¿Cómo llegar con vida a las PASO?

El camino a las PASO ha mostrado ser uno muy intrincado y con muchos baches. En sí y para sí, como le hubiera gustado decir a Hegel.

En los seis meses que pasaron entre diciembre de 2014 y agosto de 2015 los tres principales candidatos, Sergio Massa, Mauricio Macri y Daniel Scioli, han tenido su oportunidad de liderar la carrera presidencial. Cada uno utilizó de diferente forma ese capital político transitorio.

Sin embargo, a su tiempo, ni Massa ni Macri pudieron o quisieron aprovechar la ventana de oportunidad que les abría para establecer un liderazgo para subsumir tras de sí al resto del arco político no kirchnerista, mientras que Scioli, contra muchos pronósticos, es finalmente el sucesor de doce años de Gobierno K.

Massa lideró las encuestas todo el año 2014. Esa ventaja importante la utilizó para construir un espacio, cuya estrategia principal se basó en cooptar intendentes del conurbano bonaerense, sin entender las características políticas y personales de esos actores ni las consecuencias de esa alianza débil, mal vista por los sectores medios que lo habían acompañado en las elecciones de 2013.

Así fue que Massa armó una ronda con cinco, seis (o más) candidatos a gobernadores a la provincia de Buenos Aires y mientras, con aires patriarcales, planteaba que “todos compitieran en las PASO”. Allí mismo, al verse no ser el elegido, muchos comenzaron a hacer las valijas para retornar al kirchnerismo, y Massa se quedó finalmente con Felipe Solá, a ciencia cierta un “tapado”, que en otro contexto podría haber sido un protagonista de primer nivel. Continuar leyendo

Triunfo electoral, deterioro político

Lo que parecía un trámite más en la tercera etapa electoral se tradujo para el PRO en un sobresalto enorme por la diferencia mínima obtenida en el ballottage en la Ciudad de Buenos Aires.

El 51,6% obtenido por Horacio Rodríguez Larreta contra Martín Lousteau, que sacó el 48,4%, estuvo lejos de las diferencias esperadas. En forma sorprendente nueve de las quince comunas de la Ciudad de Buenos Aires cambiaron de color político desde las elecciones generales de apenas quince días atrás. El PRO sostuvo su triunfo en las zonas más acaudaladas de la ciudad.

El llamado al voto en blanco que realizaron el Frente por la Victoria y la izquierda no dio en el blanco. Sólo el 5,2% de los porteños eligieron esta modalidad de sufragio, contra el 1,1% de la elección anterior.

Pragmáticamente, un voto de diferencia alcanzaba para tener nuevo alcalde porteño, pero puede sostenerse la hipótesis de que de no mediar una elección nacional en pocos días con Macri como protagonista, a estas horas la Jefatura de Gobierno de la Ciudad podría tener un nuevo inquilino. ¿Qué pasó?

El sucesor de Macri en la ciudad se encerró en un discurso “municipalista” de poco atractivo. Frases del estilo “vamos a seguir haciendo lo que venimos haciendo”; “tenemos el equipo que viene trabajando”; “vamos a hacer lo que la gente necesita”, para no hablar del timbreo de rigor para estar cerca de “la gente” marcaron el ritmo cansino de la campaña del PRO, focalizada en el proyecto local. Esto llevó a muchos votantes a visualizar al PRO como un partido vecinal con escasas posibilidades de proyectarse a escala nacional, más allá de los voluntarismos de rigor.

Lousteau resultó ser un contrincante incómodo para el PRO. El partido amarillo, entrenado para responder a las “críticas” de neoliberal o privatista, no supo qué responder frente a los cuestionamientos de candidato de ECO. Por ejemplo, en el debate, Lousteau presentó en el plató televisivo estadísticas y números mostrando un novedoso perfil de auditor, planteando dudas sobre la trasparencia de los actos de gobierno de la ciudad, más que cuestionando la gestión propiamente dicha.

