Entre el acuerdo y la fortaleza

La buena fe ejercida en la política argentina debe siempre pasar por el filtro del peronismo. ¿Qué quiere decir eso? Pues que cualquier iniciativa bienintencionada no puede dejar de lado la posibilidad de que el peronismo haga una explotación malintencionada de ella.

Desde que el Presidente anunció el arte del acuerdo en su discurso de inauguración frente a la Asamblea Legislativa hasta el veto a la ley que impide los despidos por 180 días, ha habido múltiples momentos en que cualquier observador externo podría haber encontrado motivos para ejercer el arte del acuerdo, sin embargo, esa situación sólo se materializó en la votación para cerrar el tema de los holdouts. En todo lo demás, el Presidente debió manejarse por decreto de necesidad y urgencia o por decisiones administrativas que, si bien estaba en todo su derecho a tomar, porque él es el jefe justamente de la administración, hubiera sido no solamente saludable sino también muy conveniente y maduro haber mostrado un acuerdo.

No obstante, esas inocentadas tienen en el peronismo un límite infranqueable. El peronismo es ladino, anda siempre con el puñal abajo del poncho y no pierde ocasión para especular con el asalto al poder. Continuar leyendo

Mucho más allá del veto

El Presidente habló hoy en Cresta Roja para explicar su postura respecto de lo que allí llamó “ley antitrabajo”, anticipando la firma de su veto. Hay varios puntos de su discurso que fueron más allá del mero marco de la ley votada en el Congreso.

El Presidente dijo que los gobiernos que ha tenido la Argentina hasta ahora, -incluido y en primer lugar el que acaba de irse-, que creían que los argentinos no podemos vivir en libertad. Que para que tengamos una vida vivible, necesitamos que el Estado poco menos nos venga a lavar los dientes. Continuar leyendo

Urgente una diagonal

Existe una corriente de pensamiento que cree que lo que votó la sociedad el 22 de noviembre es un proyecto de despresidencialización de la política, entendiendo por eso una nueva forma de relacionamiento entre la gente y el Presidente, según el cual este será más prescindente de la vida cotidiana de las personas y estas cobrarán más relevancia en el destino de sus propias vidas. ¡Ojalá Dios oyera a esos que interpretan la realidad de ese modo y les diera la razón en los hechos!

Hace ya seis años que imaginamos en estas mismas columnas lo que llamamos “Discurso imaginario de un presidente”, en donde soñábamos exactamente con eso: un jefe de Estado que nos dijera que no había llegado a ese sillón para ser nuestro papá y que cada uno de nosotros, en medio de un clima generado por sus medidas de razonabilidad económica, delineara su horizonte y su felicidad.

Pero hay que reconocerlo: esa cultura política no está en nuestros genes. Para ser simple: no hay tal cosa como haber votado un proyecto de despresidencialización de la Argentina. Lo que la sociedad votó mayoritariamente fue un cambio por hartazgo de un escenario —en gran medida ya grotesco— en el que desde el robo hasta el mal gusto se habían apoderado de la realidad; la sociedad no lo resistió más.

Pero de allí a concluir que los argentinos renunciaron a tener un papá-presidente hay un trecho inmenso que la sociedad no cruzó.

Frente a esta realidad se conciben dos estrategias: Continuar leyendo

¿Y el arte del acuerdo?

Mientras los allanamientos en el sur continuaron proporcionando novedades durante el fin de semana y los sindicalistas realizaron su convocatoria por el 1° de mayo, un capítulo de los dichos del Presidente durante la campaña electoral y en su discurso inaugural sigue sin demasiada visibilidad. Se trata de lo que Macri llamó “el arte del acuerdo”.

En efecto, frente a las medidas de notorio impacto en la economía familiar, el Presidente no ha sido visto como a muchos les hubiera gustado, en reuniones imparables con gremialistas, empresarios, ONGs y otras fuerzas vivas de la sociedad. 

