El comunismo como enfermedad del alma

Desde que Thomas Jefferson escribió “nosotros el pueblo de los EEUU [...] sostenemos estas verdades como autoevidentes: que todo los hombres han sido creados iguales y que tienen derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de su felicidad” han pasado 237 años.

El mundo ha conocido desde allí muchas ideas e incluso muchos experimentos extravagantes que costaron tragedias y millones de vidas. Pero nadie, hasta ahora, había estatizado la felicidad.

Sin embargo desde la semana pasada ese hito ha sido alcanzado: el hombre que habla con los pájaros, el impresentable presidente Nicolás Maduro, ha creado en Caracas el Viceministerio de la Felicidad Suprema.

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