Kicillof y Vanoli transitan una peligrosa bicisenda financiera

Pocas dudas quedan que en la economía argentina, luego de las elecciones presidenciales, habrá que hacer un ajuste. El interrogante es si será con una política gradualista o heterodoxa – o lo que denominan los economistas de Daniel Scioli, “sinceramiento” o “normalización” de algunas variables. La otra sería la que proponen en privado los economistas de Mauricio Macri. Esta consistiría en un ajuste -o shock ortodoxo- donde no se puede descartar una mega devaluación del peso en el mercado oficial y el final del cepo y del desdoblamiento cambiario. El dilema de política de shock contra gradualismo frente a las elecciones presidenciales ha dejado a los economistas enfrentados en las últimas discusiones en congresos, encuentros informales y reuniones con empresarios como la reciente del IAEF. Pero ninguno de ellos se anima a decir qué hay que hacer y se habla ambiguamente sobre una mezcla de ambas políticas para no exponerse ante la sociedad y el gobierno antes de las elecciones.

Lo cierto es que no hay muchas posibilidades de mantener la actual política fiscal monetaria y cambiaria, que conduce inexoralmente a esa mala palabra que se llama “retraso cambiario” o, dicho de otra forma, una fuerte apreciación del peso frente al dólar o al euro. Esta política consiste en emitir una gran cantidad de pesos sin respaldo en reservas del Banco Central de la Republica Argentina (BCRA) para financiar el exagerado déficit fiscal que llega a unos 6 puntos del PBI pagando altas tasas de interés a los bancos por sus títulos en cartera. A esto se suma mantener el tipo de cambio oficial semifijo que no ajusta con la inflación vendiendo dólares baratos al Estado para pagar deuda pública y a los particulares a través del dólar ahorro. El Gobierno debería estar atento a las PASO de agosto ya que las elecciones del 2011 y el 2013 marcaron importantes subas en la cotización del dólar.

La política monetaria muestra que su hacedor, el BCRA, está quebrado en términos patrimoniales. Por lo tanto no podrá pagar a los bancos tasas del 28 % anual como la que paga por la renovación de las LEBACs, cuyo monto total llega a los 320.000 millones de pesos. Hay que sumar un Tesoro Nacional deficitario que no podrá pagar mucho tiempo mas tasas del 24% anual por sus bonos aunque su bajo nivel de endeudamiento le permitiria seguir colocando deuda en el mercado.

En lo que respecta a la política cambiaria, podemos decir que no será fácil mantener la política que privilegia un dólar barato subsidiado de 9 pesos para que compre la gente a través del dólar ahorro, el Gobierno para pagar los intereses de la deuda pública y con el que se hace mas difícil poder exportar frente al súper dólar del mundo. Al respecto, se puede mencionar un reciente trabajo presentado por el economista Martín Redrado a los equipos técnicos del Fremte Renovador. Redrado puntualiza que las reservas internacionales del BCRA llegarán a unos 25.000 millones de dólares a fin de año. Pero a eso le suma que la institución está cuasi quebrada. Los pasivos monetarios llegan a unos $ 750.000 millones dice el informe, y puntualiza que se trata de una relación 22 a 1 contra las reservas internacionales, mientras que en el 2009, cuando él presidía el BCRA, esa relación llegaba a solo 4 veces las reservas internacionales.

El trabajo destaca además que el BCRA tiene un patrimonio neto negativo de $470.000 millones, ajustado por el valor de las letras intransferibles que el Tesoro colocó en el BCRA, los adelantos transitorios al Tesoro y las utilidades del ejercicio 2014 recientemente aprobadas y que distribuirán. Redrado plantea modificar la Carta Orgánica del Banco Central para terminar con la práctica que en los hechos implica ser la chequera del Gobierno, es decir, fijando límites precisos a las transferencias de dólares y pesos a la Tesorería. En este caso, debe quedar claro que el BCRA no tiene mucho tiempo más para pagar los intereses que le paga los bancos mientras mantiene el valor del dólar oficial cuasi fijo.