Las indicaciones sobre falta de “accountability” de la gestión PRO, en cuestiones como el presupuesto en salud, el juego, los gastos en propaganda o las cuentas en obra pública, resultaron más dañinas para el macrismo que simplemente tildarlo de neoliberal. En definitiva le quitan fuerza a los argumentos que Macri usa para posicionarse en la escena nacional. 

También Lousteau apeló al milenario recurso del David frente a Goliat, mediante su argumento inicial de “voy contra dos Estados”, al “hay presiones para que me baje”, cuando existieron dudas en su participación en el ballottage. Sin embargo, se empantanó cuando le pidieron que explicara la ambigüedad de pertenecer a la “Alianza Cambiemos” Macri-Carrió-Sanz a nivel nacional y su empecinamiento en enfrentar al macrismo en la Ciudad de Buenos Aires. Pero dio algunas pistas que hacen dudar de su encuadre futuro cuando dijo que no tenía “jefes políticos”.

En definitiva ECO fue formado a toda velocidad, luego de la implosión de UNEN y a diferencia de su oponente circunstancial sí tiene un ojo puesto en la política nacional. Una posible derrota de Macri en las elecciones de octubre dejaría el espacio para el nacimiento de un nuevo liderazgo de oposición. En este sentido, se equivocaron quienes vieron el ballottage como una interna del PRO. Tienen perspectivas e intereses contradictorios.

Sin embargo, el 48,36 por ciento obtenido el domingo de la segunda vuelta no es voto propio de Lousteau, y el 25,5% obtenido en las generales es parte del voto flotante, que va rotando de elección a elección: pudieron haber votado en anteriores oportunidades a Aníbal Ibarra, a Pino Solanas o en esta oportunidad a él. Como contrapartida Lousteau sí tiene una discurso nacional. En cada presentación televisiva se dedica a descargar sus conocimientos en economía, incluso invirtiendo el costo político de haber sido ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner durante los cuatro meses más críticos de los doce años del kirchnerismo.

Pero el capítulo Lousteau ahora tendrá que esperar, la etapa siguiente se abre con las elecciones primarias del 9 de agosto, el combate de fondo. Macri deberá enhebrar con velocidad un discurso político más allá de “todo lo que hicimos en la Ciudad”, que le permita convocar al espacio no kirchnerista y con la finalidad mínima de acceder al otro ballotage, el de la elección presidencial, donde se decidirá quien gobierne la Argentina los próximos cuatro años.

Campana de largada para Macri

El súper 5 de julio electoral finalizó dentro de lo esperado. Sin embargo, las elecciones en Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, La Rioja, La Pampa y Corrientes marcaron triunfos de diversa intensidad y trascendencia.

En particular, el triunfo de Horacio Rodríguez Larreta no por poco sorpresivo tiene menor significación. Es para el PRO la primera elección a jefe de Gobierno sin Mauricio Macri encabezando la boleta, tal como lo hiciera en el 2003, 2007, y 2011.

Macri logra finalmente instalar a su candidato preferido a pesar de las conocidas dificultades de Rodríguez Larreta para escalar en el conocimiento de la ciudadanía y la inesperada y enconada oposición interna de Gabriela Michetti.

No obstante, el 45,6% obtenido por la fórmula Rodríguez Larreta-Santilli en la elección del domingo queda a 2,2% de lo obtenido en las PASO de abril. Ese pequeño porcentaje, que probablemente votó a Michetti en las primaria se desplazó hacia Martín Lousteau que pasó del 22,5 al 25,6 por ciento, para sostener el segundo puesto de la contienda. Sin embargo, el ex Ministro de Economía no fue la aspiradora de votos que prometía. El hecho de no alcanzar el 30% de los votos lo saca del radar de un posible triunfo, por más que insista en continuar con el ballotagge.

