Marcar el límite

No se trata de mano dura, de gorilas o de dictaduras: los límites existen. En un lugar se termina la tierra y empieza el mar, porque los límites marcan la separación entre dos cosas distintas. Como sociedad, hay cosas que queremos y cosas que no queremos, cosas que nos gustan y cosas que no nos gustan. Y hay una frontera, un lugar que termina marcando el final de aquello que queremos y el principio de aquello que no queremos.

Nos hemos obsesionado tanto con el miedo a las dictaduras y a la violencia, que entramos en pánico apenas alguien se nos para en el camino y nos dice “más de aquí no se puede ir” e interpretamos eso como el fin de nuestra libertad. Porque creemos que ir más allá nos hace siempre ser mejores, ignorando la geografía básica de nuestro planeta: llega un punto que de tanto ir en la misma dirección nos terminamos acercando al punto de partida. Continuar leyendo