Analizando la política monetaria, un trabajo de la consultora Ecolatica indica que el stock de plazos fijos subió a una tasa anual del 26,5% desde fines de diciembre hasta abril pero en mayo ese valor pasó al 35,5%. Pero gran parte de esa suba está explicada por los depósitos a menos de 90 días de plazo y 60 días o menos. Esto indica que los inversionistas no están dispuestos a dejar el dinero en los bancos más allá de setiembre próximo. La suba de las tasas de interés impulsada por el BCRA alienta colocarse en pesos en lugar de comprar dólares en el mercado libre pero solo se ha logrado que el vencimiento de los plazos fijos no superen los tres meses. Las tasas del 25 % anual que pagan algunos bancos parecen rentables, pero no lo son frente a una inflación del 25% anual. En la actualidad el rendimiento del plazo fijo es nulo si lo medimos contra la inflación y de casi un 2 % si lo medimos contra un dólar cuasi fijo. Esta especie de bicicleta financiera transita a gran velocidad por una bicisenda que al parecer no está preparada para soportar ese sprint al que la somete la dupla Kicillof y Vanolli. Con gradualismo o con shock habrá que salir de ella.

Kicillof contra los eunucos neoliberales

El ministro de Economía Axel Kicillof, en un seminario de AEDA celebrado la semana pasada, calificó de “eunucos” a los economistas ortodoxos -o como él los llama, los profetas del liberalismo de los noventa. “Los economistas ortodoxos son eunucos de la teoría económica, los hemos dejado sin instrumentos para comprender lo que pasa y siempre auguran un futuro peor para justificar la incomprensión que tienen de lo que sucede en el presente” manifestó Kicillof.

Kicillof fue más allá al asegurar que “la teoría económica ortodoxa no ha tenido avances desde 1870”. A diferencia de lo que afirma el ministro, la ciencia económica se consolidó a partir del siglo XIX y tuvo una gran evolución en particular con el capitalismo o la ortodoxia como denomina el ministro. En lo que respecta a la ortodoxia se puede calificar como ortodoxa a la persona que actúa de acuerdo a una doctrina que considera verdadera, pero una doctrina, a su vez, es un conjunto de ideas, sean filosóficas, religiosas o económicas, cuyo rasgo es la coherencia de sus fines y de sus medios. En cambio un heterodoxo, como podriamos definir a Kicillof, es aquella persona que no respeta a una doctrina. Este combina medios o fines que no respetan la debida coherencia. La heterodoxia. como definen algunos expertos, puede responder al intento de satisfacer objetivos inmediatos aunque sean en última instancia excluyentes, o bien puede ser consecuencia de la ignorancia. Tambien puede resultar del escepticismo sobre la validez de las distintas doctrinas.

En la ciencia económica hoy se toman como doctrinas económicas al capitalismo y al socialismo pero ninguna se aplica en estado puro. Lo cierto es que el sistema capitalista que Kicillof llama “ortodoxia económica” para descalificarlo se ha extendido como el único sistema compatible con la democracia en los últimos tiempos. Se debe destacar que una política económica ortodoxa requiere instituciones públicas sólidas e independientes de grupos de interés y un estado que no intervenga tanto en la economía junto a una clase política bien formada. En su exposición Kicillof destacó que “ahora tenemos una realidad distinta, aquella ortodoxia ecnómica choca con un obstáculo que es la realidad, incluso reconociendo las dificultades que se presentan en el terreno económico y tomando medidas para resolverlas en beneficio de la gente, siempre con una mirada de inclusión social”. Kicillof no explica es que los ciclos económicos expansivos no son eternos tanto desde la ortodoxia como desde la heterodoxia.

Los principales teóricos ortodoxos y heterodoxos han notado el desarrollo de etapas más o menos fijas en la evolución de las sociedades y esas etapas vista del lado clásico, neoclásico, keynesiano, capitalista, neoliberal o marxista no cambian. Estas se denominan ciclos económicos o ciclos comerciales y son las oscilaciones de la economía, en las que se observa una fase de auge o expansión económica, seguida de otra contracción o recesión, que luego se transforman en una depresión y finalmente desembocan en una crisis. Se pueden modificar las formas de frenar una fuerte expansión económica como lo ha hecho China en los últimos años, o salir de una crisis financiera mundial como la originada en el 2008 por la crisis de la hipotecas subprime en los Estados Unidos. La Argentina utilizó una forma heterodoxa de salir de la crisis del 2001 que fue el desendeudamiento. Este le significó un gran rédito económico entre 2003 y 2010 pero ese proceso finalizó. Con el mismo criterio que el ministro considera a los economistas otortodoxos o neolibelares como eunucos de la teoría económica se podría considerar al ministro como una especie de eunuco de la Teoría del Crecimiento Económico.