El tercer lugar fue para Mariano Recalde con el 21,7%. Realizó una correcta elección en un territorio tradicionalmente adverso, sobre todo porque supera el 20% crítico, y mejora la elección de la primaria, arrastrando los votos de los demás compañeros de ruta de la primaria (no era seguro, por ejemplo, que todos los votantes de Ibarra lo siguieran) y superándose en casi 2 puntos.

Por su parte, Luis Zamora sin estructura y prácticamente sin campaña, logra arrebatarle el cuarto lugar a la candidata del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, Myriam Bregman, con un escueto, pero valioso 4%, que por supuesto queda lejos del 12,29% que supo obtener en la elección de 2003, cuando fue tercero.

Observando el detalle del mapa de la Ciudad de Buenos Aires, el PRO gana en todas las comunas. No obstante, sobresale la elección de Rodríguez Larreta en la comunas del norte de la ciudad.

En efecto, en la 1 (Retiro, Puerto Madero, San Nicolás, Monserrat, Constitución y San Telmo) Larreta superó el deseado cincuenta por ciento, donde salió Recalde segundo con el veinte por ciento. En la 2 (Recoleta) el PRO se acerca al 59%, y Recalde retrocede a casi el 10%. En la 14 (Palermo) Larreta araña el 53%, y Lousteau se lleva el 26%. Finalmente en la 13 (Núñez, Belgrano y Colegiales) el partido amarillo saca el 53,6%, ECO sale un poco por arriba de su promedio con el 26,2%, mientras que Recalde retrocede al 14.5% de los votos.

Las mejores comunas para Martín Lousteau fueron las del corredor central de la ciudad. En la comuna 6 (Caballito) alcanza el 29,4%, luego en la comuna 11 (Villa Devoto, Villa del Parque, Villa Gral. Mitre y Villa Santa Rica), el candidato de ECO llega al 28,8%.

Por otra parte, Recalde logra el segundo puesto en las comunas del sur de la ciudad. En la 8, (Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Richuelo) hace su mejor elección alcanzando el 31,1% de los votos. En la 4 (Nueva Pompeya, Parque Patricios, La Boca y Barracas) alcanza el 28,2% y la apuntada comuna 1.

La insistencia de Martín Lousteau para continuar la elección en el ballottage tiene total legitimidad política y legal ya que la Constitución de la Ciudad requiere la mayoría absoluta de los votos (art. 96). Sin embargo, queda por ver la reacción de la ciudadanía por tener que votar nuevamente en una elección casi imposible de remontar.

Más allá de los riesgos que toda elección lleva, no sería tan mal negocio para el macrismo protagonizar una nueva elección en la ciudad de Buenos Aires, con dificultades para mostrar triunfos en diversos lugares del país. La capital de la nación sigue siendo una vidriera única para mostrar el mensaje nacional de Mauricio Macri. El ballottage, de no mediar el arrepentimiento de Martín Lousteau, se llevará adelante el 19 de julio, a veinte días de las primarias nacionales.

La probable segunda vuelta provocará situaciones hilarantes e inesperadas, en la actual circunstancia. Casi 370.000 votantes del Frente para la Victoria deberán elegir entre el sucesor de Mauricio Macri y el ex ministro de Cristina Fernández de Kirchner y mentor de la ya histórica resolución 125. En forma simétrica, quedarán casi 120.000 votantes de la izquierda frente al mismo dilema. Muchos votantes probablemente engrosen la lista de los votos blancos, que en definitiva cuentan para quien encabece la contienda.

Sorpresas y decepciones

A las 00.01 horas del día, domingo 21 de junio de 2015, coincidiendo con el Día del Padre, quedaron definidas las listas de precandidatos para las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que se realizarán el 9 de agosto.

Con el trascurrir de los días se irá pasando el “peine fino” para el análisis de las boletas presentadas por los distintos frentes para las diversas categorías. Allí se podrá observar el peso relativo de los distintos espacios políticos, así como las potencialidades de los candidatos y la futura posible conformación del Congreso Nacional.

