No solo el kirchnerismo es viejo, la mayoría de sus detractores también lo son

Cuando se aborda la historia sin tener oficio, las cosas no salen bien. Ocurre que en este último tiempo han brotado, como las arrugas en la senectud, una ristra de libros y exposiciones culturosas abocadas a explicar a Juan Domingo Perón y al peronismo que repiten, o para decirlo educadamente, que recuperan las viejas ideas que sobre él se tenía en los años cuarenta y cincuenta. Esto es, que era un fascista, un protonazi o un dictador enemigo de la democracia y las instituciones, y sus acusadores -los de aquellos años-, almas bautismales ofrecidas al altar de la República. Un disparate como luego veremos. Descargan sobre su figura males que eran de todos, pero que no se quieren ver. El asunto se agrava aún más, pues estos noveles autores que se hallan bajo el desagradable influjo del actual Gobierno se han almorzado sin degustar la idea de que el kirchnerismo es peronismo y en consecuencia un revival light de aquella dictadura. ¡De tal palo, tal astilla! Imaginan. Continuar leyendo

Revisionismo y peronismo

La primera guerra mundial, la revolución bolchevique y la crisis del 30 trastornaron al mundo de tal forma que nada de lo que quedó en pie podía recordarnos ya al siglo XIX. De esta manera, violenta y abrupta se inició uno de los peores siglos de la historia de la humanidad: el siglo XX. Un tiempo de lucha salvaje e inhumana en el cual los hombres se destruyeron sin piedad por razones ideológicas, cuasi religiosas. El liberalismo, herencia de la revolución francesa y norteamericana, se retiró de la escena mundial abatido por la irrupción de dos grandes sistemas, que al parecer sustituían la sed de absoluto del hombre moderno, carente ya de referencia sobrehumana. De este modo el marxismo y el nacionalismo venían a llenar un vacío que la metafísica estudiaba desde los tiempos de Aristóteles.

Tanto uno como otro de estos cuerpos doctrinarios desvalorizaron las instituciones hijas del demo-liberalismo. La división de poderes, la república, la democracia y la participación popular institucionalizada fueron barridos de la vida política. A derecha e izquierda no se creía más en estos valores. Un célebre escritor francés de inclinación progresista, Anatole France, afirmaba: “los pueblos gobernados por sus hombres de acción y sus jefes militares derrotan a los pueblos gobernados por sus abogados y profesores. La democracia es el mal, la democracia es la muerte. Hay un solo modo de mejorar la democracia, destruirla”.

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