Vale recordar que Kicillof tuvo que volver a la ortodoxia al recurrir al mercado de capitales como lo hizo recientemente. Lo grave es que Kicillof se queje de la ortodoxia del neoliberalismo cuando él mismo la aplica. La única diferencia es que todavía no se produjo el tan temido ajuste o una corrección. Esto no es mas que equilibrar las cuentas públicas deficitarias y a la larga habrá que hacerlo.

Para finalizar, quiero referirme a una última frase de Kicillof: “Los economistas ortodoxos que alentaron las políticas neoliberales de los noventa siempre auguran un futuro peor para justificar la incomprensión que tienen de lo que sucede en el presente y esta es parte de su teoría económica que no sirve para explicar porque con este modelo se pude crecer como crece la Argentina”. Lo que se le olvidó mencionar Kicillof es que desde el 2011, cuando asumió como viceministro, la economía dejó de crecer. Debería reconocer entonces en la última parte del kirchnerismo los eunucos del liberalismo ortodoxo acertaron con sus pronósticos.

Las imprevisibles consecuencias económicas del caso Nisman

En la medida que pasan los días,  la muerte del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, se transforma en un hecho conmocionante que repercute en todos los estratos de la sociedad. Las consecuencias parecen imprevisibles tanto en lo político como en lo económico. No queda duda que para el Gobierno esta especie de terremoto institucional representa un duro golpe difícil de asimilar y con una situación económica que no pasa por su mejor momento.

La reciente historia argentina tiene dos antecedentes de episodios que golperaron a los gobiernos de turno y provocaron luego drásticos cambios en la política económica: el copamiento al Regimiento de La Tablada y la renuncia del vicepresidente de la Nación, Carlos “Cacho” Alvarez. La característica común de estos procesos es que ambos finalizaron con una gran perdida de confianza de los inversores, aumento de la tasa de inflación, salida de dólares del sistema financiero, corridas bancarias, corridas cambiarias y abruptas megadevaluaciones del peso.

El copamiento del Regimiento de La Tablada sucedió el 23 y 24 de enero de 1989 en manos del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), cuando estaba en vigencia el “Plan Primavera” en el gobierno de la UCR de Raúl Alfonsín. Luego de esa toma se produjo la primera hiperinflación, hubo una fuerte fuga de dólares del sistema financiero, aumento del valor del dólar y se debieron adelantar las elecciones y la entrega del poder en julio del 89 a Carlos Menen. La renuncia el 5 de octubre de 2000 de Carlos “Chacho Alvarez” como vicepresidente el gobierno de la Alianza, por los sobornos que se habrían pagado en el Senado de la Nación para sacar la Ley de Reforma Laboral durante la “Convertibilidad”, finalizó con la renuncia del presidente De La Rúa, una posterior salida traumática de la Convertibilidad y la llegada de Néstor Kirchner al poder en mayo de 2003.

Si bien el escenario actual dista bastante del que se observaba en enero de 1989 y en octubre de 2000, tanto en el aspecto local como internacional, es importante que el Gobierno tome las previsiones necesarias para evitar que el caso Nisman provoque disturbios en el campo económico. A pesar del cepo cambiario no se debe descartar que este terremoto institucional genere una nueva pérdida en la confianza de los inversores, lo que podría traducirse en una corrida como producto de una salida de dólares del sistema cuya consecuencia podría ser una crisis cambiaria.

