El teorema de Axel Kicillof

Por definición, un teorema es la demostración de una verdad que se deduce de ciertas hipótesis que se dan por ciertas. Se trata de una explicación lógica que parte de postulados que no se discuten o de otros teoremas ya demostrados. En la política económica argentina pocas veces se habla de teoremas, pero hay uno muy popular. Este fue enunciado allá por 1985 por el entonces diputado por la Unión Cívica Radical, Raúl Baglini. En síntesis, sostiene que “cuanto más lejos se está del poder, más irresponsables son los enunciados políticos; y cuanto más cerca, más sensatos y razonables se vuelven”. En otras palabras, lo que quiere decir Baglini es que el mantenimiento de las convicciones de un político es inversamente proporcional a su cercanía al poder.

Pero ahora, en función de los últimos acontecimientos que han tenido como principal actor al ministro de Economía, en particular su reciente pelea con el presidente del Banco Central de la República Argentina, Juan Carlos Fábrega, para presionarlo a que baje las tasas de interés en medio de una nueva mini corrida cambiaria, se ha comenzado a hablar del “Teorema de Axel Kicillof”, tanto en ambiente empresarial como en el mercado financiero.

Éste expresa que, en la medida que un funcionario del Gobierno se acerca al joven ministro, corre el riesgo de irse o de ser fulminado políticamente por acercarse a sus ideas. El primer caso fue el del ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien pensó que cerca de Kicillof continuaría en su puesto. Se equivocó. Significó su ida del Gobierno a una representación diplomática en Roma. “Los pendejos de La Cámpora me traicionaron y en particular Axel”, comenta Moreno” en su círculo íntimo. El segundo funcionario que sufrió en carne propia el “Teorema de Axel Kicillof” fue el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ya que pese a ser socio en una consultora en los 90 y uno de los empleadores del joven ministro, vio como su poder se esfumaba cuando se acercó en las ideas económicas: fue dejado de lado en las decisiones económicas y dentro del equipo de Kicillof comentan que el ex gobernador del Chaco no ha sido un buen comunicador de las acciones del Gobierno.

El tercer funcionario alcanzado por el “Teorema de Axel Kicillof” fue el ex ministro de Economía, Hernán Lorenzino, a quien su sucesor comenzó a esmerilar desde que llegó como su viceministro. Se había acercado luego de ser designado como Director de la Unidad de Reestructuración de la Deuda, creada por un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, pero fue desplazado rápidamente en los primeros días de enero de este año, quedando la reestructuración de la deuda a cargo del nuevo súper ministro y su secretario de Finanzas, Pablo López. Lorenzino fue eyectado y todavía la Cancillería no le aprobó su placet como embajador en la Unión Europea.

Cintura política para preservarse

Por el momento hay tres funcionarios del Gobierno que forman parte de las decisiones de política económica que toma la presidente Cristina Kirchner y que prefieren preservarse para no ser alcanzados por el “Teorema de Axel Kicillof”.

En primer lugar, se encuentra el presidente del BCRA, Juan Carlos Fábrega, quien prefiere estar lejos del ministro y hasta podría dejar su sillón en Reconquista 266 para dedicarse a la política. Se habla de una probable candidatura a gobernador en su Mendoza natal. Además, prefiere hablar más con los banqueros que con el propio Kicillof, quien cuenta con tres directores que le responden en el directorio del BCRA, mientras “El Garante” -así lo llaman a Fábrega en el mercado financiero- cuenta con dos directores que le respoden.

Otro de los funcionarios que prefiere no estar cerca de Kicillof es el titular de la Anses, Diego Bossio, un economista técnico con buena relación con la presidente y su hijo Máximo Kirchner. Este economista egresado de la Universidad de San Andrés, que maneja el segundo presupuesto mas grande de la Argentina, unos 380.000 millones de pesos del Fondo de Garantía y Sustentabilidad de la Anses, prefiere recorrer la provincia de Buenos Aires y todas las semanas para luego candidatearse como futuro gobernador por el oficialismo. Bossio surge dentro de los gobernadores peronistas como uno de lo candidatos a ministro de Economía en caso que la situación de Kicillof se complique en el futuro.

También el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, ha preferido estar distante del ministro de Economía. Esta semana se lo vio muy serio al anunciar una virtual moratoria impositiva. El recaudador ya tuvo dos pasos en falso cuando dio a entender que el Gobierno no extendería el blanqueo de capitales o exteriorización de divisas y luego fue prorrogado las dos veces por un pedido de Kicillof a la Presidente.

Echegaray estuvo a punto de entrar dentro de las víctimas que plantea el “Teorema de Kicillof” cuando comenzaron a analizar conjuntamente una aumento del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, pero dejó todo en manos del joven ministro, porque habría considerado que es mejor estar distante y consolidarse como el funcionario más eficiente de este Gobierno. A este listado se suma el CEO de YPF, Miguel Galluccio, a quien varios empresarios también encumbran como uno de los funcionarios más capacitados. Responde a la presidente Cristina Kirchner y se acerca lo menos posible al ministro para no ser opacado y no formar parte de las víctimas del “Teorema de Axel Kicillof”.

