¿Hasta cuándo conviene comprar Lebac?

Alfredo Romano

Durante el último mes y medio hemos visto en el mercado financiero estabilidad cambiaria fijada en el rango de 14-14,5 pesos argentinos. El fenómeno que impulsó la luna de miel con el dólar fue la suba estrepitosa de la tasa de interés del Banco Central (BCRA) y la salida del default luego de 15 años. En la actualidad, las tasas siguen siendo altísimas y a 35 días las Lebac rinden 36,75%, es decir, más de un 3% mensual. Por lo tanto, si pensamos que el dólar no va a tener nuevos sobresaltos y que el techo debería ser 16,25 pesos, como lo indica el mercado de futuros para fin de año, bienvenidas las tasas altas.

Sin embargo, no sólo el sentido común nos indica que es poco probable que este fenómeno de tasas se extienda en las próximas semanas. Todos coincidimos en que Argentina próximamente deberá bajar su tasa de interés si desea volver a la senda del crecimiento. Por ello, ¿conviene anticiparse al mercado y empezar a invertir y capitalizarse en dólares, a la espera de un salto en el tipo de cambio? ¿O debemos esperar y seguir invirtiendo al 3% mensual en pesos?

 

No nos olvidemos de la volatilidad cambiaria del primer trimestre

Si hubiéramos tenido que hacer una predicción a principio de este año con respecto al tipo de cambio a fines de mayo de 2016, muy pocos hubieran tenido la certeza de ubicar al dólar debajo de los 15 pesos. Es más, si nos remitimos a los primeros dos meses del año, el tipo de cambio tuvo una fluctuación de 13,5 pesos en enero y llegó, a fines de febrero, a niveles de 16 pesos, es decir, que hubo una depreciación en menos de 60 días en el orden del 18 por ciento. A pesar de la altísima volatilidad y la depreciación del primer trimestre, la actualidad es completamente distinta y hoy el dólar se ubica en 14 pesos, contenido por expectativas futuras de ingresos de dólares y las altas tasas que convalida el BCRA.

 

Tasas que rinden 3% con un dólar planchado. ¿Algo funciona mal?

Fue una cuestión de tiempo que no sólo los inversores argentinos sino también los extranjeros invirtieran a tasas en el orden del 38% anual, con una proyección cambiaria atrasada. A pesar de que en el mundo si uno invierte mil francos suizos en bonos suizos que vencen en 10 años, en el 2026 el inversor cobraría 977 francos suizos de su inversión, en Argentina, en 35 días, un inversor está haciendo rendir su capital un 3% en dólares. Podríamos pensar que el primer caso no es un ejemplo comparable, ya que en el fondo el inversor que invierte en Suiza está pagando una caja de seguridad, que en la actualidad si se lo compara con Argentina parece ser muy cara.

Sin embargo, si nos referimos a los rendimientos a 10 años de los bonos de España, Italia, Portugal, Irlanda y muchísimos países más, la rentabilidad de los títulos no llega al 3% en dólares. Pero, en Argentina, un inversor extranjero puede ahorrarse 3,565 días y obtener una inversión en dólares del 3% mensual.

Cada semana que pasa y vemos que el BCRA sigue convalidando tasas excesivamente altas y analizamos la bola de nieve de Lebac de 560 mil millones de pesos que se capitalizan al 3 por ciento. Si además analizamos el mercado de futuros, que proyecta un tipo de cambio de 6,24 pesos para diciembre de 2016 y la inflación acumulada a la fecha es del 24,7%, con proyección del 38% para el resto del año, me pregunto: ¿Adónde irán a parar esos pesos cuando la rentabilidad se parezca un poquito más a lo que sucede en el mundo?

 

Argentina, el país de las oportunidades. ¡Cuidado! Alguien paga las consecuencias

Si uno tuviera que pensar quiénes son capaces de generar los mejores rendimientos en cualquier industria, lo primero que diríamos es que son los expertos. Es decir, aquellos que participan activamente del mercado y que, además, están acostumbrados a afrontar ganancias como pérdidas debido a la dinámica continua de su trabajo. Sin embargo, en Argentina no se necesita ser un experto para lograr los mejores resultados de inversión. Recuerdo que en junio o julio de 2015, si uno le preguntaba a un ahorrista cómo funcionaba la operatoria de dólar futuro, este tenía una vaga o muy limitada idea. Sin embargo, ese mismo inversor dos meses después confiaba en que comprar contratos de dólares futuros a marzo de 2016 era la mejor inversión para los próximos meses. Pero recordemos que la ganancia de miles de argentinos fue un costo de más de sesenta mil pesos para nuestro país. Este fenómeno se vuelve a repetir algunos meses después, ya que cualquier individuo puede brindar el mejor asesoramiento financiero y lograr un rendimiento anualizado en el mundo imposible de obtener y encima con bajo riesgo. Por ello, me vuelvo a preguntar: ¿Algo funciona mal en el sistema financiero argentino?