Sobre ese punto, recientemente el presidente del Banco Central República Argentina (BCRA), Alejandro Vanoli, reconoció que se podrían hacer los cambios rápidos con respecto a las restricciones cambiarias. Pero por el momento el Gobierno no tiene esa intención. “Ahora es necesario fortalecer esta calma cambiaria”, aseguró Vanoli. Pero deben estar atentas las autoridades del ministerio de Economia y del BCRA acerca de esta ultima cuestión si la muerte del fiscal genera una mayor perdida de confianza de los agentes económicos.

Kicillof también se equivoca en los pronósticos

Como ya se ha hecho una costumbre, el ministro de Economía Axel Kicillof volvió a criticar a los economistas y consultoras económicas por sus proyecciones, esta vez en el lanzamiento de Precios Cuidados V. En este caso, Kicillof fue más allá y manifestó que se trata de pronósticos asquerosos desinformados. “Recuerdo que en enero, cuando se lanzó esto, los analistas decían que se disparaba la inflación, se disparaba el dólar, hablaron cualquier disparate y sin embargo las empresas firmaron igual. La clave del éxito es el poder popular del plan”, expresó .

Lo que olvida el ministro en su relato de las diversas disparadas es que varias de ellas se cumplieron y sus proyecciones, de acuerdo a lo observado en el Presupuesto 2014, también fueron “horribles”. Citaremos tres variables como la inflación, el tipo de cambio oficial y el resultado fiscal. En enero del año pasado el dólar oficial se disparó, tal como anticipaba la mayoría de los analistas económicos, y terminó el año en $8,50 frente a los $6,21 que proyectaba el Presupuesto 2014; la inflación en lugar de ser el 9% anual que se proyectaba fue de aproximadamente un 24 % de acuerdo a los datos del INDEC y del 35% según las consultoras privadas, y el déficit fiscal llegará a unos 250.000 millones de pesos frente al superávit fiscal de 8500 millones de pesos que se calculaban en ese presupuesto.

Kicillof debería considerar que si un funcionario del Estado se equivoca en sus proyecciones o pronósticos es más grave que si lo hace un consultor privado. En el primer caso, el error lo paga la sociedad en su conjunto, mientras que en el segundo, si el consultor privado es responsable de un mal asesoramiento, la empresa que lo contrata decidiera seguir pagando o no su servicio.

En lo que respecta a la inflación para este año, todo indica que el Gobierno podría volver a fallar en sus proyecciones estimadas. En el Presupuesto 2015, la cifra del 14,5 % anual estimada por Kicillof para este año parece baja con respecto a la que calculan los “pronosticadores horribles”, al decir del ministro, que ven una inflación promedio del 25%. También parece muy optimista un dólar proyectado en 9,45 pesos para fin de año cuando la mayoría de los analistas lo ve en cerca de 10 pesos en la última etapa de un año electoral. En lo que respecta a los números fiscales, el Gobierno proyecta un déficit fiscal de $49.600 millones en el Presupuesto 2015 cuando este año terminará cerca de los 250,000 millones de pesos. Por lo tanto parece bastante difícil que el Gobierno reduzca el gasto o aumente tanto los ingresos para semejante reducción de déficit fiscal.

Kicillof afirmó que el éxito del programa Precios Cuidados es “una nueva refutación de los pronósticos asquerosos desinformados”. Pero debería reconocer también que los del Gobierno, elaborados por él y su equipo económico, fueron catastróficos a la hora de observar los resultados del 2014.

Kicillof y Vanoli ponen en funcionamiento una nueva bicicleta financiera

La reciente licitación del bono Bonad 18, un bono atado al dólar oficial para el cual el Gobierno esperaba mas ofertas que las concretadas, muestra que en la medida que se sigan lanzando esos títulos pero a plazos mas largos, la demanda de los inversores disminuirá. Este bono es emitido en pesos pero atado a la cotización del dólar oficial llamado “Dólar Linked” o “Dólar Seguro” porque incluye una especie de seguro de cambio para sus compradores. Esto demuestra que en la medida que el vencimiento sea más largo, el apetito por comprar esos bonos bajará y también la cotización del dólar oficial implícito. Pero este lanzamiento esconde ademas una especie de bicicleta financiera que utiliza el Gobierno y que ha servido como mecanismo para hacer bajar el valor del dólar en el  mercado paralelo o ilegal.

