La era de la dispersión

Carlos De Angelis

Las elecciones de 2011 se caracterizaron por un reforzamiento de los “oficialismos”. Tanto las categorías presidencial, como gobernadores e intendentes se caracterizaron por guarismos importantes para el candidato ganador, donde fue normal que muchos superaran valores del 50 y aun el 60% de los sufragios. La elección primaria de 2013 presenta un panorama totalmente diferente, con una fuerte dispersión y valores bastante más escuetos donde algunos de los principales contendientes oscilaron entre el 30% y el 35%. De esta forma, Gabriela Michetti por Unión Pro en la Ciudad de Buenos Aires obtiene el 32%, en Córdoba Schiaretti, por Unión por Córdoba, araña el 30%, y Sergio Massa con el Frente Renovador queda cerca del 35%.

Una de las razones de estos resultados estriba en la lógica propia de las elecciones de medio término, donde el voto se dispersa entre una variedad de opciones. A esto debe sumarse un cambio en el clima de opinión de la sociedad argentina que busca opciones distintas al Frente para la Victoria, conjugado con las características de la oposición al gobierno nacional que por distintas razones no ha vertebrado dos o tres organizaciones políticas que puedan extenderse por todo el territorio nacional.

Observando los resultados electorales a nivel nacional, el ganador de la jornada fue un intrigante “otros” cercano al 40%, y en segundo lugar el Frente para la Victoria con el 26%. Tercero queda el Frente Renovador, presentándose sólo en la provincia de Buenos Aires con un poco más del 13%. Cuarto el Frente Cívico y Social superando el 8 %, luego la UCR que con su sigla partidaria obtiene casi el 6%, cerrando la lista el “Unidos por la libertad y el trabajo” de De Narváez con el 4%. ¿Quién es “otros”? Son más de setenta agrupaciones que sacaron a nivel nacional menos del 4% y que recorren todo el abanico ideológico desde la izquierda dura del Altamira, hasta Fuerza Republicana de los Bussi en Tucumán, pasando por Unión Pro de Macri, el Partido Justicialista que se presentó insólitamente sin alianzas en algunas provincias como Santa Cruz o Tierra del Fuego y el UNEN de Carrió, Solanas y Lousteau. El resto son partidos o frentes provinciales y habrá que recorrer distrito por distrito para analizar cuáles superan el 1,5% para pasar a la etapa de octubre.

La conclusión del lunes posterior a las elecciones es que los votos que pierde el Frente para la Victoria son capturados por ahora por una gran cantidad de agrupaciones con poco o nulo contacto entre sí para prever una organización a nivel nacional en el corto plazo.

Queda también por ver cómo pueden las maquinarias electorales torcer el rumbo de los acontecimientos y si las fuerzas mayoritarias logran utilizar el “efecto gravedad” que produce el voto “útil” por el cual los ciudadanos tienden a abandonar el voto a partidos con escasas posibilidades de incorporar diputados y senadores y se dirigen a las agrupaciones mayoritarias. Efecto que suele favorecer a quien encabece las encuestas.

En términos políticos, esta dispersión traerá dos consecuencias, una inmediata y otra para los dos años venideros. La primera consecuencia es que en complejo entorno electoral, la victoria de Sergio Massa por seis puntos a Insaurralde en la provincia de Buenos Aires traerá aún más repercusiones que lo habitual en una elección en que es difícil ver quién ganó a nivel país. La segunda es que dicha propagación de candidaturas sobre todo las provinciales mejorará la capacidad de negociación del bloque parlamentario del oficialismo aunque también se verá una veloz expansión del todavía escueto bloque del Frente Renovador de Massa.