Sin embargo, se pueden presentar algunas conclusiones del complejo proceso de selección de candidatos:

1) El kirchnerismo sigue manteniendo la centralidad del escenario político.

La gran novedad la aportó la incorporación de Carlos Zannini en la fórmula presidencial del Frente de la Victoria, y la salida de Florencia Randazzo como contrapeso de Daniel Scioli.

Los riesgos de dividir las candidaturas singulares frente a Mauricio Macri impulsó a unificar la fórmula presidencial, aún a riesgo de retirar a un Randazzo que no sólo había ascendido en su intención de voto en la primaria del FPV, sino quien era sentido como próximo para una parte de la militancia kirchnerista.

Queda claro, que a pesar de los 10.000 anuncios del fin de ciclo kirchnerista, el oficialismo nacional sigue mostrando vocación de poder, audacia, disposición a asumir riesgos políticos y capacidad para provocar (de paso) al antikirchnerismo.

2) La oposición política sigue siendo una constelación de pequeños planetas girando en torno a las decisiones de Cristina Fernández de Kirchner.

En efecto, quienes intentan asumir la conducción política del país desplazando al kirchnerismo del poder, mostraron, en términos generales, confusión, comedias de enredos, decisiones de último momento, candidatos que se conocieron para la foto, en definitiva una falta general de liderazgo y voluntad de confrontar con autoridad a la Presidenta.

Sin interés de establecer un gran “acuerdo nacional”, entre Macri y Massa, el primero se inclinó por Gabriela Michetti como candidata  a vicepresidente a último momento, luego de una serie de discusiones conocidas a través de versiones, y las insólitas presiones del ya famoso “círculo rojo”. Massa, luego de jugar al misterio y a la sorpresa con el fin de superar las deserciones de parte de su espacio, pero finalmente se inclinó, para completar su boleta, por un dirigente salteño desconocido para el gran público.

Las idas y venidas de muchos políticos (especialmente de los intendentes del Conurbano bonaerense) entre el massismo, el macrismo y el kirchnerismo, más allá de hilaridad que causa, requiere un llamado a la reflexión sobre la vulnerabilidad de las identidades políticas de nuestros días.

3) Por lo dicho, la discusión actual se traslada velozmente a la futura duplicidad entre quien tiene alta probabilidad de  asumir la primera magistratura el 10 de diciembre y entre quién lidera el espacio político kirchnerista.

La discusiones en la semana sobre la posible conformación del gabinete de Scioli confirman esto. Cómo alinear dos formas superpuestas de poder será un rompedero de cabezas a partir del 10 de diciembre, y pondrá en juego la innegable muñeca de Daniel Scioli, y su vocación de tiempista político.

4) Que la Presidenta no ocupe ningún cargo electivo, como se había especulado en los últimos tiempos, muestra dos elementos: su convicción de poder conducir el próximo proceso político, y su deseo de evitar polarizar la elección en torno a su figura.

El primer elemento se observa en la conformación de las listas a diputados del FPV. Allí si bien conviven distintos espacios del kirchnerismo y el sciolismo, las boletas más emblemáticas son lideradas por nuevas figuras surgidas del riñón k.  De esta forma, Eduardo “Wado” de Pedro, encabezando la lista de diputados en la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof  en la ciudad de Buenos Aires y por supuesto Máximo Kirchner por Santa Cruz, entre otros, cristalizan esta nueva realidad.

Luego, una presencia rutilante de la presidenta encabezando la lista del Parlasur hubiera impulsado la polarización total de la elección en torno a su figura. Tal como queda planteado el escenario ahora, los matices superan el espíritu plebiscitario de  su potencial candidatura.

5) Como queda planteado el escenario político, las PASO pierden peso específico. Dos elecciones prácticamente calcadas no ayuda a cumplir el objetivo de acercar la política a la sociedad, finalidad esencial de las primarias.

Sin mediar cambios a posteriori de la presentación de las listas, una de las internas más inesperada se dará en la provincia de Buenos Aires donde  Aníbal Fernández y Martín Sabbatella se enfrentarán en las PASO del FPV a Julián Domínguez y Fernando Espinoza. Sin dudas será una batalla demás interesante.

