Cuando las garrapatas viven mejor que el perro

Carlos Mira

“Fue para divertirnos”, confesó, risueño, el Cuervo Larroque, el verdadero motivo que tuvo La Cámpora para editar y repartir los Clarines truchos el viernes pasado. La declaración encierra una enorme franqueza y una admisión tácita sobre cómo entiende esa agrupación y el cristinismo camporista el gobierno y el país: la Nación es de ellos. 

Como alguna vez a algunos iluminados les pareció divertido jugar a los soldaditos con gente de verdad, sumergiendo al país en una guerra civil de la cual es muy posible que aún no se haya recuperado,  ahora -más civilizados e “inofensivos- se divierten usando recursos públicos para hacer bromas con los nombres de sus adversarios.

Por supuesto que la consideración de esos recursos ni los preocupa. Mostrarían caras de “no entender nada”, si alguien les planteara que los fondos para cumplir su “divertimento” no salieron de la caja chica de La Cámpora o de la del Frente para la Victoria; salieron de los recursos públicos al que aportan los argentinos de todas las ideas, comulguen o no con las ideas del gobierno y de La Cámpora. 

Pero para ellos esos recursos les pertenecen porque ellos son los dueños del Estado. Ni siquiera procesan la idea republicana de la separación del partido en el gobierno y del patrimonio público: para ellos, ellos son el patrimonio público y el patrimonio público es de ellos.

Con esa frivolidad manejan los dineros de todos y en medio de esa “diversión” naufragan las economías privadas de millones de personas que cada día viven peor, sin saber cómo van a hacer para pagar las cuentas.

Apretada desde todos los ángulos posibles, la sociedad privada –la que en realidad es la única que produce bienes y servicios de valor- ve cómo sus esfuerzos solo sirven para financiar los bolsillos y las “diversiones” de esta nueva casta de millonarios que vive de los ingentes recursos públicos que se consumen, financiando sus “diversiones” y sus faraónicos niveles de vida.

La Argentina ha logrado que las garrapatas vivan mejor que el perro. Es el perro quien consigue la comida, seguramente repartiendo cariño y fidelidad a quien lo alimenta. Es él quien sabe cómo conseguir la comida, el refugio y una salud razonable. Pero en el ejemplo nacional no es ese perro quien vive mejor sino las garrapatas que se le prenden a su sangre.

Sin producir nada útil, limitándose a succionar las energías del esclavo que trabaja para ellas, viven como reyes, con “divertimentos” incluidos.

Es el criterio con el que manejan todas las cuestiones del Estado. Atropellan con el número de una votación circunstancial a todo aquel que reclame un equilibrio y transforman en un bando obligatorio las cosas que solo se les ocurren a ellos. Ni siquiera conciben la idea de que el funcionamiento de un país democrático no puede basarse en esa lógica. Mirarían con una mezcla de estupefacción e incomprensión a todo el que intentara explicarles que no son los dueños del país por el mero hecho de haber ganado unas elecciones a las que ya acompaña un rancio perfume de antigüedad.

“¿Cómo que no somos los dueños del país si ganamos con el 54% de los votos…?” “No solo somos el país: somos el pueblo; nosotros somos la Argentina, todos los demás no lo son…”

Ahora, la terminología del momento, hará que esos “otros” sean “buitres”, buitres locales: bancos, periodistas, empresarios, organizaciones sociales, países extranjeros, jueces, comerciantes… Todos buitres; todos enemigos, todos anti-argentinos. 

“El pueblo solo quería divertirse un poco a costa de sus enemigos, de esos buitres locales que tienen la peregrina idea de querer enfrentarnos…”, podría haber sido el comentario de Larroque para referirse a los Clarines truchos. “Por eso usamos la plata del pueblo; porque nosotros somos el pueblo”.

Es más, nadie que no enfrente a Cristina tendrá jamás el favor del pueblo. Aunque sea votado. Ese voto no será válido porque la encarnación endiosada de la Nación, no participó de la elección, entonces ¿a quién le ganó ese candidato? Nosotros somos invencibles. Si alguien que no sea Cristina gana, será un triunfador ilegítimo. Solo nosotros somos los dueños de la Argentina. Lo decretamos, lo establecemos y lo ordenamos.

¿Cómo no vamos a poder usar unos pocos pesos del Tesoro Público para dar rienda suelta a nuestra diversión si el país nos pertenece? Podemos hacer lo más, ¿cómo no vamos a poder hacer lo menos?

La impudicia de este proceder se corona con una modalidad: te lo hacen en tu propia cara; “In your face…!!!”, diría un buitre.

Los muchachos se enriquecen en tu cara, viven como reyes en tu cara, disponen para sí mismos que los directores estatales en las empresas privadas -es decir ellos mismos- no paguen el impuesto a las ganancias en tu cara, viajan a los mejores lugares del mundo y hacen shopping en donde para vos rige un cepo en tu cara… ¡Cómo no se iban a divertir en tu cara y con tu plata!

¡Grande Cuervo…! No lo necesitábamos, pero para aquellos que aún tenían dudas, les has dado una breve lección de cómo debe gobernarse una república democrática. ¡Viva el Cuervo, viva el Estado de Derecho!