Al ver la evolución del Bonad 16, un bono de las mismas características emitido hace unos días con vencimiento en el 2016, se observa que ese título “dollar linked” ya subió desde los $ 855 en su lanzamiento hasta unos $ 875 pesos en la actualidad. Esto se debe a que su tasa de rendimiento anual cayó de un 1,75% anual al 0,45 %. No caben dudas que un título que este atado a la evolución de la cotización del dólar oficial resulta muy atractivo, pero en la medida que su vencimiento se alargue el interés por comprar ese bono será menor. Esto se debe a que el atractivo para el inversor es una especie de seguro de cambio ante una futura devaluación del peso frente al dólar y una eventual normalización y unificación del mercado cambiario.

Una medida de esta magnitud podría hacer desaparecer o reducir la brecha cambiaria entre el dólar oficial de 8,57 pesos contra el dólar ilegal paralelo blue o “dólar allanado”, como lo llama ahora el mercado financiero por debajo de los 13 pesos en función de las acciones de amedrentamiento que producen en conjunto el BCRA, la PROCELAC y la AFIP en sus constantes inspecciones a entidades financieras y que han paralizado prácticamente las operaciones del dólar contado con liqui cercana a los 12 pesos. Este es el verdadero termómetro para seguir la evolución de un dólar creíble en el mercado financiero

El problema es que en la medida que se estira el vencimiento de un bono del 2016 a otro del 2018 las expectativas de devaluación de uno y otro son diferentes. En particular porque es más probable que el mercado se pueda unificar antes del 2016, con la llegada de un nuevo gobierno luego de las elecciones de fines de 2015, por lo tanto la ganancia mayor será para quien compró de vencimiento más corto que el más largo. La expectativa de los inversores que compraron el Bonad 16 es que luego de la asunción de otra administración desaparezca el cepo cambiario o por lo menos se unifique el mercado y no haya mas brecha entre el ese “dólar asegurado” hoy de 8,75 implícito ya en la cotización del bono atado al dólar y el “dólar allanado” de 13,50.

Si el mercado se unifica, quien compró los bonos atados al dólar oficial se beneficiará ya que este pasaría a cotizar mas cerca del “dólar allanado”que del dólar asegurado, obteniendo una fuerte ganancia en dólares de casi un 40 % con esta especie de nueva bicicleta financiera. Si el plazo de vencimiento de esos bonos se alarga las expectativas de devaluación son más bajas. El Bonad 18, es a 40 meses de plazo y a una tasa del 2,40% anual. También aparece el interrogante si conviene comprar un bono dollar linked o un título nominado en dólares que además se cobrará en dólares a su vencimiento y no en pesos como los recientes títulos emitidos.

Para frenar la suba del dólar en el mercado libre e imponer esta especie de “dólar allanado” sancionado a operadores y casas de bolsa la dupla Kicillof- Vanoli ha vuelto a poner en funcionamiento una nueva bicicleta  financiera para favorecer a las empresas y a  los bancos. Es que para bajar la presión sobre el dólar blue o ilegal y reducir las tensiones en el mercado en lugar de comprar el dólar bolsa a $ 13,50, los bancos y las empresas optan por un título en pesos actualizado al valor del “dólar asegurado”. Pero con esto el Gobierno no resuelve la causa del problema, que son los desajustes macroeconómicos que provocan la suba de la inflación, la falta de dólares  y el déficit fiscal que provoca una fuerte emisión de pesos para financiar el gasto público

Ante una crisis de deuda sin problemas de deuda

El laboratorio de experimentos económicos financieros a los que nos tienen acostumbrados los gobiernos y los ministros de la Economía tal vez no esperaba esta nueva experiencia que enfrenta la Argentina luego de la decisión de la Corte Suprema de los EEUU.  Es que será difícil explicar en los libros de historia económica del futuro cómo un país que canceló toda su deuda con el FMI, que realizó dos canjes para normalizar su deuda pública en default y la redujo espectacularmente, que le pagó puntillosamente a los  acreedores desde el 2006 hasta el presente puede llegar a caer en default. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner está a punto de entrar en “una crisis de la deuda sin problemas de deuda”.

