La tercera derrota

Claudio Chaves

El peronismo ha sido derrotado, afirman voces oficiosas. ¿Qué peronismo? El populismo retrocede en todos los frentes, aseguran otros. ¿Qué populismo? Lo que ha sido vencido es el kirchnerismo y el que retrocede en todos los frentes es su sucedáneo: el progresismo.

Desde el inicio de su gestión, el Gobierno que se retira se asoció interna y externamente con lo que vulgarmente se conoce como izquierda: desde el marxismo dogmático de Cuba, el sandinismo nicaragüense o el socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez hasta la línea soluble de Pepe Mujica en Uruguay, pasando por el Partido de los Trabajadores de Lula da Silva, trotskista hasta 1989 y luego creador del Foro de San Pablo, Evo Morales y Rafael Correa.

En el país y desde sus inicios el kirchnerismo se inclinó hacia la izquierda con gran vocación ideológica. Duro crítico de los noventa por ser esa década la expresión criolla del capitalismo salvaje, según afirman, levantaron las banderas de una revolución que si bien reconocían de imposible realización en los términos anteriores a la caída del Muro de Berlín, la creían factible por métodos acordes a tiempos de democracia. Ante el triunfo del capitalismo vieron en las elecciones el camino que antes resolvían por las armas. Los nuevos tiempos republicanos podrían abrir la brecha hacia la revolución. No pudo ser.

Expulsados de la Plaza de Mayo por el entonces presidente Juan Perón, derrotados por las armas del Ejército Nacional tiempo después, lo intentaron de nuevo por los comicios. El 22 de noviembre fueron vencidos por tercera vez.

Al final siempre se retorna a las fuentes. Las últimas leyes aprobadas en Diputados el Gobierno las logró con el apoyo del progresismo y la izquierda. Victoria Donda, Víctor De Gennaro, Claudio Lozano y Nicolás Del Caño, entre otros, terminaron como empezaron: abrazados al kirchnerismo. No ver esta entente y no explicarla como aquí hacemos habla de las falencias ideológicas de gran parte de la intelectualidad y el periodismo argentino.

 

El camino del peronismo

El peronismo institucionalista y republicano debe apartarse urgentemente del Frente para la Victoria si todavía queda alguien allí. La lucha por el partido es muy compleja, el camporismo se ha apoderado de él y su programa huele a naftalina como los doce años de su mandato. Felizmente se escuchan voces críticas de funcionarios del Gobierno que se va. El secretario de Agricultura de la provincia de Buenos Aires asegura que fue un grave error enfrentar al campo y no haber entendido cabalmente la importancia de ese sector. Una pena, el señor Topo Rodríguez debería recordar que por aquellos meses Daniel Scioli afirmaba que con la comida no se jode, “los jóvenes revolucionarios” denunciaban a la oligarquía y todos voceaban “Patria sí, colonia no”. El peronismo viejo no dijo nada.

En el tema de las pasteras el entonces ministro Aníbal Fernández, citando a Arturo Jauretche, denunció el imperialismo uruguayo, mientras todos los gobernadores del peronismo cepia se agolpaban en Gualeguaychú para agredir al socio del Mercosur. El Mercosur fue destruido por el Gobierno que se va, no obstante discursean sobre la unidad latinoamericana.

En el año 2005, asociados a toda la izquierda latinoamericana y europea, se opusieron al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en un acto antiimperialista en Mar del Plata que recordaba los años sesenta y la lucha contra la Alianza para el Progreso. El peronismo calló.

La verdad es que el PRO ha madrugado al peronismo bobo, porque cree que el mundo es una oportunidad y la Alianza del Pacífico una posibilidad.

Una buena pregunta a hacerse es con quién vamos a asociarnos al mundo. ¿Con el círculo rojo de Mauricio Macri o con el círculo azul y blanco de Scioli? ¿Competitividad o sustitución de importaciones? La respuesta es decisiva. ¡Es tanto lo que el peronismo debe rever que la tarea parece ciclópea!

En principio habría que partir del Congreso de Parque Norte del 27 de marzo de 2004, cuando José Manuel de la Sota, en abierta oposición a Néstor Kirchner, reivindicó la figura de José Ignacio Rucci, asesinado por los Montoneros, defendidos días antes por el Presidente, mientras los delegados le gritaban a Cristina y al Gobierno: “¡Traidores infiltrados. Viva Perón!”. La futura Presidente, furiosa, contestó: “No es la primera vez que no me dejan hablar, pero quizás sea la última vez que nos encontremos”. Y así fue.

Peronismo y kirchnerismo marcharon por caminos diferentes.