La mayoría no recibió ninguna explicación de por qué era necesario hacer lo que se hizo; tampoco nadie fue llamado para negociar una manera de presentarle esto a la gente ni para elaborar algún amortiguador que contara con el consenso de los distintos sectores. Continuar leyendo

Llegó la hora del relato

Durante doce años la sociedad argentina se bancó una monumental mentira que invadió casi todos los rincones de la realidad y sobe la que se construyó una realidad paralela, virtual, completamente mentirosa respecto de lo que ocurría realmente, que tuvo el enorme efecto de un narcótico generalizado que hipnotizó a una mayoría decisiva de argentinos.

Bajo los influjos de ese estupefaciente nació una generación de zombies que siguió, poco menos que ciegamente, un proyecto cuyo único objetivo consistía en el saqueo del Tesoro Público.

El relato se apoyó, básicamente, en dos sostenes fundamentales: una épica revolucionaria, populista, nacionalista, divisoria y antioccidental; y una lluvia de mensajes a repetición que llenaba el espacio público con supuestos logros que solo aparecían en estadísticas falseadas, en obras que nunca se hacían, y en un copamiento visual constante que no ahorró cadenas nacionales, la construcción de un aparato paraestatal de propaganda fondeado con dinero de todos y una irresponsable emisión monetaria que depreció la moneda local hasta convertir a su billete de máxima denominación en el equivalente a cinco dólares. Continuar leyendo

Son estos, no hay otros

Los cuentos que parecían de ciencia ficción cuando las primeras investigaciones periodísticas daban cuenta de bóvedas, estancias en el sur con dinero enterrado, enormes cajas fuertes del Banco Hipotecario trasladadas a propiedades de los Kirchner, podrían empezar a confirmarse y a cobrar visos de realidad más temprano que tarde.

Quizás sea esa expresión de deseos atorada en el ánimo de la mayoría de los argentinos, que daría lo que no tiene para ver las pruebas del robo por una vez en la vida delante de sus ojos. Otros van más allá en sus sueños y piden la restitución de lo robado. Pero lo cierto es que desde hace unas cuantas horas existe un clima de mani pulite que esperanza a muchos y que tiene atentos a otros.

Hace unas semanas el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, emitió una señal hacia todo el Poder Judicial en el sentido de que la meta primordial de esa rama del Estado debía ser la lucha contra la impunidad y que los jueces debían perseguir la corrupción y castigarla.

Algunos dicen que eso explica la súbita aceleración que han tenido algunas causas. Otros indican que esta es la respuesta de los juzgados federales al proyecto del ministro Germán Garavano para reformar esa área de la Justicia, con la creación de juzgados con competencia específica que, necesariamente, recortaría el poder de los jueces actuales. Continuar leyendo

Papeles de Panamá: no todo es lo mismo

La necesidad de explicar constituye un problema. Más allá de lo rotundamente convincente que sea la explicación, el solo hecho de que haya que salir a darla es un dolor de cabeza. Y cuando se debe salir a explicar una cuestión que roza la posibilidad de algo, digamos, incorrecto y que encima tiene por protagonista al presidente que se ve en la obligación de aumentar el precio de los servicios públicos 500% para terminar con una formidable distorsión económica provocada por doce años de demagogia y fantasía, muchísimo peor.

Esta es la situación que domina el ambiente mediático y político desde el domingo a la tarde, cuando se conocieron los pormenores de los llamados “Panama Papers”, que, entre otras cosas, develaron que Mauricio Macri figuraba como director de una empresa offshore con sede en Panamá.

Desde ese momento hasta ahora se han sabido muchos detalles del asunto divulgados de manera bastante inorgánica por el propio Presidente y por otra gente del Gobierno. Según esas aclaraciones, Macri simplemente llenaba un lugar de un requerimiento burocrático necesario para que Franco Macri —su padre— pudiera abrir, en 1998, esta empresa.

