Delirium tremens: los extremos se tocan en Cuba

Una izquierda trasnochada que habla de victoria castrista coincide con un sector recalcitrante del exilio y del lobby cubano en USA que ve una imperdonable concesión a la dictadura caribeña.

El anuncio de Barack Obama y Raúl Castro sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana ha descolocado a ambos extremos que, como recordó aquí mismo Martín Guevara, se tocan. Y coinciden en el error.

Ni uno ni otro sector piensan en el pueblo cubano: unos lo identifican con el régimen, como si el castrismo no fuese una dictadura sino la legítima representación de la ciudadanía; otros, privilegian el interés sectorial de su comunidad favorita de exiliados y el sostenimiento de una retórica, que se extinguiría con el fin del comunismo.

Lo verdaderamente auspicioso no lo ven. Y es que, si este proceso evoluciona favorablemente, Castro y su régimen ya no tendrán “buitres” a los que apuntar para justificar la opresión del pueblo cubano. Continuar leyendo

Los disparatados proyectos de Fidel

Durante más de 50 años de ejercicio del poder absoluto, Castro ha sometido a los cubanos a toda clase de experimentos voluntaristas -zafras titánicas, vacas superlecheras, plantas milagrosas- cuyo resultado es el no desarrollo de la isla que gobernó con mano de hierro.

En momentos en que una constelación de admiradores a distancia de un régimen bajo el cual jamás vivirían se activan en distintos puntos del planeta para repudiar la presencia de Yoani Sánchez en su primer viaje fuera de Cuba, es bueno recordar que la decadencia de esa nación caribeña se debe mucho más a los disparatados experimentos de Castro que a los efectos de un mal llamado “bloqueo”.

Allá por septiembre de 2011, Hugo Chávez -oficiando de vocero- explicó que Fidel se estaba dedicando a la “investigación científica en “un conjunto de temas, sobre todo en producción de alimentos”. “Dirige unos campos experimentales”, agregó, misterioso, sin dar más detalles.

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