La caricatura argentina

La Presidente echó mano de una excusa barata para no asistir al acto en conmemoración de un nuevo aniversario del atentado a la embajada de Israel. Dijo que el día era el 17 y no hoy. Como todo el mundo sabe ese día se celebraron elecciones en Israel y por ese motivo el recuerdo –al que vino especialmente el Ministro de Agricultura israelí- se pasó para hoy. El día 17, la señora de Kirchner recibió a familiares de las víctimas, pero los que fueron tienen la común característica de ser partidarios del gobierno dentro de las distintas organizaciones judías de la Argentina. Ese dato confirma que, aun en circunstancias penosas como ésta, la Presidente sigue gobernando para una facción (y es la Presidente de una facción) y no para todos los argentinos.

Ese dato sigue profundizándose en un aquelarre plagado de “nosotros” y “ellos”, “patria” y “no patria”, “los de arriba” y “los de abajo”. Una enorme proporción del país está harto de esa lógica; ya no soporta esa asfixia. En el fondo todos los modelos totalitarios son, en definitiva, encarnados por minorías que, por medio de la utilización variada de la fuerza, logran imponerse sobre las mayorías liberales. Continuar leyendo

Es la cultura, estúpido

El gobierno argentino está jugando con fuego. Creyendo que el mundo se mueve con las prácticas que lo hacemos nosotros fronteras adentro, toma decisiones que ponen en serio riesgo a la economía y al bienestar de todos.

Lo que está pasando con el tema de los holdouts,  Griesa y las decisiones de la justicia norteamericana, es una especie de enorme choque cultural entre dos concepciones irreconciliables de ver el mundo y las relaciones entre los individuos. 

La Argentina (y no es una apreciación que le cabe sólo a la administración Kirchner, aunque, claramente, los ribetes de esta última década han profundizado esa cosmovisión) cree básicamente en la fuerza del poder. No logra procesar la idea de que el poder debe someterse al Derecho y que las razones de Estado tienen una jerarquía jurídica inferior a los derechos individuales.

El mundo occidental en general y los Estados Unidos en particular tienen la concepción opuesta: creen básicamente en la supremacía del Derecho y en la preeminencia de los derechos individuales por sobre las razones de Estado. 

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