La impericia, la soberbia y la inexperiencia con la que se aborda el problema para pagarle unos 1500 millones de dólares a los holdouts tal vez sean los términos que más se adecúen a esta nueva cruzada “anti-buitre” que encabeza el  ministro Axel Kicillof, quien ha manifestado irresponsablemente a través de un comunicado enviado por el ministerio de Economía que el 30 de junio próximo la Argentina no pagará un vencimiento de deuda por 900 millones de dólares.

Lo más grave del caso es que Kicillof podría trasformase en una de las victimas de esa “crisis de deuda sin problemas de deuda” si el  dólar libre o ilegal se dispara en los próximos días como ocurrió en las tantas crisis cambiarias y financieras que se produjeron en nuestro país. Kicillof debería considerar que la última se produjo en enero pasado y en esa oportunidad el BCRA tuvo que devaluar el dólar oficial un 25%. Como dato, hay que mencionar que las reservas del BCRA desde que llegó Axel Kicillof en noviembre pasado a la titularidad de la cartera de Economía cayeron unos 3000 millones de dólares.

Un nuevo aumento del tipo de cambio junto a una baja en las reservas intencionales del BCRA en Argentina podría ser un golpe letal para un ministro que ha quedado inmovilizado, sin reflejos y sin respuestas, ante al decisión de la Corte Suprema de los EEUU y del levantamiento del stay por parte de la Cámara de Apelaciones del segundo Circuito de Nueva York a cargo del Juez Thomas Griesa. En particular porque una nueva crisis financiera llevará consigo un aumento de los precios que el gobierno esta vez no podrá contener con el programa de Precios Cuidados. Solo basta mencionar que el vienes antes de conocerse la decisión de la Corte de los EEUU el valor del dólar en el mercado libre llegaba a los 11,70 pesos, mientras que en la actualidad supera los 12,50 mostrando un aumento del 7 %.

En caso de defaultear y no mostrar voluntad de pago frente a una sentencia de un tribunal de Nueva York avalada por la Corte Suprema de Justicia de los EEUU, Argentina se expone a perder el reducido financiamiento internacional que tenía para el sector público y también para el sector privado.  Cabe recordar que en el corto plazo la Provincia de Buenos Aries necesita colocar en el mercado internacional unos 500 millones de dólares, la Ciudad de Buenos Aires debe financiar unos 890 millones de dólares y la provincia de Mendoza busca unos 250 millones de dólares en el mercado de externo. Nadie les prestará a gobernadores de un Estado que puede caer en defualt.

El proyecto de YPF para financiar el yacimiento de Vaca Muerta, donde se necesitarían invertir aproximadamente unos 20.000 millones de dólares en los próximos cinco años, quedaría en el olvido. Ningún inversor se atreverá a financiar el crecimiento de una compañía estatizada de un país en cesación de pagos. Este escenario tambien afectará fuertemente a las inversiones en el sector privado.

El ministerio de Economía sostuvo este miércoles por la noche que la suspensión de las medidas cautelares dictadas por el juez de Nueva York Thomas Griesa “impiden” el pago de los cupones de la deuda reestructurada que vencen el 30 de junio próximo en la jurisdicción de Nueva York. Lo llamativo es que el comunicado finaliza indicando que ”Argentina reitera la voluntad de pago a sus acreedores reestructurados”. Esto deja abierta la posibilidad aún de cambiar la jurisdicción, pese al rechazo del juez Griesa y la  posibilidad de declarar el primer default de la deuda sin problemas de deuda, a diferencia de anteriores ocasiones cuando se defaulteaba porque el país no podía pagar su deuda por crisis financieras internacionales
como las del 82 que sacudió a todos los países de la región o la ultima tan recordada de fines del 2001.

Los modales del ministro Kicillof

La famosa frase de Néstor Kirchner “¿Qué te pasa Clarín, ¿estás nervioso?” es un buen ejemplo para comenzar esta columna. En ese caso no está dirigida al grupo dirigido por Héctor Magnetto, sino al ministro de Economía, Axel Kicillof, quien cuando lo sacan de su libreto está cerca de sufrir un ataque de nervios o de pánico.

