Energía argentina: recreo de primavera

El invierno ha pasado y disfrutamos de una cambiante primavera. La estufa o el acondicionador de aire dejaron de ser nuestros “electrodomésticos” preferidos. Durante esta época del año las interrupciones energéticas se toman un recreo, pero la herida sigue abierta y parece imposible atarla con alambres. La necesaria y “provisoria” solución de la importación de gas mantiene (por ahora) el país andando.

Los cortes en el suministro ante los picos de demanda son solamente la punta del iceberg, un poco de sangre proveniente de un daño profundo. La relación entre demanda y temperatura es directa, razonable y predecible. Teniendo en cuenta que el 60% de nuestra matriz energética está asociada al gas natural, este recurso termina siendo el villano de esta historia y el culpable de nuestra “escasez energética”.

El sector industrial, la red de GNC, las centrales eléctricas y los hogares se disputan la oferta de gas existente. La prioridad está marcada por el consumo domiciliario, principal afectado por las temperaturas extremas (tanto sea calor como frío). Los restantes mercados reducen sus consumos para mantener a los hogares satisfechos y las industrias suelen ser las principales afectadas.

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Una nueva forma de entender la soberanía hidrocarburifera

Propongo una definición alternativa al concepto de soberanía utilizado en el marco de la exploración y producción petrolera, para que no nos mareemos exageradamente con banderas, empresas y partidos políticos, y pensemos realmente en los intereses nacionales.

Aunque resulte obvio, vale recordar que los hidrocarburos que “habitan” en el subsuelo no conocen de fronteras. Independientemente de quién saque el hidrocarburo (obsesión de los nostálgicos de la definición “convencional” de soberanía), creo que la prioridad hoy es sacarlo lo más eficientemente posible (eje de la definición “no convencional” propuesta), minimizando retrasos e ineficiencias. Este sistema de “trabajo en equipo” entre el sector privado y público funciona en todo el mundo y está lejos de ser una novedad.

Desde el punto de vista de la productividad y volúmenes de producción futuros, el acuerdo entre Chevron e YPF tiene tres dimensiones fundamentales:

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Mitos y verdades del oro negro

El petróleo y el gas se van a acabar. No hay nada que podamos hacer y es el resultado de procesos naturales que empezaron millones de años atrás y nuestro consumo voraz como planeta. Lo interesante es que la última gota de petróleo que salga a la superficie no será la última en existencia, sino la última que podamos producir de manera económica.

Esta industria está llena de particularidades y características que la hacen especial y fascinante, pero comparte esa necesidad común para el mundo de los negocios: la rentabilidad. Este concepto es la diferencia más importante entre “recurso” y “reserva”. En el caso de nuestro país tenemos una buena cantidad de recursos, pero limitadas reservas de hidrocarburos. 2.478 millones de barriles de petróleo y 11.742 billones de pies cúbicos de acuerdo con la Secretaria de Energía de la Nación (reservas comprobadas). Si asumimos producciones similares a las del 2012, estas reservas representan 12 y 8 años de producción respectivamente.

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