Más allá de toda reconciliación

La Presidente ha cortado ayer toda posibilidad de vivir, al menos hasta que termine su mandato, en una sociedad reconciliada. Y la Argentina debería rezar para que las semillas del rencor plantadas durante todo este tiempo no sigan produciendo brotes más allá del 10 de diciembre.

Resultó francamente chocante ver a Cristina Kirchner, detrás de una semisonrisa ácida, decir “quedémonos nosotros con los cantos y con la alegría y dejémosle a ellos el silencio”, en una clara referencia a la marcha que con ese nombre fuera convocada por los compañeros de trabajo del fiscal Alberto Nisman para recordar su memoria a un mes de su trágica muerte. ¿Con los cantos y con la alegría en el medio de la muerte?, ¿cuál es el límite para la urbanidad presidencial?

En esa frase la Presidente envió una confirmación final hacia los que aun albergaban alguna esperanza, de que no está interesada en pacificar los ánimos o en tender una mano de misericordia y respeto a los que no piensan como ella. Para la Sra de Kirchner la democracia debe subsumirse en ella. Como ella ganó las elecciones de 2011, solo ella (y los que piensan como ella) pueden hablar, porque la democracia, según su particular criterio, consiste, justamente, en eso: en que el único con derecho a hablar es el que gana. Los que pierden son la antidemocracia y deben someterse y callar. Continuar leyendo