Crónica de un femicidio anunciado

Celos. Humillación. Control. Cuando su pareja hizo un comentario sobre la ropa que usaría para ir a la fiesta, Verónica se enojó y lloró. Pero después se amigó con él. No imaginaba que esa escena se repetiría una y otra vez. Tampoco cuando él desvalorizaba su opinión o simplemente le preguntaba todo el tiempo dónde estaba. Ella sentía amor y protección. No sabía lo que era un noviazgo violento.

Aislamiento. Empujones. Marta, vivió un noviazgo muy intenso. Eran ella y él, solos. Porque tal era la pasión y la necesidad de estar juntos era tan fuerte, que prácticamente no veían amigos o familiares. Él la acompañaba a todos lados y ella debía estar siempre para él. Dispuesta a acompañar, sonreír y callar.  Se casó, tuvo hijos y toleró años y años de maltrato. La fueron censurando, lenta y paulatinamente. Después llegaron los empujones. Los gritos. Situaciones intolerantes de humillación. Pero ni una marca visible. Nada para mostrar. Nada para contar. Una familia para sostener.

Amenazas. Golpes. Noemí tiene 85 años. Lleva 55 años  de casada y tiene dos hijos. Trabajó toda su vida. Amanecía muy temprano porque entraba a las seis de la mañana. Cuando volvía a casa, al mediodía, debía servir la comida y sentarse. Y esperar en silencio durante horas, mientras su marido almorzaba y terminaba su botella de bebida. Ella no comía. Sólo cuando él salía o dormía, ella revisaba la basura. Vivió durante 55 años con el cuerpo cansado de tantos golpes y el espíritu destrozado de tantas prohibiciones. 

Tiros. Él, al principio solamente arruinaba los cumpleaños y navidades con gritos y mal humor, tiempo después le tiró un vaso de gaseosa y otro día la hizo dormir en el piso. Hasta que la encerró, tiró cuchillazos y un día la baleó. Disparó seis veces. Adriana pasó 17 días de terapia intensiva. Y sobrevivió.

Verónica, Marta, Noemí y Adriana. Todas víctimas de violencia. Todas historias de vida difíciles. Mujeres ahogadas en dolor.

Hoy, ellas pueden contar su historia. Sólo hay que tener ganas y valentía para escucharlas. Porque remover el pasado no es fácil, pero sienten orgullo y saben que ayudan a otras mujeres al contar cómo lograron salir del círculo de la violencia.

Ellas pudieron decir basta. Ahora nos toca a todos como sociedad. Todos tenemos que tomar conciencia de esta escalada brutal de violencia que estamos viviendo. Nos están matando.

Seis de cada 10 mujeres de la Ciudad son víctimas de violencia psicológica. Dos de cada 10, víctima de violencia física. Miles de mujeres son sometidas a algún tipo de violencia en la Argentina. La violencia de género es la primera causa de muerte e invalidez de las mujeres en el mundo. Más que el cáncer. Más que los accidentes de tránsito.

Demasiados datos. Demasiadas historias. Demasiado dolor.

Basta. Por favor, basta. Ni una menos.

Hogares solidarios se buscan

Hoy se celebra el Día Internacional de la Familia. Esta jornada se proclamó en  1993 respondiendo a la importancia que le da a la familia la comunidad internacional. Es un día para tomar conciencia y para poner el foco en cómo las leyes y los procesos sociales, demográficos y económicos inciden en este núcleo tan importante.

Naciones Unidas, el organismo internacional que lidera Ban Ki – moon, plantea la necesidad de acompañar a las familias para lograr un entorno propicio para el desarrollo pleno y armonioso de los niños. Niños que, contenidos y amados, tienen un futuro prometedor.

Hay que decir que, con el correr de los años, el modelo de familia fue mutando. Hoy somos testigos de una variedad que resultaba impensada en el pasado. Hay una mayor diversidad, no un único modelo. Sin embargo, el rol que debe cumplir la familia sigue siendo el mismo: de contención y de amor. Ello es clave para el futuro de los chicos, para su posicionamiento ante la vida, para su autoestima, para encarar las dificultades y para transitar con seguridad en todos los ámbitos. Continuar leyendo

Si hay amor, no hay maltrato

La violencia en las relaciones de noviazgo es una realidad que convive silenciosamente entre nosotros y que atraviesa todas las clases sociales. Las víctimas de los noviazgos violentos suelen ser mujeres jóvenes entre los 14 y los 21 años y los rasgos fundamentales de estas relaciones son la asimetría de poder y la dominación que ejerce uno sobre otro, el sometimiento y la posesividad, que conllevan a que la mujer llegue a un estado de indefensión, caracterizado por el aislamiento, la baja autoestima, la negación de la situación y la dependencia emocional.

Al principio, las conductas violentas entre los adolescentes suelen pasan inadvertidas, debido a que se las interpreta como juegos o como señales de afecto o de protección hacia la pareja.

Sin embargo, hay señales de alerta que son claros indicadores de una relación violenta: los celos, la humillación, el sometimiento al silencio, el control del modo de vestir y de las salidas, la exigencia de que la novia tenga el celular siempre prendido y de que responda sin demora; que la pareja revise los mails, las llamadas, los chats y el Facebook y que impida el contacto social con amigas y amigos. Es característico que todos estos  comportamientos sean fundamentados con consignas de amor, de cuidado y de protección. La violencia emocional o psicológica, aparece así disfrazada de amor y si no estamos alertas es poco visible y de manera lenta y progresiva va socavando las posibilidades de la joven de elegir libremente y con el paso del tiempo se van poniendo de manifiesto conductas violentas que van incrementando su intensidad y frecuencia.

En esta clase de relaciones se va produciendo una naturalización de la violencia, en la que la joven se va acomodando a su lugar de subordinación y suele ocultar la situación a sus seres queridos. Muchas veces por miedo a que se subestime lo que le ocurre, porque siente vergüenza o porque tiene temor a la presión familiar y/o de sus amistades para que se aleje de su pareja.

Además del maltrato psicológico y físico, los noviazgos violentos elevan en las adolescentes el riesgo de embarazo no deseado, de suicidio, de uso de sustancias ilegales, de desórdenes alimenticios y de conductas sexuales riesgosas. Los efectos más comunes sobre la salud mental son el estrés postraumático, depresión, trastornos del sueño, ataques de pánico y fobias.

La detección, prevención y tratamiento temprano de los noviazgos violentos resulta fundamental, ya que en la Ciudad de Buenos Aires, casi el 50% de las esposas maltratadas sufrió los primeros abusos durante el noviazgo. Es posible salir de las situaciones de violencia y superar las secuelas del maltrato por parte de la pareja. Para ello, es necesario que las jóvenes y que sus padres presten atención a las señales de alerta y que busquen ayuda especializada. El Gobierno de la Ciudad cuenta con profesionales que brindan desde asistencia psicológica hasta asesoramiento jurídico durante de las 24 horas. También se puede buscar ayuda en otros niveles de gobierno y en la gran cantidad de Organizaciones No Gubernamentales.

La violencia de género es un flagelo que debemos erradicar de nuestra sociedad. Según un informe del Consejo de Europa, la violencia del marido, compañero o padre es la primera causa en el mundo de muerte e invalidez permanente entre las mujeres de 16 a 44 años. Más que el cáncer y más que los accidentes de tráfico o la guerra. Por eso, detectar, prevenir y tratar noviazgos violentos puede ser una manera de evitar femicidios.