El FpV, la única fuerza que rendirá cuentas a nivel nacional

Carlos De Angelis

El kirchnerismo lanzó el sábado 29 de junio desde el microestadio de Argentinos Juniors en la Ciudad de Buenos Aires su campaña electoral con eje central en la figura de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

La polarización será la estrategia central del oficialismo frente al escenario electoral, con la finalidad central de evitar la partición en tercios o en cuartos de las preferencias electorales.

Una potencial dispersión de los votos presume el riesgo de una derrota electoral de imposible digestión para el Gobierno nacional. La expresión de qué lado estás usada por la presidenta en varias oportunidades en el acto de apertura de la campaña indica la intención de partir aguas y apunta sobre todo a sensibilizar a los jóvenes que se suman a la experiencia ciudadana.

La declaración de inconstitucionalidad y la consiguiente inaplicabilidad de la ley 26.855, por parte de la Corte Suprema de Justicia, que dio por fallida elección por voto popular de los miembros del Consejo de la Magistratura, empantanó la estrategia de nacionalizar la elección mediante una lista única para todo el país.

Las elecciones de medio término suelen tener un componente local y otro de índole más ideológico (aunque suene antiguo) que lleva a la dispersión de los votos. A diferencia de las elecciones presidenciales, en las que predomina entre los ciudadanos la necesidad de gobernabilidad (con la elección de un gobierno posible y estable), en las elecciones para elegir los miembros del Congreso Nacional se pueden seguir algunas fórmulas alternativas tanto para marcar contrapesos mediante el voto negativo, como para elegir la boleta más cercana a la simpatía de los votantes. Será misión de la presidenta que dicha boleta sea la del Frente para la Victoria, y viceversa, que quien quiera vota a Cristina sepa con claridad cuál boleta votar, cosa que no siempre ocurre.

Por las configuraciones actuales del campo político partidario el kirchnerismo es la única fuerza que tendrá que rendir cuentas por su actuación nacional para registrar la derrota o la victoria, mientras que a las demás expresiones políticas les alcanzará, como por ejemplo al PRO, o al Frente Renovador de Sergio Massa, con una buena actuación local. Esta contingencia quizás no sea tan negativa para el oficialismo, en especial en Diputados, pues renueva los legisladores electos en 2009, quizás el peor año la década K.

Pero existen diversas formas de contabilizar el resultado del kirchnerismo en las elecciones: si el conteo es por legisladores, sacar por encima del 35% de los votos a nivel nacional será una victoria importante, puesto que incluso incrementará el número de diputados del oficialismo más aliados. Si la comparación es con el 54% de los votos que registró la presidenta en 2011, se observará un escenario de derrota pues es un resultado imposible de empardar. Si finalmente la evaluación de triunfo o derrota se da por el resultado de la provincia de Buenos Aires (el escenario más probable) el desenlace posible es más incierto, con una serie de elementos contingentes como la actuación de los propios Massa y Francisco de Narváez, la situación económica de los sectores más vulnerables y la presencia de los intendentes del conurbano bonaerense, entre otros.

La épica será un componente clave del discurso kirchnerista. La expresión de la presidenta, tenemos que ganar otra década más, buscará extender la sensación de estabilidad, continuidad y reparación que promete Cristina frente a los enemigos ocultos, visibles y corporaciones de toda laya, y sobre todo frente a los avatares políticos de la historia argentina.