Salir de la descomposición

Carlos Mira

La herencia que recibió Cambiemos del Frente para la Victoria ha sido devastadora. No hay una sola cosa en su lugar. En materia de cloacas institucionales, la fuga de los hermanos Lanatta y Schillaci ha puesto de manifiesto la podredumbre a la que ha llegado la connivencia entre el narcotráfico, la política y las fuerzas de seguridad.

A esta altura ya nadie cree que los tres delincuentes simplemente tuvieron la oportunidad de escapar y lo hicieron. La gobernadora María Eugenia Vidal llevaba exactamente catorce días en el gobierno cuando los asesinos del triple crimen salieron por la puerta principal del penal de General Alvear. No hay casualidad cuando no parece haber casualidad.

Los zafarranchos que ocurrieron sobre fin de año, cuando se decía que los delincuentes estaban rodeados (después de haber herido gravemente a dos policías) y en los días siguientes, cuando cambiaron varias veces de auto, “visitaron” a la suegra de Schillaci y compraron en una verdulería no son más que la evidencia de una cadena de corrupción que antes de estar buscándolos parecería estar avisándoles los próximos movimientos.

El Gobierno de Mauricio Macri debe enfrentar varios frentes al mismo tiempo y no puede darse el lujo de fallar. Si lo hace, el regreso del populismo será definitivo a la Argentina y esta vez vendrá radicalizado de verdad.

En materia económica, la cornisa por la que el Presidente debe transitar tiene a un lado la inflación y, al otro, el nivel de actividad económica. La señora de Kirchner inundó el mercado con billetes falsos que ejercen una enorme presión sobre los precios. Si bien Federico Sturzenegger logró aspirar cien mil millones sin accionar demasiado sobre la tasa de interés, es preciso mantener ese curso sin que el empleo caiga y sin que el consumo se resienta demasiado.

Los precios relativos son un descalabro completo. Los subsidios han distorsionado todos los mercados y acomodarlos generará, seguramente, quejas y descontentos. El frente externo necesita ser acondicionado para que el país vuelva a tener acceso al crédito internacional. Eso hace indispensable y urgente un trato con los holdouts.

Los sindicatos presentarán sus reclamos en las próximas paritarias. Ese es otro eslabón crucial para la marcha de los futuros meses. El Presidente es de la idea de convocar a un diálogo social con trabajadores y empresarios, pero todos sabemos lo frágiles que pueden ser esos acuerdos.

De cómo el Gobierno administre esta compleja madeja en los primeros seis meses de este año dependerá gran parte de su futuro. Macri ha dado muestras suficientes de que no le tiembla el pulso para enviar señales concretas de que ejercerá el poder hasta el último gramo que la Constitución le permita. Lo ha dejado claro con su orden de avanzar sobre el aparato de propaganda que había montado el kirchnerismo: el Presidente ha decidido avanzar profundamente sobre el desmantelamiento del populismo.

Pero las acechanzas afloran por todas partes. Son muchos los intereses que hay que pisotear al mismo tiempo y muchos los que están dispuestos a defender esas trincheras. La ex Presidente es, por supuesto, la principal cabeza de esa tropa. Desde Calafate ordenó boicotear el acuerdo alcanzado entre los bloques de la Legislatura de Buenos Aires para dotar de presupuesto a la provincia y autorizarle un monto de endeudamiento. Esa pieza legislativa era vital para la gobernadora Vidal. Cristina no perdía nada con dejar que lo aprobaran. Pero su inquina no sabe de racionalidades; sólo dedicará su existencia a causar todo el daño posible.

El interrogante es qué hará con ella el peronismo que gobierna. Puede ser que durante un tiempo le responda. Pero la continuidad de esa conducta es de difícil pronóstico.

Ya en la provincia de Buenos Aires la señora de Kirchner está anoticiada de la rebelión de decenas de intendentes que bramaron con el no tratamiento del presupuesto. Muchos de ellos están poco menos que exigiendo que la Legislatura lo apruebe la semana que comienza hoy. De ello depende que fluya el dinero para pagar salarios y cientos de expensas comunales.

Algo similar seguramente ocurrirá a nivel nacional. La ex Presidente buscará esmerilar a Macri al ejercer una oposición cerril desde el Congreso. Por eso el Presidente busca el apoyo de los gobernadores que a fin de mes tienen que pagar las cuentas y que se llevarán los laureles si en sus provincias hay obras y trabajo.

La señora de Kirchner tiene poco para ofrecerles a esos hombres de memoria corta. Solamente le queda su rencor y su ánimo ponzoñoso. Pero eso, que puede ser suficiente para un grupo duro de fanáticos, es apenas el recuerdo de una épica de oropel para los que tienen que ponerse al frente sus Gobiernos.

El verdadero Gobierno de Macri puede decirse que se inicia hoy. Hasta ahora se ha hecho parte de un trabajo sucio impostergable. Pero el chirrido de metales que buscan su lugar empezará ahora.

La sociedad deberá tener muy presente desde dónde arranca. Para eso es preciso que las auditorías pedidas por el Presidente sean presentadas cuanto antes ante el pueblo. Solo quien sabe cuál es su punto de partida está dispuesto a partir. Quien lo ignora ni siquiera sabe dónde está parado; tampoco sabe si es completamente necesario moverse. La verdad debe ser la base de la recuperación. Sólo entregándola el Presidente podrá especular con que la sociedad lo comprenderá y le dará el tiempo que necesita para que su gestión comience a dar resultados. De lo contrario, el enojo llegará antes que la recompensa.