, son simbólicas, cada personaje remite a algún arquetipo, algún deseo, algún miedo, alguna realidad hospedada en el oscuro inconsciente, todo está allí por alguna razón, aún lo más morbosamente extraño, y ello fascina a los chicos generación tras generación desde que aparecieran “Alicia en el país de las Maravillas” y “Alicia a través del espejo”, porque saben leer los códigos de lo ilógico porque, para ellos, todo es posible.

De la misma forma el grupo terrorista ISIS, devenido en Estado Islámico, presenta al mundo su sangrienta obra del Teatro del Absurdo, en el que, al igual que en el de Alicia, cada elemento forma parte de su mise en scène por algún motivo. Los periodistas degollados vestían traje naranja, que no por coincidencia es el uniforme carcelario de los presos islámicos de Guantánamo, lo que conforma un triple mensaje: a EE.UU., de que están tomando vendetta; al mundo musulmán, de que ISIS los representa; y a la juventud islámica que habita al interior de las otrota seguras ciudades de Occidente, para comunicarle que otro mundo, el de la radical interpretación wahhabista del mensaje del profeta, es posible.

Y, peor aún, que pueden ser actores y actrices de la próxima obra en el que tienen asegurado desde ya su ticket para el Paraíso con 72 vírgenes y manjares ofrecidos por su martirio. Otra acepción, tampoco casual, de shahada, uno de los 5 pilares básicos del islam. Cada elemento de las decapitaciones está allí por alguna razón, el escenario del desierto de fondo, el contraste con el negro y la filosa espada del verdugo de acento inglés.

Cabe destacar que cada palabra del cortador de cabezas tiene un sentido. Tienen como intención no solo culpabilizar a EE.UU. por intentar estropear su sangrienta obra, sino que vienen a dar continuidad y consistencia doctrinaria a la decapitación como parte de la sharia (o ley islámica), y a la tradición. Existen a lo menos dos suras o capítulos del Corán que contienen un aya o versículo que ordena decapitar. La 8 y la 47. Cada sura lleva además de un número un nombre, que es como se la conoce. No resulta casual por tanto que la sura 8, conocida como Al Alfal o Sura del Botín señale: “Cuando vuestro Señor inspiró a los ángeles: Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad, pues, a los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean. ¡Cortadles el cuello, pegadles en todos los dedos!”. Los “infieles” son su botín, cada niña yazidí, cristiana, o de otra o sin fe, violada y vendida como esclava forma parte de su botín, por eso actúan y decapitan a su arbitrio, así lo ordena el Corán. Están en su ley.

Luego la sura 47, conocida también como Sura Muhammad o Sura del Profeta dice: “Cuando te encuentres a los infieles en el campo de batalla, arráncales la cabeza hasta que los hayas aplastado por completo; luego ata fuertemente a los prisioneros”.
Obedeciendo, el mismo profeta ordenó decapitar al millar de miembros de la tribu judía de los Banu Qurayza, después de que ésta se rindiese ante las huestes islámicas tras un asedio de 25 días. No hay piedad entre los seguidores del “Clemente y Misericordioso” Allah.

Pero no sólo en la sharia y en la práctica de la conquista está la decapitación, sino en el día a día, y hasta en los cuentos. Arabia Saudita, el gran financista de ISIS durante años, decapita con espada hasta por “delitos” de brujería o apostasía del islam. Y en Las Mil y Una Noches, Sherehezada decide casarse con el Sultán para salvar a sus pares, después de que este asesinase a tres mil vírgenes, las desposaba en la noche y las decapitaba en la mañana.

El mismo nombre “Estado islámico de Irak y del Levante” no por casualidad es ISIS en ingles, como la Gran Diosa Madre egipcia, fuerza fecundadora, que concede la fertilidad. En Egipto se creía que la cabeza o TEP era la esencia misma de lo que cada uno es, de allí que decapitar a alguien fuese el peor de los castigos. Era cortar lo que nos hace humanos.

Todos esos mensajes transmite el terrorista hijo o nieto de inmigrantes musulmanes en Inglaterra, uno más de los millones que hoy pueblan los suburbios de cualquier ciudad de Europa y EE.UU. y que nos viene a decir también que el próximo verdugo decapitador podría ser cualquiera. Están adoctrinados y mimetizados entre nosotros mismos.

Nada es casual en el mundo de la sinrazón que ha creado ISIS. Esta semana fue el turno del periodista norteamericano y judío Stephen Sotloff, desafiando así a Israel, mostrando, otra vez, el horror de un mundo ajeno a la lógica del Derecho, un absurdo mundo carente de razón, pero que, sin embargo, atrae a centenares de musulmanes al Califato del siglo XXI que quieren formar parte del Ejército de belicosos y enloquecidos súbditos al servicio de la reina ISIS, que sigue gritando, como en una pesadilla sin fin: “¡Córtenle la cabeza!”.

Furtwängler y Mahoma

Human beings can alter their lives by altering their attitudes of mind”.
William James

A primera vista, Gustav Heinrich Ernst Martin Wilhelm Furtwängler, compositor alemán, probablemente el más grande Director de Orquesta del siglo XX, y Abu l-Qāsim Muḥammad ibn ʿAbd Allāh al-Hāšimī al-Qurayšī o simplemente Mahoma, aquel caravanero de escasos recursos económicos, analfabeto devenido en profeta del Islam, que tuvo presuntas revelaciones divinas a inicios del siglo VII de nuestra era, no tienen nada en común, pero veremos que no todo es lo que aparenta ser.