También se supo que el titular del grupo familiar había declarado, ante la entonces Dirección General Impositiva (DGI), la existencia de esa empresa y que esta no habría operado ni siquiera para lo que se suponían que eran los objetivos iniciales, esto es, llegar al mercado brasileño con el servicio de cobros exprés Pago Fácil. Continuar leyendo

Ante una posibilidad histórica

El Gobierno de Mauricio Macri se enfrenta a una situación paradójica. Todos dirían que un escándalo en el seno mismo de la oposición (o de una parte importante de ella, que sigue representando el llamado modelo anterior) lo favorecería políticamente.

Se trata, para colmo, de un tipo de descomposición de las que hacen más daño público: la descomposición moral, la que no trepida en provocar acusaciones de unos contra otros, enfrente de todos; personas que integraban el mismo espacio (para algunos la misma banda) hasta hace algunos meses tirándose con dardos envenenados y calificándose con duros adjetivos, o bien recomendando “no perder la memoria” (como Lázaro Báez le sugirió a la mismísima Alicia Kirchner).

Es, al final de cuentas, el escenario político que todo dirigente en el Gobierno desearía ver en el interior de las agrupaciones que se le oponen políticamente. Sin embargo, al lado de este panorama en el kirchnerismo más cerril, también se abren disyuntivas en Cambiemos. La Dra. Elisa Carrió ya ha emprendido una avanzada para impulsar las causas de investigación contra funcionarios del Gobierno anterior —empezando, claro está, por Cristina Fernández— o contra empresarios relacionados con ese régimen —Báez y Cristóbal López, principalmente. Continuar leyendo

Seguimos en la ignorancia

El tiempo pasa y el Gobierno sigue sin dar a conocer el estado en que recibió el país. Es algo que, simplemente, no puede entenderse. Se trata, antes que nada, de un monumental acto de injusticia: permitir que quienes destruyeron los bienes públicos y montaron el que probablemente sea el relato más mentiroso de la historia argentina, se salgan con la suya y no sean desenmascarados frente a la sociedad. Es la confirmación de un país impune.

Porque hay efectivamente una diferencia sustancial entre “mirar para adelante y no buscar culpables”, como parece decir el discurso zen del Gobierno y consolidar un estado de impunidad que la gente votó cambiar.

La sociedad —y en esto incluyo a muchos de los que votaron por Daniel Scioli— está cansada de ver a vivos que se salen con la suya. Los ha visto por años. Los ha bancado con su dinero. Ha visto cómo se le reían en la cara. El presidente Mauricio Macri no tiene ningún derecho a defraudar a esa gente que confió en que él podría ser el inicio de un cambio en ese sentido.

Por lo demás, nadie le reconocerá nada a Macri por no revelar estas informaciones. Nadie se lo agradecerá, ni le concederá ninguna tregua política por ser bueno con ellos. Al contrario, si pueden verlo caer como culpable de lo que ellos hicieron, sentirán una enorme satisfacción. Es más, seguramente ya están trabajando para eso. Continuar leyendo

El péndulo argentino

La desafectación de Graciela Bevacqua del cargo de directora técnica del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) es un hecho curioso por donde se lo mire. Bevacqua había sido desplazada del Indec por las huestes de Guillermo Moreno, cuando el ex secretario de Comercio —el mismo que hacía poner de pie a la gente cuando él entraba a un despacho— decidió que los índices profesionales que publicaba el equipo del instituto bajo la supervisión de Bevacqua no le gustaban.

Producido el cambio de Gobierno, el presidente Mauricio Macri decidió reponerla en su cargo bajo la dirección general de Jorge Todesca. Cuando el economista —que había sido uno de los multados por Moreno y que llevó a juicio a “Lassie” por considerar inconstitucional que se impidiera que expresara libremente las conclusiones de sus trabajos, demanda que Todesca ganó— se hizo cargo del instituto, dijo que este estaba destruido, que aquello era “tierra arrasada”, que no quedaba nada. Lo cual era bastante creíble, dados los métodos que todos le conocíamos al “economista” que ahora publica libros prologados por el Papa. (Seguramente Francisco no está al tanto de que este señor hablaba con la gente con un revolver 38 arriba de su escritorio y, por eso, cándidamente, ha accedido a prologar su “obra”). Continuar leyendo