Aplastad la hidra de la contrarrevolución con el terror masivo

La sacudida se sintió en ambas orillas del Atlántico. La visita de Albert Rivera a Venezuela ha tenido una notable repercusión en España. El líder español que preside Ciudadanos, un partido liberal con fuerte representación parlamentaria, fue con el objeto de respaldar a los demócratas de la oposición, especialmente a Leopoldo López y a Antonio Ledezma.

Al dirigente comunista de Podemos, Pablo Iglesias, señalado como el hombre del chavismo y de los iraníes en España, vinculación que él niega con más vehemencia que éxito, le preguntaron por el preso político venezolano Leopoldo López y respondió una notable falsedad. Dijo que estaba en contra de que cualquier persona fuera encarcelada por las ideas que sustentaba. Y enseguida agregó que si Leopoldo López estaba en la cárcel por tratar de derrocar al Gobierno —dando por sentado que ese era el caso—, no lo apresaron por sus ideas, sino por sus acciones.

Un buen comunista, como Pablo Iglesias, formado en la ideología marxista-leninista, y creyente en el materialismo histórico, necesariamente suscribe la tesis de que las ideas, como las instituciones, pertenecen a una superestructura que depende de las condiciones económicas de la sociedad y, en primer lugar, de las relaciones de propiedad preexistentes. Continuar leyendo

¿Cuánto le ha costado la revolución cubana al mundo?

Raúl Castro le ha puesto condiciones a Barack Obama para reestablecer relaciones diplomáticas. Una de ellas es recibir una compensación por los daños producidos por el embargo comercial.

¿A cuánto asciende el perjuicio? Según los puntillosos economistas del gobierno cubano, la cifra es exactamente 116,860 millones de dólares. No tengo la menor idea sobre cómo han llegado a esa suma monstruosa, pero démosla por buena a los efectos de esta columna.

Naturalmente, eso nos precipita a una pregunta inevitable: cuánto le ha costado la incompetencia y la injerencia de la revolución cubana al mundo.

Hagamos unos apuntes contables.

Primero, claro, están los perjudicados cubanos. En 1959, Cuba tenía 6.000.500 habitantes. Al margen del 1.800.00 viviendas, existían 38.384 fábricas, 65.872 comercios y 150.958 establecimientos agrícolas. Todo eso fue estatizado sin compensación real, provocando el súbito empobrecimiento de la sociedad cubana. ¿A cuánto asciende el despojo? Probablemente el Estado les debe a los propios cubanos 30 veces lo que hoy Raúl Castro le reclama a Obama. Pasaron de los primeros lugares de desarrollo en América Latina a los últimos.

Estados Unidos. Los norteamericanos, muy conservadoramente, valoran en 7000 millones las propiedades confiscadas en la Isla. No incluyen en la cuenta, por ejemplo, entre otros rubros olvidados, el costo enorme de integrar a dos millones de refugiados cubanos en Estados Unidos (el 20% de la población de la Isla), ni los daños provocados por los miles de criminales deliberadamente sacados de las cárceles cubanas y enviados a USA durante el éxodo del Mariel en 1980. Tampoco tienen en cuenta los derechos de propiedad norteamericanos sobre libros, música, películas, televisión, medicinas, programas de informática y objetos de todo tipo copiados o utilizados sin límite por los cubanos. Una suma astronómica. Deberían sumarlos.

España. La “Sociedad 1898”, constituida en Madrid para defender los intereses de los españoles perjudicados en la Isla –dueños en Cuba de una buena parte del comercio minorista—, afirma que, sólo a las tres mil familias españolas que han logrado localizar, a valor del dólar actual, les deben unos 8000 millones.

URSS. Según la economista rusa Irina Zorina, los subsidios a Cuba, sin contar las cuantiosas donaciones de armamentos, excedieron los 100.000 millones de dólares. En el verano del 2014, Vladimir Putin le condonó a Cuba el 90% de una incobrable deuda reconocida a Rusia ante el Club de París de 35.000 millones. El 10% restante, que tampoco cobrará, hipotéticamente se invertiría en la Isla.

Venezuela. El economista Carmelo Mesa-Lago calcula el subsidio venezolano en unos 13.000 millones de dólares anuales. Ernesto Hernández-Catá, otro gran profesional, lo rebaja a 7000. En todo caso, una cifra descomunal que explica, entre otras razones, la magnitud del desastre venezolano.

Argentina. La deuda original de 2400 millones, contraída en los años setenta, al no pagarla, hoy excede los 11.000 millones.

Japón. Cuba le debía 1400 millones. Los japoneses le condonaron el 80% de la deuda y el 20 restante lo aplazaron en 20 años. Naturalmente, les eliminaron las líneas de crédito a los cubanos.

México. Hizo más o menos lo mismo que Japón. Cuba le debía 487 millones de dólares y el gobierno mexicano le perdonó 341 y le aplazó la devolución del remanente a lo largo de una década.

Y ahora acerquémonos, parcialmente, a la injerencia, pero con más preguntas que respuestas, porque, que sepamos, nadie todavía le ha puesto números al costo de la intromisión cubana en los asuntos internos de otros países.

¿Cuánto le costó a Venezuela el desembarco de guerrillas cubanas en los años sesenta y el apoyo de los Castro a las guerrillas y terroristas venezolanos durante más de una década? ¿Cuánto le cuesta la disparatada asesoría que ha llevado al país a la ruina?

¿Cuánto le costó a Bolivia el intento del Che Guevara, acompañado de militares cubanos, de derrocar al gobierno de ese país?

¿Cuánto le costó a Chile la radicalización del gobierno de Salvador Allende, en gran medida motivada por la presencia de las tropas especiales cubanas en ese país y por el consejo suicida de La Habana?

