El éxito de la Metropolitana y el fracaso en seguridad de Scioli

Christian Joanidis

Uno de los principales desafíos que enfrentará el próximo presidente de la Argentina es el de la delincuencia y en particular el del narcotráfico. Los argentinos somos cada vez más conscientes de la gravedad de la situación y a este respecto los candidatos deberían tener realmente mucho para decir.

Hace unos días Daniel Scioli, con esa retórica que asombra por su osadía, volvió a hablar de seguridad, deshaciéndose en halagos para con las policías locales. Lo he dicho varias veces: las policías locales no son una mejora, son un retroceso. En primer lugar, porque se suman a una fuerza ya muy cuestionada como es la bonaerense: para ponerlo en concreto, es más de lo mismo. El hecho de que sean locales, a diferencia de lo que sostiene el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, no trae ningún beneficio. Suele decir que la policía local conoce el lugar, pero conocer el lugar no le da al policía que está en la calle ningún tipo de ventaja. De hecho, este tipo de conocimiento puede servir para diseñar acciones preventivas, incluso para realizar algún tipo de operativo especial: a nada de esto se dedicarán, sin embargo, las policías locales.

Es simplemente una cuestión de estrategia electoral. Ante la imposibilidad de solucionar el problema real, se utilizan estas técnicas un tanto arteras para impactar positivamente sobre la opinión pública: detrás de esto está la esperanza de que los ciudadanos podamos confundir esta improvisación con una solución verdadera y duradera. No es el único que recurre a estos métodos, pero adicionalmente Daniel Scioli demuestra que la seguridad no es precisamente el tema que mejor maneja.

Por el contrario, en la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, el candidato con el que Scioli polariza, ha sabido asesorase en cuestiones de seguridad y ha tomado medidas únicas en la Argentina, como lo es la creación de la Policía Metropolitana. Se trata de una fuerza nueva, con un concepto innovador: el de policía de proximidad. Es cierto que hubo algunas intervenciones que han dejado mucho que desear, pero fueron casos aislados, errores de juicio de unos pocos más que de la fuerza como tal.

La Policía Metropolitana nace como una fuerza diseñada especialmente para actuar en la ciudad y sobre todo es una fuerza que tiene al vecino como eje. Las demás fuerzas de seguridad de la Argentina tienen su foco puesto en otras cuestiones. La Gendarmería se dedica al cuidado de las fronteras, la Prefectura al cuidado de las aguas y la Policía Federal es una fuerza concebida para atacar delitos federales. No hace falta decirlo, ninguna de esas tres fuerzas está realmente preparada para actuar en un contexto urbano. Sin embargo, hoy las tres fuerzas mencionadas, por decisión del Ejecutivo nacional, operan en la ciudad de Buenos Aires: una prueba más de lo poco que entiende de seguridad el Gobierno nacional. No es casualidad que el narcotráfico haya avanzado tanto en esta década, es que del otro lado los delincuentes se han encontrado con un grupo de aficionados que creyeron que sabían de seguridad. Y es precisamente en esta misma senda que se ha puesto a caminar Scioli.

Desde su ignorancia, los políticos creen que el problema del delito se soluciona con más policías en la calle. Es por eso que arrojan efectivos ante los reclamos de la gente: es que nos tranquiliza ver a los uniformados en la esquina de nuestras casas. Pero lo que pocas veces se entiende es que el efecto de los uniformados en el delito es tan efímero como su presencia. La historia es real: en una zona caliente de la ciudad alguien se dirige a la parada del colectivo. Esta persona va tranquila, porque siempre hay efectivos de Prefectura en el lugar. Sin embargo, ese día los efectivos no están y al llegar a la parada sufre un asalto. Es lineal: el delito ocupa cualquier lugar que se le deja y no es posible que haya un uniformado en cada esquina.

De los dos candidatos con más chances en estas elecciones, Mauricio Macri fue el único que entendió que la seguridad no pasa por que haya más efectivos, sino por implementar una forma distinta de policía: una diseñada especialmente para cubrir los requerimientos de la ciudad. Esto no implica solo un entrenamiento distinto, sino también un enfoque especial al momento de actuar. Se trata de entender que en una ciudad hay vecinos y que los vecinos son el centro de la acción, no los delincuentes. Porque la Policía Metropolitana es una policía de proximidad que actúa desde un marco preventivo, haciendo todo un trabajo en la comuna que va más allá de poner un efectivo en una esquina.

No se trata de halagar a una persona porque sí, se trata de reconocer el mérito del que ha hecho, ejercicio que como electorado nos ayuda a tener cada vez mejores gobernantes. Por eso es que es justo admitir que mientras en la ciudad de Buenos Aires se ha encarado un trabajo serio y profesional con la Policía Metropolitana, del otro lado de la General Paz se pone el foco en las policías locales, que no solo son más de lo mismo, sino que además se basan en un concepto de marketing más que de seguridad. Y la seguridad de los ciudadanos no puede pasar nunca por una técnica de comunicación, porque el delito nos golpea en el rostro.