Lijo, con licencia para citar a Firmenich

Ceferino Reato

El juez Ariel Lijo puede ahora argumentar que el fallo de la Sala Segunda de la Cámara Federal, que reabre la investigación del caso Rucci, no le dejó otra opción que citar a los testigos propuestos por los familiares de José Ignacio Rucci para profundizar la investigación de su asesinato. Por ejemplo, citar a testigos como Mario Firmenich, Fernando Vaca Narvaja y Horacio González sin que desde el Gobierno se le enojen y ven en esa posible decisión un gesto o una maniobra sospechosa, poco amistosa. En este sentido, el fallo de la Cámara le sirve como una suerte de escudo protector.

La sentencia revoca la decisión de Lijo de agosto de declarar prescripto este asesinato debido a que todos los indicios indicaban que había sido cometido por Montoneros. Lijo citaba fallos de la Corte Suprema de Justicia que señalaban que los delitos de los grupos guerrilleros no podían ser investigados por ser delitos “comunes”; en otras palabras, que solo los delitos cometidos desde el aparato estatal eran de lesa humanidad y, en consecuencia, podían ser investigados y sancionados.

La Sala Segunda de la Cámara, la más independiente del Gobierno, le ha dicho que se apuró en tomar esta decisión y que, en lugar de dedicarse a descartar hipótesis alternativas sobre la autoría de ese crimen, debe profundizar la investigación, por ejemplo en el posible vínculo entre sus autores y funcionarios de la gobernación de Buenos Aires.

En agosto, llamó la atención que Lijo dedicara tantos párrafos a Firmenich y al ex subsecretario de Asuntos Municipales de la gobernación bonaerense, Ernesto Jauretche, a quienes, sin embargo, no había llamado como testigos.

Por ejemplo, el juez citó profusamente dichos de otros testigos que aseguraban que el mismo día del crimen Firmenich reconoció la autoría de Montoneros en una visita a la redacción de la revista partidaria El Descamisado.

Según los indicios reunidos por el juez, y también de acuerdo con mi libro Operación Traviata, Rucci fue asesinado por Montoneros, el 25 de septiembre de 1973, en el marco de una disputa de poder con el general Juan Domingo Perón, que dos días antes había sido elegido presidente por tercera vez con un resultado casi plebiscitario, más del 61 por ciento y en primera vuelta.