En definitiva esta etapa del proceso político finaliza con menos lustre que el esperado, donde la sociedad fue más espectador que actor. Ahora comienza la real campaña para conquistar la voluntad de los argentinos.

La depuración

Los reflectores del teatro político argentino volvieron a correrse. En medio del “mes de Macri” fruto básicamente de su triunfo en la Ciudad de Buenos Aires, en el primer round que fueron las PASO, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner intervino públicamente en la interna del Frente para la Victoria. Su pedido de “baño de humildad” provocó una catarata de defecciones: la llamada depuración de los candidatos a presidente de la Nación y a gobernador por la Provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria.

Muchos analistas explican que las PASO de la Ciudad de Buenos Aires dejaron una enseñanza. La dispersión entre múltiples candidatos podría dañar la legitimidad de quien lograra sacar la mayor cantidad de votos. Si esto fuera así, las primarias estarían funcionando como la antigua Ley de Lemas que se aplicaban en algunas provincias. La multiplicidad de boletas podría hacer inflar artificialmente la sumatoria de los votos de un determinado partido o frente, y al final del día resultar electo alguien que no hubiera ganado en la elección entre los votantes por candidato individual. Esa resultado podría sobrellevarse en una elección municipal, pero no en una elección nacional. Esta es una verdad relativa, ya que existen dos siguientes instancias superiores de legitimación: las elecciones generales y el ballotage. Continuar leyendo

Sorpresas y confirmaciones

Finalizaron las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias tan esperadas en la Ciudad de Buenos Aires. Las PASO, pensadas para que los partidos políticos pudieran elegir sus candidatos buscando rehabilitar a éstas estructuras desactualizadas, son un acontecimiento que aún provoca extrañeza y que introduce discusiones según como se lean sus resultados: por partido o por candidato.

Las elecciones de la Ciudad finalizaron con el esperado triunfo del PRO, con una importante distancia sobre sus seguidores. Sin embargo, la diferencia de Rodríguez Larreta sobre Michetti fue mayor que la esperada. Ciertamente, se observó una fuerte caída de la senadora nacional en el último mes. El apoyo de Mauricio Macri a su jefe de Gabinete fue un elemento determinante en los resultados, pero no el único factor. La candidata, que buscó diferenciarse fortaleciendo una imagen más política, no leyó a la propia construcción del PRO, un partido de gestión. Paradójicamente, en su discurso de aceptación de la derrota electoral Michetti retomó su rostro más carismático y el discurso directo que había logrado cautivar a parte de la ciudadanía porteña desde el 2003.

Más llamativo fue, en cambio, el avance de Lousteau, que queda a poca más de un punto de Michetti.  A una velocidad sorprendente, el ex ministro de Economía no sólo logró construir su frente y su candidatura, sino que desafió al PRO en su propio terreno: la eficacia en la gestión.

En cambio, los resultados del Frente para la Victoria, y de Mariano Recalde en particular no sorprendieron, el voto consolidado del kirchnerismo no dudó frente a las especulaciones de que sus votantes pudieran elegir votar por fuera, para que perdiera el candidato predilecto de Macri.

Quedó muy poco para repartir por fuera de los tres principales frentes políticos. Dos agrupaciones de izquierda, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores con Miriam Bregman y el Autodeterminación y Libertad de Luis Zamora logran apenas superar el dos por ciento y podrán concurrir a la general en busca de algunos legisladores.

En cambio, Guillermo Nielsen, por el Frente Renovador, y que concurriera a la elección con un duro discurso de confrontación con el macrismo, no alcanza el piso mínimo requerido por ley, mientras que Claudio Lozano con la Alianza Camino Popular, queda peleando voto a voto para acceder a la próxima etapa.

