Phil Collins y el ébola

Alejandro Tagliavini

Generalmente frente a las crisis los burócratas y políticos suelen proponer mayor intervención del Estado -que ellos manejan y usufructúan- como si no estuviera claro que el Gobierno -cuando es coactivo en base al monopolio de la violencia- sólo destruye, como toda violencia. En cuanto al ébola, por caso, las restricciones a la libertad de movimientos -cuarentena- en algunas poblaciones han causado estragos. Según el coordinador del centro de alertas del ministerio de Sanidad español, el contagio se puede evitar con cierta facilidad, porque solo pueden contagiar los pacientes con síntomas ya desarrollados y, por tanto, predecibles.

Pero, algunos gobiernos, en lugar de aislar a los enfermos para evitar la propagación, han impuesto cuarentenas que “han resultado devastadoras… la gente no podía sacar a sus familiares enfermos y eso provocó que mucha más gente se contagiara”, según Médicos Sin Fronteras y, precisamente por esconderse de las regulaciones estatales, creen que los muertos reales superan en mucho las cifras oficiales. Por otro lado, los pobres son los más afectados por motivos como comer animales infectados, incapacidad de asilar adecuadamente a los enfermos e ignorancia en el cuidado.

Pero la propuesta de los políticos y burócratas consiste en aumentar el gasto estatal, al punto que la ONU pide US$ 1000 millones y países como EEUU contribuirán a este dispendio incluso con tropas militares. Ahora, el gasto estatal es, precisamente, un creador de pobreza ya que es solventado, en el mejor de los casos, por vía impositiva que recae con mucha más fuerza sobre los más humildes dado que los ricos tienen recursos para derivarlos hacia abajo como subir los precios de sus ventas o bajar salarios.

Para remate, la subdirectora de Sistemas de Salud e Innovación de la OMS dijo que es culpa del mercado el que no exista una cura para el ébola, cuando es exactamente al revés. Si los medicamentos, y la medicina en general, no están más avanzadas se debe a las regulaciones estatales que deciden qué medicamentos y qué escuelas medicinales son “legales”, generalmente digitadas por fuertes lobistas. Por caso, por sida murieron unas 36 millones de personas desde 1981 hasta que los pacientes de VIH enfrentaron el exceso de regulación impuesta por los Estados forzando a los gobiernos a dar vía libre a la investigación y ensayos clínicos.

El mercado natural no es un ámbito de materialismo egocéntrico, sino las personas trabajando y cooperando voluntariamente y en paz para el mejoramiento personal y, por ende, social, en contraposición con el Estado que es una imposición coactiva, violenta. Al mercado natural -con ausencia de coacción estatal- lo representan Augusto y Michaela, los padres de Lorenzo Odone, un niño afectado con adrenoleucodistrofia, que descubrieron un remedio para la enfermedad “incurable” de su hijo aun contra la “opinión” de los médicos “legalmente” matriculados. El padre de Lorenzo, quien finalmente murió a los 30 años, había asegurado en una ocasión: “Mi implicación en la enfermedad no viene del amor a la ciencia sino a mi hijo… Debía haber muerto a los 13 años, y hoy tiene 24”.

En 1992 esta historia fue popularizada por la película “Lorenzo’s Oil” (Un aceite para Lorenzo) y Phil Collins compuso una canción, “Lorenzo”, con un poema que Michaela le escribió a su hijo.