“Dólar Ahorro”, un subsidio innecesario

Carlos Arbia

El comienzo de marzo indica que será difícil para el gobierno seguir vendiendo a los particulares el “dólar ahorro” en la medida en que la demanda del mismo siga subiendo como hasta ahora. Este dólar barato y subsidiado por el Estado se puede comprar a 8,75 pesos pagando el valor del oficial si el comprador lo deja un año en el BCRA o bien a 10,50 si lo quiere retirar pagando un recargo del 20 % sobre el precio oficial.

En lo que va del año, el BCRA ya vendió más de 1100 millones para satisfacer la demanda de los particulares y unos 4000 millones de dólares desde que se comenzó a operar, en enero de 2014. Pero febrero marcó un record de venta y de operaciones. Por otra parte, en concepto de dólar “turista”, el BCRA vendió en el mismo período unos 600 millones de dólares.

Lo que resulta inconsistente es que el gobierno gaste pesos, hasta ahora unos 10.000 millones desde enero de 2014, para tratar de intervenir indirectamente en el mercado del dólar paralelo o ilegal –para evitar que supere los 13 pesos-, más allá de las suspensiones y multas a las casas de cambio para que dejen de vender. El monto señalado es la diferencia que haría el gobierno si liquidara esos dólares en el mercado paralelo a 13 pesos en vez de venderlos en el mercado oficial a 8,75 para gente que los deja en los bancos por un año o paga el 20% más y los retira.

A este monto se debe sumar la recuperación de ese porcentaje a través del impuesto a las ganancias que pueden hacer los compradores; por lo tanto el total del subsidio llega a unos 15.000 millones de pesos aproximadamente. El Estado hace una transferencia ridícula a los sectores asalariados más altos ya que los que pueden comprar ese dólar ahorro deben ganar más de 10000 pesos de salario de bolsillo.

Lo preocupante es que, en caso de mantenerse la actual demanda, el BCRA debería sacrificar este año unos 5000 millones de sus reservas -que actualmente están en 31.400 millones de dólares- para satisfacer la demanda de “dólar ahorro” de los particulares. Esto dejaría al BCRA en una situación muy débil ya que el aumento de reservas se produce por los dólares que llegan por medio del swap de monedas firmado con China y no del ingreso de dólares genuinos por la cuenta comercial financiera o por inversiones.

Esta nueva bicicleta financiera (la pureteada), que consiste en comprar los dólares ahorro a 10,50 pesos para venderlos luego en el mercado paralelo o ilegal a 13 pesos, es de acuerdo a la opinión de las autoridades económicas un hecho positivo y una de las estrategias para haber bajado el dólar paralelo blue o ilegal de 16 pesos en setiembre del año pasado a los 13 pesos de hoy.

Este nuevo engendro, consistente en utilizar subsidios del Tesoro para manejar la política cambiaria, genera: 1) una débil mejora de la oferta en el mercado paralelo, ya que una parte considerable de lo que se le compra al Central se termina vendiendo en ese mercado, 2) modifica la estacionalidad del mercado cambiario al bajar la presión en el mercado paralelo, habitual en los primeros días del mes, cuando la gente cobraba el sueldo y compraba dólares “ilegales”; 3) le resta dólares al mercado oficial (MULC), que podrían ser destinados al pago de importaciones de las empresas a las cuales el Estado les debe unos 4000 millones de dólares. Una cifra similar a la que se gastó hasta ahora vendiendo “dólares ahorro”; 4) la demanda es de tal magnitud que los bancos le han dado la posibilidad, a quienes son autorizados por la AFIP, de comprar esa divisa barata y subsidiada a través del sistema de home banking, sin siquiera desplazarse.

Nunca un gobierno gastó pesos de la Tesorería de la Nación para que el BCRA venda dólares baratos subsidiados a los particulares. Este subsidio es destinado a las clases más pudientes, las de mayor poder adquisitivo, que se cubren ante una futura devaluación o ganan dinero con la bicicleta financiera. En tanto que las clases pobres no pueden comprar dólares a esos valores y tampoco a 13 pesos; por consiguiente, son las más perjudicadas.

Este es un síntoma de un principio de dolarización de la economía que debería preocupar a las autoridades que en el 2011 pensaban en pesificar la economía y no han hecho más que dolarizarla desde la instrumentación del cepo cambiario desde noviembre del 2011.