Todos somos iPhone

El teléfono iPhone, cuyo dueño era Syed Farook, quien con su esposa asesinaron a 14 personas en San Bernardino (California), se convirtió en objetivo del FBI, que le solicitó al fabricante de Apple escribir un programa para descifrar la información almacenada en la memoria del aparto. Sin embargo, según publicó Bloomberg, los expertos en seguridad afirman que el FBI podría hackear el iPhone sin ayuda, accediendo más rápido a la información, sin tener que esperar a que el tribunal federal de California decida si Apple debería ser forzada o no para colaborar.

El experto Jonathan Zdziarski sostiene que el problema podría resolverse con investigación y que, por lo general, se puede romper un código de acceso con menos de doscientos intentos, porque la gente suele elegir los fáciles. Lo que sucede es que el Gobierno quiere sentar precedente para poder hacerse de cualquier información con sólo una orden judicial.

Es abrumador el apoyo que la empresa tecnológica ha conseguido. Entre muchos otros, enviaron cartas de respaldo al tribunal Google, Amazon, Facebook, Microsoft, Twitter y LinkedIn, y también recibió el apoyo de destacados expertos en seguridad, incluso el del defensor de derechos humanos de la ONU y el respaldo de periódicos como el Boston Globe, que afirmó: “Tiene la razón en luchar contra el FBI por la seguridad del iPhone”. Continuar leyendo

África mía

Para definir al gobierno moderno —el Estado— diríamos que es el monopolio de la violencia: condición necesaria y suficiente. Para empezar, sin el poder policial para forzar impuestos no subsistiría, a menos que compita en el mercado ofreciendo productos que la gente utilice y se convierta así en empresa privada. El estatismo sería el abuso de este monopolio de la violencia y su variante, el populismo, una exagerada diatriba demagógica.

Ahora, es imposible, de toda imposibilidad, que la violencia no destruya y desordene porque “se opone a lo voluntario y a lo natural, que vienen de un principio intrínseco, y lo violento emana de principio extrínseco”, dice Santo Tomás de Aquino (S. Th., I-II, q. 6, a. 5). Étienne Gilson asegura: “Lo natural y lo violento se excluyen recíprocamente” (El tomismo, segunda parte, capítulo VIII). Y “no hay violencia desde el momento que la causa es interior y que está en los seres mismos que obran”, indica Aristóteles (La Gran Moral, I, XIII).

La naturaleza tiene un orden interno para la vida —el Sol sale a la misma hora, los árboles crecen y dan oxígeno que respiran los animales—, así, si no lo violentamos, el mundo progresará. No es ideología o discurso, sino respetar en los hechos a la naturaleza. Por caso, algunos creen que Mauricio Macri, el electo presidente argentino, tiene un discurso no demagógico y que ha terminado el populismo, pero sus políticas de coacción estatal son casi las mismas. Continuar leyendo

Phil Collins y el ébola

Generalmente frente a las crisis los burócratas y políticos suelen proponer mayor intervención del Estado -que ellos manejan y usufructúan- como si no estuviera claro que el Gobierno -cuando es coactivo en base al monopolio de la violencia- sólo destruye, como toda violencia. En cuanto al ébola, por caso, las restricciones a la libertad de movimientos -cuarentena- en algunas poblaciones han causado estragos. Según el coordinador del centro de alertas del ministerio de Sanidad español, el contagio se puede evitar con cierta facilidad, porque solo pueden contagiar los pacientes con síntomas ya desarrollados y, por tanto, predecibles.

Pero, algunos gobiernos, en lugar de aislar a los enfermos para evitar la propagación, han impuesto cuarentenas que “han resultado devastadoras… la gente no podía sacar a sus familiares enfermos y eso provocó que mucha más gente se contagiara”, según Médicos Sin Fronteras y, precisamente por esconderse de las regulaciones estatales, creen que los muertos reales superan en mucho las cifras oficiales. Por otro lado, los pobres son los más afectados por motivos como comer animales infectados, incapacidad de asilar adecuadamente a los enfermos e ignorancia en el cuidado. Continuar leyendo

El ejemplo de Costa Rica

Costa Rica, que no tiene ejército pero sí una selección de fútbol que sorprendió al mundo en Brasil, hoy está considerado el país con mayor “desarrollo social” de América Latina, con un PIB per cápita de US$ 11.156 anuales, entre Argentina (US$ 11.658) y Brasil (US$ 10264), y va por el buen camino: el contrario de la soberbia.