¿Cuánto le costó a Centroamérica en vidas humanas y en recursos económicos la ayuda de Cuba a la creación y mantenimiento de guerrillas en El Salvador, Guatemala y Nicaragua? (Nicaragua, por ejemplo, todavía no ha recuperado los índices de desarrollo económico que tenía en 1979, año del triunfo sandinista).

¿Cuánto la vinculación de Cuba en Colombia al Ejército de Liberación Nacional o ELN, al M-19 de Jaime Bateman y a las FARC?

¿Cuánto pagaron los argentinos por combatir al Ejército Guerrillero del Pueblo, organizado por Cuba y dirigido por Jorge Ricardo Masetti, como prueba el periodista e historiador Juan Bautista Yofre en su libro Fue Cuba, o el insensato ataque al cuartel de La Tablada, con armas cubanas, durante el gobierno de Raúl Alfonsín?

¿Para qué seguir? La pequeña isla de Cuba, dirigida por un loco que, como tantos, se creía Napoleón Bonaparte, pero que realmente intentó serlo y a ello dedicó toda su vida, ha sido una catástrofe, no sólo para los cubanos, sino para medio planeta. Una catástrofe que les ha costado una inmensa cantidad de dinero.

Chávez nuestro que estás en el cielo

A Lorent Saleh, estudiante que acaba de ser traicionado por el gobierno de Juan Manuel Santos y entregado a la policía política venezolana.

Los chavistas han lanzado a volar un nuevo Padre Nuestro, como si fuera uno de esos pajaritos parlanchines con los que suele conversar Nicolás Maduro.

Es importante acercarse a esta conmovedora expresión de la devoción político-religiosa. Al fin y al cabo, el texto advierte que el ex teniente coronel va de cabeza a los altares: “santificado sea tu nombre”.

¿Se llamará “San Chávez”? Los venezolanos “pata en el suelo” son muy dados a rezarles y pedirles favores especiales a las figuras populares desaparecidas. Parece que el torero César Girón, el venerable médico José Gregorio y el malandro Marchena –un delincuente al que despacharon con 180 balazos—suelen hacer muchos milagros.

Hay, incluso, quienes se encomiendan a Juan Vicente Gómez, un dictador que mató a 200 venezolanos, pero tuvo la cortesía de reemplazarlos con 200 hijos ilegítimos como prueba de su sobrenatural potencia inguinal, mientras gobernaba al país con el extremo de la uretra.

Chávez, además, fue capaz de realizar en vida varios asombrosos prodigios. Para llegar a los altares se necesitan, al menos, tres milagros. Aquí están:

-Destruyó la industria petrolera. Eso no era nada fácil tras un siglo de constante crecimiento.

-Multiplicó por 4 el número de asesinatos en Caracas, como si fueran “los penes y los peces” que Maduro cita, en su condición de peculiar exégeta del Nuevo Testamento.

-Invirtió el signo migratorio. Durante muchas décadas el país recibió a millones de inmigrantes dispuestos a succionar las venas abiertas venezolanas. San Chávez logró que un millón y medio de venezolanos educados salieran a hacer la misma vampiresca tarea en el extranjero.

Afortunadamente, la piadosa oración estrenada en un congreso chavista, da noticia de la exacta localización del líder desaparecido. El ubicuo personaje, además de estar en el cielo, como corresponde a su legendaria benevolencia, se le puede localizar “en la tierra, en el mar y en nosotros, los y las delegadas”.

Aquí hay gato encerrado. ¿Por qué no en los ríos? ¿Por qué Chávez no está en el Orinoco, que es un río enorme que recorre medio país? ¿Por qué no está en el lago Maracaibo, uno de los mayores del planeta, que tiene, de vez en cuando, hasta tiburones, como sucede en la cúpula chavista? Sospechosa omisión. Y ¿por qué la concordancia feminista “los y las delegadas”? ¿Cuántas millonas de delegadas hubo en ese congreso para alterar las normas gramaticales?

Mi impresión es que el Padre Nuestro chavista va a popularizarse entre los pobres, que cada vez están más necesitados y son más en el país. Lo acaba de proclamar ese brillante teólogo venezolano de la liberación de nombre árabe, Tarek El Aissami, gobernador de Aragua: “Mientras uno más consigue pobreza, hay más lealtad a la revolución y más amor por Chávez. Mientras el pueblo es más pobre es más leal al proyecto revolucionario”.

Exacto. Por eso, quizás, del Padre Nuestro chavista ha desaparecido cualquier alusión al “pan nuestro de cada día”. Los devotos revolucionarios no le piden a Chávez ni siquiera una humilde arepa. No habrá pan. El pan es una detestable expresión de la Cuarta República. Por eso ha desaparecido la harina de los supermercados, junto con el pollo, la carne, la leche y la mantequilla, esos agentes del imperialismo.

Lo que esa sociedad necesita son bienes inmateriales. Lo dice el Padre Nuestro chavista. “Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día, no nos dejes caer en la tentación del capitalismo, más líbranos de la maldad de la oligarquía, del delito, del contrabando, porque de nosotros y nosotras es la patria (¿por qué no el patrio?), la paz y la vida. Por los siglos de los siglos, amén. Viva Chávez”.

Tienen razón. El capitalismo y la oligarquía son sinónimos de asquerosos bienes materiales, de papel tualé, de supermercados llenos de comida, de todos esos elementos que pervierten y pudren el corazón revolucionario del pueblo. Hay que volver a la tradición cristiana de Simón el Estilita, que estuvo 37 años encaramado en una columna fabricada en el desierto para escapar de las tentaciones mundanas.

El Estilita, bien mirado, fue el primer chavista de la humanidad.