En el futuro inmediato, habrá poco descanso para los porteños. El 5 de julio será la elección general y los debates se orientarán hacia saber si habrá una nueva cita en las urnas en ballotage dos semanas después. Habrá que atender a la discusión si el electorado seguirá a los mismos candidatos o entidades políticas, y tangencialmente a las nuevas disyuntivas de los votantes de los partidos que no alcanzaron el piso de 1,5 para pasar a la siguiente etapa.

Entre el candidato de ECO y del FPV; en sus candidatos ahora oficiales, Lousteau y Recalde, se abrirá la verdadera competencia en la elección general para ver cuál de los dos podría acceder al ballotage, mientras el PRO buscará lograr los votos que le faltan para superar el 50% y que proyecten a Rodríguez Larreta a la jefatura de gobierno, intentando que no se les vaya los votantes obtenidos en las primarias.

Sin embargo, no será posible realizar una redistribución lineal de los votos de la PASO. La elección de la ciudad inevitablemente se nacionalizará tanto por el peso simbólico de la capital de la Nación, como por el interés del ex Presidente de Boca Juniors en su proyección nacional.

El porcentaje de votos obtenidos entre las dos principales precandidaturas del PRO (y haber apostado fuerte al candidato ganador), le servirá a Macri para mostrar que es posible fundamentar su ambición presidencial, y ahora va por los potenciales votos de Sergio Massa. Sin embargo, permanece la incógnita de si María Eugenia Vidal podría seguir la trayectoria ascendente de Larreta ya en la enorme provincia de Buenos Aires. Por su parte, para Mauricio Macri, la Ciudad de Buenos Aires es un portaviones político y difícilmente prescindirá de Michetti como evangelizadora de la gestión local en toda la geografía del país.

Finalmente, se debe que considerar que la importante diferencia de casi diez puntos entre Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti producirá un efecto de aprendizaje en las dirigencias políticas. El modelo tradicional de las candidaturas “dirigidas” desde el liderazgo político ya ha superado las fronteras del peronismo. Se va a volver difícil (o más difícil) establecer disidencias de candidaturas alternativas al oficialismo. El ascenso de Larreta, un político de difícil “posicionamiento” para los gurúes del marketing político, desde una tercera posición hasta ser el cómodo ganador de la jornada implicará análisis tanto académicos como políticos, que trascenderán la elección local.

El enigma Michetti

Dentro de las situaciones que se presentan en la política argentina en este año electoral, existe uno que resulta de particular interés: el caso de Gabriela Michetti. La controversia, finalmente zanjada sobre su futuro político, dispuesta entre su voluntad de competir por la Jefatura de Gobierno, y “lo que es mejor para el partido”, actualiza debates sobre las modalidades de selección de candidatos y la pluralidad de miradas aceptadas en los partidos políticos argentinos.

Sin duda, la actual senadora por la ciudad de Buenos Aires ha reunido un gran capital político en los últimos diez años. Es la dirigente con mayor imagen positiva en CABA y con una intención de voto que le permitiría sortear con razonables probabilidades de éxito la futura compulsa electoral. En un partido que emplea en forma masiva las armas de marketing político, y dónde los cañones han apuntado a instalar a Horacio Rodríguez Larreta, Michetti llega y se mantiene en los primeros planos prácticamente sin utilizar las herramientas que recomiendan los expertos. Continuar leyendo

Massa y el fuego cruzado

Para el observador imparcial el mapa político civil argentino el siglo XX fue dominado por dos expresiones: el justicialismo y el radicalismo. El radicalismo prácticamente abrió y cerró el siglo democrático (1916-1999), pero el peronismo rigió la segunda mitad desde su surgimiento en 1945. ¿Qué diría ese observador frente al siglo XXI? Es probable que se sume en una aguda confusión. Podría explicar que el Frente Para la Victoria, ganador de las tres elecciones nacionales del presente siglo, es el nombre del peronismo actual, pero que no es exactamente lo mismo. Obervar qué fue del radicalismo es un tema más complejo.