Furtwängler era un humanista y un místico, cuando interpretaba una obra musical entraba en una especie de éxtasis, a tal punto que hasta parecía que un espíritu lo poseía por los movimientos que realizaba al dirigir, vivía internamente e intensamente lo que la música es, uno de los métodos más eficaces y largamente utilizados a lo largo de la Historia y en todas las culturas, para entrar en Estados Alterados de Conciencia (EAC). Podemos decir que se conectaba con el Mundo de las Ideas que narrase Platón, ese bello, perfecto y prístino mundo cuya realidad está fuera del tiempo y espacio. Mundo que no se puede percibir por medio de los sentidos materiales, por ello mundo inteligible, y que se contrapone en su Teoría de las Formas al mundo material, visible, por ende al mundo sensible siendo este es el núcleo de la filosofía platónica, porque las ideas son la estructura, los modelos a partir de los cuales se basan las cosas físicas, que no son más que copias imperfectas de aquellas y por ende perfectibles, como las viejas obras musicales que Furtwängler hacía nuevas.

Mahoma a su vez también entraba también en largos procesos reflexivos, y solía ir a una cueva a meditar, es precisamente en la cueva de Hira, cerca de La Meca, donde recibe sus revelaciones, según se afirma, del arcángel de la tradición judeocristiana, Gabriel. Esto ocurre en el año 610 de nuestra era y el mismo Mahoma describió esta visión de Gabriel como un mandato que se le diese para memorizar y recitar los versos enviados por Allah que se materializarían años mas tarde en el Corán. 10 años después Mahoma hace un “viaje” en una noche que es conocida como Isra y Miraj. (Isra porque se trataría de un “viaje milagroso” (hoy diríamos desdoblamiento) en el que el profeta va de La Meca hasta Jerusalem. Este desdoblamiento habría sido seguido por el Miraj, esto es, su ascensión al cielo, donde recorrería –según relata- siete cielos (siguiendo el arquetipo de los 7 cielos entre los iniciados de Mitra, en el Judaísmo, en el Budismo -los 7 pasos de Buda- e incluso las 7 muescas chamánicas y los 7 bancales del Zigurat sumerio). Mahoma en ese viaje se habría comunicado con profetas que le precedieron, como Abraham, Moisés o Jesús, según la tradición islámica.

Volvamos ahora a Furtwängler, este creía –como Nietzsche- que la Música era lo que más se acercaba a la idea platónica de Belleza y por tanto su mayor premisa en cada interpretación era buscar la fusión entre los impulsos artísticos apolíneos y los dionisíacos, buscar la Unidad del hombre, no separado ya entre materia y espíritu, entre cuerpo y alma. Así puesto que la música son también relaciones matemáticas plasmadas en una partitura, Furtwängler sostenía que el Acto Creador va desde dentro hacia fuera, delineando la obra, como una isla de la que desde lejos solo se aprecian los contornos y poco a poco al acercarse el artista va viendo con claridad el interior mientras va creándolo, imaginándolo a la vez tal como decía Borges que era el proceso creativo del escritor, tomar una idea y plasmarla pero sin ver su totalidad, entonces para Furtwängler ese proceso que realiza el compositor, era el mismo que debía realizar el interprete, sumergirse en el caos inicial tomando solo una idea, aplicando la razón a la misma y así surgia la obra, es un proceso psíquico, inconsciente, que debe ser concebido en Libertad porque si no, si sólo se interpretaba una Sinfonía siguiendo un movimiento autómata y mecanicista, se estaba traicionando al compositor primario, traicionado al Creador mismo de la obra, porque cada pieza era un continuo en perpetua formación, porque si el tempo lo encasillamos, lo terminamos matando, el tempo entonces debía fluir en plena libertad para que el interprete actualice y se haga parte del momentum mágico de la primera y original creación.

En el islam ocurre algo similar, todo lo que Mahoma vivió y sintió si hacemos fe en sus palabras, que se plasmó en el Corán, debiese ser interpretado, actualizado, como de hecho lo intentó en el siglo VIII la Escuela coránica Mu´tazili, coincidiendo curiosamente con la expansión del islam y con un impresionante avance a la vez que hiciesen musulmanes en todas las Artes y las Ciencias. Lamentablemente no prevaleció esa Escuela sino que rígidas interpretaciones literalistas, que fueron contemporáneas de la Escuela Mu’tazili representadas por la Escuela Hanbalí, y que consideran una herejía que el interprete tenga libertad para interpretar el Corán. Es en el seno del Hanbalismo de donde surgiría con los años el Wahhabismo, que unido al fracaso de los nacionalismos árabes seculares tras la Guerra de los Seis Días, ha potenciado desde los ’70 las interpretaciones más fundamentalistas y por lo mismo rígidas y primarias, donde la razón no tiene cabida, del islam y que es el sustento ideológico que nutre hoy al Estado Islámico, Hamas, Al Qaeda, y una multitud de movimientos que aunque el resto del planeta veamos como terroristas, en su mentalidad están del todo apegados a la letra y no al espíritu con que se hizo la obra coránica.

Lo sagrado y mágico del Corán, entregado en teoría a la humanidad para su felicidad, con una interpretación autómata y mecanicista pierde precisamente toda humanidad, se vuelve vacía, tosca, y en manos de fanáticos, extraordinariamente peligrosa para el devenir de la Civilización que necesita, con urgencia mas Furtwängler y menos autómatas.