En los últimos años del gobierno de Cristina Fernández, cuando ministros de Economía como Amado Boudou o Hernán Lorenzino anunciaban buenas noticias ante micrófonos, lucían contentos y hasta rozagantes, con ganas de hablar de los temas referidos a su cartera. Lamentablemente, este no es el caso de Kicillof, quien cuando sube al estrado para anunciar un resultado positivo como el éxito de los Precios Cuidados para bajar la inflación, se transforma ante las preguntas de los periodistas que concurren a sus conferencias de prensa. El ministro logra que estas instancias se transformen en una especie de boomerang ya que le juegan en contra por su mal humor y soberbia manifiesta. Es importante que tome conciencia del rechazo que genera frente a los periodistas que escuchamos sus palabras y luego debemos comentarlas en la prensa oral y escrita.

Es realmente sorprendente cómo la cara del joven ministro, que hasta luce simpático antes de disertar sobre el tema del día, comienza a transformarse al estilo del Mr. Hyde creado por el Dr Jekyll o el Frankenstein de Mary Shelley. Es increíble su metamorfosis cuando le cambian el libreto. No se parece en nada al profesional destacado, al joven graduado con medalla de oro en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y solo superado en promedio por el dirigente montonero Mario Eduardo Firmenich. En realidad, parece un chico de mal carácter, enojado y muy mal educado.

En particular el ministro se exaspera y entra en estado de shock con las preguntas de los periodistas del Grupo Clarín. En este caso le tocó a la amable profesional de Radio Mitre, Mariel Di Lenarda, quien en tono cordial solo preguntó por un tema que está en boca de todos. “¿Ministro, quería saber que pasará con el mínimo no imponible?” preguntó la cronista, desatando la ira de Kicillof. “No sé si también quiere preguntarme sobre quién ganará el Mundial 2014 de Brasil o sobre el sexo de los ángeles”, fue su respuesta. Pero no contento con ello, agredió intelectualmente a la periodista y al resto de quienes lo escuchábamos por no “no tener la capacidad de hacer preguntas con respecto al tema” y mostrando además una falta total de galantería hacia una dama que preguntaba en tono cordial y con respeto.

Kicillof aclaró que él no estaba para responder preguntas que no forman la agenda del día como lo hizo también su correcta jefa de prensa, Jessica Rey, quien debe obedecer las órdenes del ministro. La historia muestra que tanto Roberto Lavagna, la expulsada Felisa Miceli, Miguel Peirano, Martín Lousteau y hasta Carlos “El Mudo” Fernández se caracterizaron por tratar bien a los periodistas que concurren  a las conferencias enviados por sus respectivos medios. Estos a veces deben estar desde muy temprano y en muchos casos no pueden preguntar porque no entran en la short list que integran solo los primeros cinco periodistas que se anoten.

Quizas Kicillof debería manejar sus nervios en cada conferencia de prensa, o hacer una especie de media training, y ante preguntas que no están en la agenda, tratar de responderlas como han hecho siempre sus antecesores. La suba de los “Precios No Cuidados”, la baja de las tasas de interés, una futura devaluación del peso parecida a la de enero, el inminente pago al Club de París y la pelea con los Fondos buitre. Por ese motivo es probable que si Nestor Kirchner viviera, tal vez le preguntara al ministro ¿Qué te pasa Axel Kicillof,  estás nervioso?

El problema es la numerología K

El intento del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, de justificar que el ministro Kicillof diera la orden de no difundir los índices de pobreza e indigencia por “problemas metodológicos, de actualización y de empalme con el nuevo IPC nacional” esconde no sólo una gran hipocresía, sino también el desconocimiento total del tema del que está hablando. En realidad no se trata de un problema de la metodología de medición que aplica el Indec sino de la especie de numerología que viene practicando el Gobierno desde enero de 2007, cuando Guillermo Moreno decidió intervenir el organismo oficial de estadística.