Sucede que el estatismo implica la coacción de “regulaciones” por parte de los políticos que, en su arrogancia, se creen con derecho y capaces de decidir vida y fortuna de los ciudadanos. En este sentido, es auspicioso que el presidente costarricense, Luis Guillermo Solís, un académico de izquierda que asumió el 8 de mayo, haya decretado la prohibición de incluir su nombre en placas de obras públicas porque éstas se erigen con “el aporte de todo el pueblo” y, además, no quiere que ver su retrato en las oficinas porque se considera un ciudadano más.

El presidente, además, ha dado muestras de sensatez, aun alejándose de ciertas tesis de su partido, como reconocer la importancia de la inversión extranjera y el libre comercio, aunque no parece dispuesto a un fuerte levantamiento de las “regulaciones” existentes. Por caso, desea reducir las tarifas eléctricas, de internet y de la gasolina, pero no termina de aceptar la eliminación de las leyes que otorgan monopolios al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y Recope, de modo de dar lugar a la competencia privada que abarate los precios.

Más grande la soberbia, más destruye. En Cuba, donde los Castro quieren decidir hasta lo que deben pensar las personas, el salario medio no llega a US$ 20 mensuales y la devastación no fue mayor gracias a la ayuda de países amigos, particularmente la ex URSS (tras su caída, el PBI isleño cayó en torno al 35% entre  los años 1991 y 1994 y el régimen debió abrirse al capital exterior). Pero la reciente ley de inversión extranjera sigue siendo muy restrictiva al punto que prohíbe a las empresas extranjeras contratar trabajadores de forma directa y asociarse con los emprendedores privados locales, unos 450.000 tras las reformas de 2011.

Otro caso interesante en América Latina es el de México, que logró la aprobación de la reforma en las telecomunicaciones bien intencionada aunque algo celosa. Efectivamente, si lo que se quiere es terminar con los monopolios y grupos dominantes deberían levantar las leyes que coactivamente, directa o indirectamente, dificultan la entrada de pequeños actores pero no crear un organismo burocrático, como el Instituto Federal de la Competencia, que exige al grupo que controla el 84% de la telefonía fija y el 70% de la móvil que comparta sus infraestructuras con la competencia, y a la mayor televisora del país, con el 60% del mercado, que ofrezca gratuitamente la señal a las televisiones de pago. ¿Quién es el burócrata para imponer su criterio sobre el mercado y las personas?

Se la creyó Brasil

Fernando Henrique Cardoso, sin ser muy bueno, protagonizó uno de los mejores gobiernos que tuvo Brasil. Redujo la “inflación” (el aumento del IPC), desde el 22% en 1995 al 9,1% en 1996 y 2,5% en 1998, continuó la apertura económica iniciada por el presidente Fernando Collor de Mello y, entre 1991 y 2001, el Estado recaudó US$ 103.300 millones por la privatización de empresas públicas mientras que el desempleo se mantuvo en torno al 5,5% durante su primer mandato. Así se generó un boom de consumo, lo que atrajo numerosas inversiones, lo que a su vez permitió mejorar la recaudación fiscal y conseguir el saneamiento de las cuentas públicas, aunque la deuda del Estado pasó de 14% del PIB en 1994 al 55,5% en el año 2000 sobre todo por las altas tasas ofrecidas por el Banco Central.

Luego vino Lula y, para sorpresa de todos, conservó la política económica pero aumentó el gasto “social” y Brasil creció y estableció un liderazgo en el mundo gracias a las bases sentadas por Cardoso. Creídos los brasileros de que la política “social” de Lula era exitosa la profundizaron con Dilma Rousseff y ahora Brasil, miembro del grupo BRICS de países emergentes y la séptima economía global, ha tenido un decepcionante crecimiento que no llega al 2% anual promedio en 2011-13, y 1,5%  estimado para 2014 con una inflación que rondaría el 6,5%. La cuenta corriente externa, que venía con un sólido superávit hoy tiene un déficit creciente cercano al 3,5% del PIB. Tanto el menor crecimiento de China como las serias dificultades de Argentina, su tercer socio comercial, han afectado las exportaciones brasileras. A lo que hay que sumarle un bajo nivel de ahorro -15% del PIB- y de inversión.

Para colmo de males Brasil se ha involucrado en la organización del inminente Mundial de Fútbol que promete ser un tiro por la culata. Para ello ha reformado completamente o construido 12 estadios híper modernos, a un costo sideral de US$ 11.000 millones de dinero público, para mostrar al mundo su “poderío de gigante emergente” pero hasta ahora no ha recibido más que una ola de críticas, no solo de la FIFA, sino de los propios brasileños al punto que el porcentaje de la población que apoya el mundial ha caído de 79% en 2008 a 48% en abril de este año. Hace seis años, sólo 10% de los brasileños se oponía a la Copa, contra un 41% hoy en día.

