La travesía

Claudio Chaves

En el Facundo de Sarmiento hay una escena, descrita con pluma maestra, que exuda un enorme dramatismo. El caudillo riojano, huyendo de la ley, marchaba a pie por el desierto conocido como la Travesía, que une a la provincia de San Luis con la de San Juan. Arrastraba Quiroga su figura por aquellas polvorientas tierras cuando oyó, a lo lejos, bramar a un tigre. El animal cebado en carne humana buscaba saciar su vicio en las entrañas del caudillo. Apuró éste el paso, abandonó su montura y corrió a un débil algarrobo, alcanzando la punta, mientras se mantenía escondido en el ramaje, en constante oscilación.

Sus pertenencias que yacían con la montura fueron despedazadas por las furiosas garras del tigre que frustrado lo miraba desde el llano. Esta vívida escena en la que para salvar la vida se abandona todo, hasta el coraje, prevaleciendo la prudencia, me recuerda la huida de Cristina de la “revolución a la contrarrevolución”.

El déficit fiscal y la inflación, que olfatea sangre cuando ella se derrama irresponsablemente, estaba sobre la presa. Dispuesta a salvar su vida, Cristina arrojó al camino su montura. Con ella se fueron sus ideales retro, de un viejo nacionalismo anacrónico. Fueron desparramados, a la vista de todos, por la furia de la crisis. Entonces la devaluación, el INDEC y el FMI, el Club de París, el arreglo con Repsol, el acuerdo con Chevron, las tasas de interés por las nubes, Milani, la eventual ruptura con Irán, el deterioro del salario, entre otras delicias. Excepto esto último, lo demás es lo que siempre buscamos los argentinos de bien. De modo que no es criticable.

Pero como su izquierda comenzó a inquietarse, Foster, González, Laclau, Galasso, entre otros, manifestaron su enojo, armando una ficción en la villa 21. Al fin y al cabo un homenaje a Hugo Chávez no aumenta el déficit ni determina la inflación. En esto es inofensivo. De modo que Cristina, en esta hora, está dispuesta a vivir de las “revoluciones” ajenas ya que no pudo con la suya; y como aquellos vecinos que salían a la vereda a vivir la vida de los otros, ella hará lo mismo con los suyos. Gracias al peronismo, el kirchnerismo no pudo hacer de la Argentina una Venezuela. Para los nostálgicos del relato sólo queda recordar a los muertos y sentir que viven en un pasado remoto y arcaico. El futuro avanza con la vida y con las ideas que nos hacen posible entrar en él. La democracia, la seguridad jurídica, la economía de mercado y la solvente intervención del Estado en todo aquello que sea ineludible y necesario.