Oportunidad para el peronismo de resetearse

Claudio Chaves

“¡Los quiero de rodillas!”. Frase atribuida a Néstor Kirchner en el peor momento del conflicto con el campo. Felizmente, no lo logró. Por el contrario, si se aprecia el mapa con la distribución de los votos de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, podemos observar que el sufragio del campo ha puesto de rodillas al Frente para la Victoria (FPV). María Eugenia Vidal pasó el rastrillo por la pampa húmeda y por alguno de los municipios más emblemáticos. En el resto del país Mauricio Macri ha hecho una excelente elección.

El FPV debe perder. Debe ser vencido para salvar a la Argentina del estado de postración moral, cultural y económica a que nos ha llevado un Gobierno fatuo que, cargado de rencores, envenenó la salud física y mental de los argentinos. El pueblo ha encontrado en Cambiemos la herramienta para hacerlo. Para comenzar no está nada mal.

El FPV debe perder, también, porque es la única posibilidad que tiene el peronismo de resetearse. Durante doce años acompañó la experiencia progresista sin chistar. Aguantando las flagrantes desviaciones doctrinarias y aceptando retrotraer la política a épocas remotas de enfrentamientos que estaban archivadas en la historia y que no debieron salir de allí. Pero no, el kirchnerismo echó sal en la herida y el peronismo fofo, ciego y mudo aceptó todo sin una mueca de dolor. Tiró por la borda el significado del retorno de Domingo Perón y lo bueno hecho en la década del noventa por el mismo peronismo que años después borró con el codo lo escrito con la mano.

Posiblemente esa década haya tenido errores y miserias, por supuesto; sin embargo, tuvo dos grandes hechos políticos de enorme magnitud que el sector progresista de la sociedad atacó con eficaz virulencia. Uno de ellos, borrón y cuenta nueva respecto de los enfrentamientos del pasado. Indulto a los responsables de uno y otro bando de la guerra subversiva. Indulto a los militares sublevados contra el Gobierno de Raúl Alfonsín (los cara-pintada), indulto a los responsables de la guerra de Malvinas, resarcimiento económico a las familias de los desaparecidos por el terrorismo de Estado. El abrazo con beso incluido al almirante Isaac Rojas y el retorno de los restos del brigadier Juan Manuel de Rosas. Todo en el marco de cerrar viejas y nuevas heridas. Lamentablemente no pudo ser. Un sector de la sociedad no lo comprendió. Posiblemente ahora sí lo haga, luego de doce años de venganzas y dos años de Francisco y su teología del encuentro.

El otro hecho significativo fue el nuevo rol de la Argentina en el mundo. Ante la caída del comunismo se estrecharon lazos con los Estados Unidos y se buscó un acuerdo con Inglaterra, apartando al país del Tercer Mundo. Se habló en su momento de relaciones carnales, cuando sólo era reubicación en el tablero mundial.

Lo que se hizo bien, el kirchnerismo lo destruyó. Y el peronismo acompañó. La derrota del domingo 25 de octubre permitirá a este partido liberarse de un compromiso que, de haberlo roto, ponía en crisis la situación institucional.

Es muy difícil, diría casi imposible, un giro copernicano por parte de Daniel Scioli. El discurso de la noche aciaga lo inició agradeciéndole a Cristina lo hecho y luego, malhumorado, reafirmó su condición kirchnerista en un abierto desafío a la sociedad que rechaza al Gobierno nacional. Es muy difícil la situación del gobernador que envía señales de no kirchnerismo apoyándose en Cristina.