Trasladado ya a las presidenciales de 2015, ¿cuál sería la configuración en pocas palabras? Se podría decir que Scioli es la continuación del FPV por otros medios, aunque no comparta parte del programa, de la estética y de la construcción política del kirchnerismo. También se podría racionalizar al PRO como un partido político nuevo de centro derecha, surgido de las capas medias y altas de la ciudad de Buenos Aires, basado en la idea que se pueden emplear modelos organizativos empresariales al gobierno de lo público.

¿Y Massa? Sergio Tomás Massa ha sido beneficiario de un fenómeno relativamente nuevo que es el voto flotante. Se trata de un votante insatisfecho, que no se vincula a ninguna expresión política en particular, y suele votar distinto en cada elección, a veces eligiendo más “en contra de” que a favor de tal o cual programa de gobierno. La pregunta que surge es: ¿se puede transformar el voto flotante en voto fiel? El voto flotante aparece especialmente en elecciones intermedias, en las presidenciales los ciudadanos comienzan a pensar en otras cuestiones como la gobernabiidad, la solidez de los candidatos, etc.

En 2009, hubo fenómeno de voto flotante cuando Francisco de Narváez triunfó en la Provincia de Buenos frente al mismísimo Néstor Kirchner con un frente llamado Unión–Pro. Sin embargo, la figura de De Narváez se diluiría rapidamente en el olvido, no pudiendo transformar su triunfo electoral en político.

Cuatro años después, Massa construye en un par de meses el Frente Renovador y da la sorpresa de la elección de 2013. Se sabe que tanto en política como en estrategia militar la sorpresa es un fenómeno efímero y de corta duración, luego hay que disponer de otras armas. Claro que Massa es, como se dice, un “animal” de la política, y desde el día en que se decidió ser candidato a diputado, también se postulaba a presidente, sin pasar por escalas intermedias.
Massa se afincó en dos temáticas: la seguridad, tema (relativamente) minimizado por Cristina Kirchner y la economía, armando un llamativo equipo de ex funcionarios kirchneristas como Miguel Peirano, Martín Redrado, Roberto Lavagna o Guillermo Nielsen. También espera volver a dar lugar a la sorpresa de las candidaturas a vicepresidente, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, o a jefe de Gobierno de la Ciudad.

Jugando con una alta exposición mediática, las encuestas lo acompañaron hasta hoy, encabezando la intención de voto. Sin embargo, algunas movidas como convocar a algunos intendentes del Conurbano, buscando precisamente el voto peronista, espantó a parte de la clase media, sectores urbanos lejos de la lógica de los “barones”. Esto llevó a que sus apoyos en las encuestas se estancaran e incluso empezaran a decaer levemente hacia finales de 2014. No obstante, ha logrado un fenómeno a tener en cuenta: sectores del sur y del oeste del Gran Buenos Aires podrían ser potenciales votantes, es decir penetró en parte del voto peronista. Efectivamente mantuvo el porcentaje pero cambió parte de la composición social de sus seguidores.

Desde principios de 2015 la campaña electoral entrará en otra fase. Scioli cuenta con el paraguas de la moderación, y Macri de la novedad y la gestión. Ambos gobiernan amplios distritos y parecen tener recursos ilimitados. Paradójicamente, la campaña se reideologizará más allá de la voluntad de los contendientes. Se enfatizará en dos modelos, uno basado en la mayor intervención estatal y otro en la mayor apertura a los mercados. Massa, como tercero en cuestión, corre el riesgo de quedar atrapado en ese fuego cruzado.

El FpV, la única fuerza que rendirá cuentas a nivel nacional

El kirchnerismo lanzó el sábado 29 de junio desde el microestadio de Argentinos Juniors en la Ciudad de Buenos Aires su campaña electoral con eje central en la figura de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

La polarización será la estrategia central del oficialismo frente al escenario electoral, con la finalidad central de evitar la partición en tercios o en cuartos de las preferencias electorales.

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