En primer lugar, debemos decir que la metodología es una pieza fundamental para todo tipo de investigación, y es un método científico, internacionalmente aceptado, cuyo fin es sistematizar los procedimientos. En cambio la numerología, a la que parece suscribir el jefe de Gabinete, es una práctica adivinatoria que utiliza los números. Se trata de un conjunto de creencias o tradiciones que pretende establecer una relación mística entre los números, los seres vivos y las fuerzas físicas o espirituales. Algo parecido a lo que ocurre en el Indec, más allá de la pseudo-normalización recientemente anunciada del cálculo del índice de precios al consumidor, definido como IPCNu.

Si bien Capitanich reconoció que el Instituto Nacional de Estadística discontinuó la publicación de la serie histórica del indicador por “severas carencias” en la medición anterior con la actual, omitió explicar que se trata de dos series totalmente distintas.  Los indicadores que se tenían que dar a conocer ayer eran los correspondientes a la Encuesta Permanente de Hogares del segundo semestre del año pasado. El último dato se divulgó el 29 de octubre de 2013, correspondiente al primer semestre de ese año. Además, Capitanich debería explicar por qué Axel Kicillof dio la orden no sólo de no publicar los indicadores sino también de adulterar el cronograma de publicación de esos datos del Indec.

En su justificación el Jefe de Gabinete manifestó que “hay una metodología de cálculo diferente, una modificación de carácter estructural en el cálculo del IPC urbano federal, antes era sólo del Gran Buenos Aires. Hay problemas de empalme”. Esto es totalmente inexacto, ya que en febrero, en la conferencia de prensa que dio Axel Kicillof para presentar el nuevo IPCNu base 2004, que reemplaza al viejo IPC base 1993, el ministro dijo “no habrá coeficiente de empalme entre la base nueva y la base vieja, algo inédito en la historia de la estadísticas del Indec”. Por ese motivo el jefe de Gabinete sumó otra incongruencia al advirtir que “cuando se dé a conocer nuevamente los valores de pobreza e indigencia, será porque se habrán resuelto estos problemas metodológicos y de empalme”. ¿De qué empalme habla Capitanich si Kicillof dijo que las series no se podrán empalmar porque se trata de canastas de medición con diferentes productos y diferentes precios?

Claramente, lo que el Gobierno no quiso hacer es mostrar los números que tiene el Indec en base a las nuevas mediciones que no tienen nada que ver con los de la última EPH difundida en octubre que indicaba que al cierre del primer semestre de 2013 se encontraban por debajo de la línea de pobreza unos 448.000 hogares, los que incluían a 1.189.000 personas. A su vez de ese total se encontraban bajo la línea de indigencia 189.000 hogares, lo que significaba unas 367.000 personas indigentes. Esto es, apenas 4,7 por ciento del total de la población en el primer caso y 1,4 por ciento en el segundo.

Por si esto fuera poco, y exhibiendo un desconocimiento total del tema, Capitanich afirmó que “la última actualización del poder de compra se hizo en 2001 y se determinó en ese momento el valor de la CBA actualizando el valor de la misma que daba el proyecto de investigación sobre pobreza en la Argentina, del Gobierno de Raúl Alfonsín”. Esto también es falso ya que para construir la nueva metodología del IPCNu se tomaron los valores de las canastas actualizadas del último trimestre del 2004.

El Indec salió al cruce con un comunicado que virtualmente replica los dichos de Capitanich, al indicar que “el valor de la CBA se determinó actualizando mensualmente el valor de la canasta que el proyecto ‘Investigación sobre Pobreza en Argentina’ fijó en 1985 en 16 australes. Esto es lo que se conoce como ‘Canasta de Costo Mínimo’. Para realizar esta actualización se utilizó la variación de precios del IPC GBA según la composición de la CBA inicialmente definida. Según el tipo de cambio nominal los referidos 16 australes eran equivalentes a algo menos de u$s17. de 1985”.

De este modo, las expectativas favorables, a favor de una mayor transparencia que generó la elaboración de un nuevo índice de inflación, con la venia del FMI, vuelven a opacarse. Está claro que esta nueva intervención del ministro de Economía dan cuenta de un manejo discrecional de las estadísticas públicas similar o peor al de la época en que Guillermo Moreno mandaba en el Indec.