Rousseff cuya popularidad ha caído al 35%, ya inauguró casi todos los estadios, pero cuatro -el inaugural de Sao Paulo, más Curitiba, Cuiabá y Porto Alegre- siguen en obras cuando el inicio del torneo es el 12 de junio. “Hemos vivido un infierno en Brasil”, llegó a decir el secretario general de la FIFA que admite que los estadios estarán listos “a último minuto”. Todas las ciudades sede debían tener 4G, pero el internet wi-fi no funcionará bien en la mitad de los estadios y habrá problemas en la operación de aeropuertos anticipa el propio gobierno. Hay protestas anti-Copa que pueden degenerar en violencia, como en junio del año pasado, cuando más de un millón de brasileños protagonizaron una revuelta durante la Copa Confederaciones. A esto se suma el recrudecimiento de la violencia en Rio de Janeiro, sede de siete partidos incluida la final, como resultado de la torpe represión policial.

Héroes modernos

Con el respeto que merecen los hombres que han empuñado armas, como que vengo de familia de generaciones de militares, mi obligación es decir la verdad. Héroes no son los soldados. En lo que va de 2014 ya van 10 periodistas, 3 colaboradores y 3 Net-ciudadanos muertos, además de 163 periodistas, 14 colaboradores y 165 net-ciudadanos encarcelados, según Reporteros sin Fronteras. Pero no son héroes por arriesgar su vida, que no quiero alentar la temeridad, héroes son los periodistas -yo soy solo colaborador de opinión- y todo el que encuentre y difunda la verdad, la información, porque así se defiende la vida.

Efectivamente, frente a una mosquita que pudiera conocer y anticipar los movimientos el ejército más poderoso sería inútil. Ni existirían crímenes si pudiéramos prever los movimientos de los delincuentes. Y los gobiernos populistas, que viven de explotar a sus ciudadanos, no resistirían un día si se pudieran conocer y predecir, por ejemplo, los movimientos de sus corruptos recaudadores. Luego de diez jornadas de recorrido desde Cartagena, y de los trámites de aduana en Venezuela, se comenzaron a utilizar las 52 toneladas de papel enviadas por la prensa colombiana a colegas venezolanos, como el periódico El Impulso que fue el primero en recibir la carga de 18 rollos que servirán para algunos días más de circulación. Mientras que los diarios El Nacional y El Nuevo País recibirán 39 y 18 rollos, respectivamente. Y las gestiones continúan.

Para Nora Sanín, de la Asociación Colombiana de Editores de Diarios y Medios Informativos, “es muy satisfactorio contribuir a la libertad de prensa y al derecho a la información de los venezolanos” que se ve seriamente amenazado por la falta de papel como consecuencia de las acciones del gobierno de Maduro. Además, dentro de la iniciativa “Todos somos Venezuela. Sin libertad de prensa no hay democracia”, diarios de la región publican artículos de los periódicos venezolanos, como acto solidario.

Pero no todos son Venezuela, algunos son Maduro y quieren coartar la libertad de información porque necesitan el secreto, propio de las acciones violentas y delictivas. Los diarios The Guardian y The Washington Post recibieron el premio Pulitzer –el más prestigioso del planeta, conferido anualmente por la Universidad de Columbia- por difundir el espionaje masivo realizado por el gobierno de EE.UU., gracias a los documentos que filtró el ex contratiste de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Edward Snowden, quien debió exiliarse en Moscú.

En 1972, el galardón fue otorgado a The New York Times por publicar los Pentagon Papers, documentos clasificados que arrojaban luz sobre el involucramiento político y militar de EE.UU. en Vietnam. El Pulitzer también distinguió a The Washington Post en 1974 por el escándalo de Watergate sobre el espionaje del gobierno a oficinas demócratas que derivó en la renuncia del presidente Nixon.

Si existiera la información perfecta, no existirían los crímenes. Claro que esta situación ideal nunca se dará, pero merece la pena trabajar por ella porque así se defiende verdaderamente la vida, nunca con la violencia “defensiva” que solo agrava las situaciones. “La verdad os hará libres” no las armas de fuego que son, a no dudarlo, los instrumentos más liberticidas que existen, desde que al asesinar terminan completamente con la vida –la libertad- de las personas.