La hipoteca ambiental del kirchnerismo

Andrés Domínguez

Mucho se ha hablado estos años sobre y contra el campo. Ahora bien, uno de los temas cruciales a largo plazo para el agro y para el país ha sido el ausente más notorio de este debate: ¿Cómo quedan los suelos, la tierra, el agua, el ambiente y los recursos naturales de la Argentina luego de 12 años kirchneristas? Con el objetivo declarado de poner esa discusión central en agenda, la diputada del PRO-Cambiemos Cornelia Schmidt-Liermann organizó la jornada “Camino hacia una agricultura sustentable” el jueves 8 de octubre en el Congreso.

La conclusión de los expertos invitados fue categórica: el próximo presidente recibirá una verdadera hipoteca ambiental y de suelos, junto con una larga lista de temas pendientes sobre los que no ha habido políticas, e incluso hasta graves errores y omisiones. También se destacó que la situación puede ser revertida con incorporación de tecnología y participación de los productores argentinos, que tienen la capacidad para producir de manera sostenible, pero para ello es ineludible que cambien las políticas y las instituciones para ir, justamente, camino a una agricultura sustentable.

Juan Cruz López Barrios, de la Fundación Pensar, abrió el debate sosteniendo que sin rentabilidad no hay sustentabilidad posible. “Ambos temas se deben abordar juntos. Hoy en casi toda la agricultura del país los márgenes dan negativos, eso genera pérdidas de dinero al productor, pero también pérdidas de recursos naturales por falta de fertilización adecuada y peores prácticas agrícolas”. También aportó el dato central que muestra la falta de sustentabilidad de la agricultura argentina en la actual coyuntura, al afirmar que es mala la rotación, ya que llega a un 30% de cereales contra un 70% de oleaginosas, cuando la relación ideal es 50% y 50%. “Un productor sin rentabilidad no tiene forma de aplicar técnicas sustentables, aun cuando las conozca y las quiera hacer, y eso está ocurriendo hoy. Es claro que doce años de presión tributaria récord (retenciones, inmobiliario, etcétera), sumados al cierre de exportaciones y la guerra K contra el campo han minado fuertemente esta rentabilidad. No es culpa de los productores: el marco de rentabilidad hoy lo define la política. El Estado debe pautar reglas de juego para que no se consuman los recursos naturales del país”, finalizó López Barrios.

Leonardo Sarquis, de vasta experiencia en empresas del sector y asesor de María Eugenia Vidal en temas productivos de Buenos Aires, profundizó en la rotación y el manejo como clave para el cuidado de los recursos naturales. Resaltó que estamos mal en comparación con otros productores de América. Señaló también un listado de pendientes en tareas institucionales que agravan el problema, como la inexistencia de regulación razonable y basada en elementos científicos de agroquímicos, semillas y uso del suelo. Pero también Sarquis explicó que hay una esperanza concreta: los productores argentinos ya han demostrado ser muy buenos en incorporación de tecnología y mejoras en el manejo, con lo cual el conocimiento está disponible y solamente faltan los incentivos correctos para dar vuelta la página. Representantes presentes de la Asociación de Siembra Directa (Aapresid), el Consejo Profesional de Ingenieros Agrónomos (CPIA), la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (ConInAgro), la Sociedad Rural y la Fundación Barbechando compartieron esta visión.

En Diputados hubo también debate sobre cómo el escenario global impacta en el medio ambiente argentino. Martín Piñero, de extensa trayectoria y prestigio en el sector e invitado al evento como miembro del Comité Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), recordó que aun en crisis el mundo demanda alimentos y los países del Cono Sur americano son los responsables del 30% del excedente neto de alimentos global, lo cual nos da una posición privilegiada para negociar. La diputada Schmidt-Liermann (que además es actualmente candidata a la reelección en la ciudad de Buenos Aires y miembro de la Mesa Agroindustrial del PRO-Cambiemos) compartió esta afirmación y sostuvo: “Tenemos la responsabilidad de alimentar al mundo y de manera sustentable, además de ser esto un buen negocio para nosotros”. Por su parte, el delegado de ConInAgro vinculó la situación internacional con la tecnología para concluir que con técnicas de hace 30 años no se puede alimentar al mundo ni asegurar la sanidad de la población.

Estuvo presente también el diputado Omar Barchetta (Partido Socialista). Compartieron la organización y dieron su aval Elisa Carrió y Tato Brown, candidato a intendente de San Martín del Frente Renovador-UNA. Además participaron Arturo Navarro (Antiguo presidente de Confederaciones Rurales Argentinas), productores jujeños invitados por el diputado Mario Fiad (Unión Cívica Radical), jóvenes de los Ateneos Rurales, miembros de la Asociación de Cooperativas Argentinas, el agregado agrícola de la Embajada Alemana en Buenos Aires y miembros del Grupo de Acción Política para la Unidad (GAPU Agro).

La jornada cerró con dos grandes conclusiones. Por un lado, la necesidad de instalar en el debate los temas ambientales del agro y desterrar prejuicios informando al común de la gente con datos y elementos científicos. Esto es un desafío pendiente desde la agroindustria. El mensaje a transmitir es que es necesario explicar que el agro y su tecnología, lejos de ser el problema, pueden ser parte de la solución a temas ambientales. Cornelia Schmidt-Liermann finalizó listando las deudas del Congreso con estos temas, agregó a las mencionadas el manejo de aguas, los recursos hídricos y los humedales.

En una temática difícil para la comunicación masiva. En plena campaña quedó claro que hay debates claves que siempre quedan escondidos en la emergencia, deudas “invisibles” que se acumulan. Si no hay cambios en estos temas de tierras y ambiente hechos de manera conjunta entre Estado, privados y la sociedad, la hipoteca ambiental que el kirchnerismo le dejará a su sucesor se agravará. Será una deuda que afectará a todo el país y que pagarán caro las próximas generaciones.