El problema es la numerología K

El intento del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, de justificar que el ministro Kicillof diera la orden de no difundir los índices de pobreza e indigencia por “problemas metodológicos, de actualización y de empalme con el nuevo IPC nacional” esconde no sólo una gran hipocresía, sino también el desconocimiento total del tema del que está hablando. En realidad no se trata de un problema de la metodología de medición que aplica el Indec sino de la especie de numerología que viene practicando el Gobierno desde enero de 2007, cuando Guillermo Moreno decidió intervenir el organismo oficial de estadística.

En primer lugar, debemos decir que la metodología es una pieza fundamental para todo tipo de investigación, y es un método científico, internacionalmente aceptado, cuyo fin es sistematizar los procedimientos. En cambio la numerología, a la que parece suscribir el jefe de Gabinete, es una práctica adivinatoria que utiliza los números. Se trata de un conjunto de creencias o tradiciones que pretende establecer una relación mística entre los números, los seres vivos y las fuerzas físicas o espirituales. Algo parecido a lo que ocurre en el Indec, más allá de la pseudo-normalización recientemente anunciada del cálculo del índice de precios al consumidor, definido como IPCNu.

Si bien Capitanich reconoció que el Instituto Nacional de Estadística discontinuó la publicación de la serie histórica del indicador por “severas carencias” en la medición anterior con la actual, omitió explicar que se trata de dos series totalmente distintas.  Los indicadores que se tenían que dar a conocer ayer eran los correspondientes a la Encuesta Permanente de Hogares del segundo semestre del año pasado. El último dato se divulgó el 29 de octubre de 2013, correspondiente al primer semestre de ese año. Además, Capitanich debería explicar por qué Axel Kicillof dio la orden no sólo de no publicar los indicadores sino también de adulterar el cronograma de publicación de esos datos del Indec.

En su justificación el Jefe de Gabinete manifestó que “hay una metodología de cálculo diferente, una modificación de carácter estructural en el cálculo del IPC urbano federal, antes era sólo del Gran Buenos Aires. Hay problemas de empalme”. Esto es totalmente inexacto, ya que en febrero, en la conferencia de prensa que dio Axel Kicillof para presentar el nuevo IPCNu base 2004, que reemplaza al viejo IPC base 1993, el ministro dijo “no habrá coeficiente de empalme entre la base nueva y la base vieja, algo inédito en la historia de la estadísticas del Indec”. Por ese motivo el jefe de Gabinete sumó otra incongruencia al advirtir que “cuando se dé a conocer nuevamente los valores de pobreza e indigencia, será porque se habrán resuelto estos problemas metodológicos y de empalme”. ¿De qué empalme habla Capitanich si Kicillof dijo que las series no se podrán empalmar porque se trata de canastas de medición con diferentes productos y diferentes precios?

Claramente, lo que el Gobierno no quiso hacer es mostrar los números que tiene el Indec en base a las nuevas mediciones que no tienen nada que ver con los de la última EPH difundida en octubre que indicaba que al cierre del primer semestre de 2013 se encontraban por debajo de la línea de pobreza unos 448.000 hogares, los que incluían a 1.189.000 personas. A su vez de ese total se encontraban bajo la línea de indigencia 189.000 hogares, lo que significaba unas 367.000 personas indigentes. Esto es, apenas 4,7 por ciento del total de la población en el primer caso y 1,4 por ciento en el segundo.

Por si esto fuera poco, y exhibiendo un desconocimiento total del tema, Capitanich afirmó que “la última actualización del poder de compra se hizo en 2001 y se determinó en ese momento el valor de la CBA actualizando el valor de la misma que daba el proyecto de investigación sobre pobreza en la Argentina, del Gobierno de Raúl Alfonsín”. Esto también es falso ya que para construir la nueva metodología del IPCNu se tomaron los valores de las canastas actualizadas del último trimestre del 2004.

El Indec salió al cruce con un comunicado que virtualmente replica los dichos de Capitanich, al indicar que “el valor de la CBA se determinó actualizando mensualmente el valor de la canasta que el proyecto ‘Investigación sobre Pobreza en Argentina’ fijó en 1985 en 16 australes. Esto es lo que se conoce como ‘Canasta de Costo Mínimo’. Para realizar esta actualización se utilizó la variación de precios del IPC GBA según la composición de la CBA inicialmente definida. Según el tipo de cambio nominal los referidos 16 australes eran equivalentes a algo menos de u$s17. de 1985”.

De este modo, las expectativas favorables, a favor de una mayor transparencia que generó la elaboración de un nuevo índice de inflación, con la venia del FMI, vuelven a opacarse. Está claro que esta nueva intervención del ministro de Economía dan cuenta de un manejo discrecional de las estadísticas públicas similar o peor al de la época en que Guillermo Moreno mandaba en el Indec.