Jefes y sucesores en Argentina

El análisis y la comprensión de un tema tan medular como es la sucesión presidencial requiere, a mi manera de ver, un conocimiento pormenorizado de nuestra historia. En general el periodismo aborda el asunto desde el presente y como un fenómeno aislado y recortado de la cultura política argentina. Este puro presente solo se altera con simples evocaciones refugiadas en la memoria personal del que escribe. El pasado solo ingresa hasta el límite de sus recuerdos. De esta forma y con estos condicionantes, la perspectiva es corta. Política e historia, por el contrario, se entrelazan como la noche al día y es en su devenir como hay que tomarlas.

Y digo esto pues ha sido generalizada la conclusión sacada por el periodismo respecto de la imposición de Cristina sobre Scioli, que al ponerle un vicepresidente y rodearlo de camporistas y cristinistas en las listas nacionales, provinciales y municipales Scioli, en caso de ganar, no podrá ejercer la Presidencia con autonomía, imposibilitado de llevar adelante las ideas que el periodismo y los “entendidos” le atribuyen. Sería apenas un vicario de la Señora a la hora de gobernar. Continuar leyendo

El golpe de Scioli

Finalmente, el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, contra lo que se pensaba, se impuso a la Presidente de la Nación, ganando la batalla silenciosa que ambos mantenían desde hace años. Lo mismo hizo con Florencio Randazzo. El triunfo de Daniel Scioli sobre Cristina Fernández, sobre Carlos Zannini, sobre el ministro de Transporte y el kirchnerismo duro ha sido tan contundente que 678 se vio obligado a entrevistarlo, y el resto del kirchnerismo a enmudecer de bronca y desasosiego. Penoso resulta observar a los intelectuales de Carta Abierta darse vuelta como un guante y defender al futuro candidato. Acá hay que decirlo de una vez: al Gobernador, en caso de ganar las presidenciales o mejor dicho al Estado nacional, no le va a costar mucho “convencer” a estos pensadores que con el paso del tiempo resultarán cada vez más baratos.

Cristina no pudo o no se animó a hacer lo que Macri realizó con Horacio Rodriguez Larreta, esto es, apoyarlo definitivamente, y abandonó a Florencio Randazzo a su suerte o al fracaso. No tuvo el coraje del jefe de Gobierno porteño, habida cuenta que a este último el periodismo le advertía del posible triunfo de Michetti en la interna capitalina. En su retroceso, Cristina ha demostrado que no es la Jefa de la cual hablan sus seguidores como si lo es Macri en su espacio. Al retirarse, pretende minar el camino del Gobernador de Buenos Aires, en caso de ser ungido presidente. ¿Podrá? Es dudoso puesto que reponerse de una derrota cuando no hay horizonte de poder potencia los males.

El ganador aún no se vislumbra. Lo que queda claro es el perdedor, y esto es el kirchnerismo. Si Macri gana las elecciones habrá mariscales de la derrota. Y el peronismo en la oposición deberá sacudir su cuerpo como los perros al salir del agua. Si por el contrario Scioli fuese el triunfador, no le resultará sencillo al kirchnerismo imponer su “ideario”. Si bien el Gobernador no es un político de pelea, seguramente nunca entrará en la trampa que pretende el cristinismo salvaje del debate ideológico, como tampoco dejará de gobernar con cierta autonomía. En la primera vuelta se define la conformación del Parlamento y nada indica al día de hoy un triunfo contundente de ningún candidato lo que hará de las Cámaras un lugar más amigable. Llegado el caso, Scioli podría gobernar con la oposición. Y Macri con sectores del peronismo. Como afirma Kunkel: se abre una etapa institucional.

Un poco de historia

Sólo hubo una vez en nuestra historia política que un candidato presidencial- sucesor del jefe partidario- lograra su objetivo sin que el mandatario saliente moviera un dedo. Fue el caso de Juárez Celman. Roca nunca se pronunció públicamente a favor de su concuñado aunque en el fondo lo deseara. Por lo tanto Juárez no fue presidente contra la voluntad de Roca ni por el favor de él.

El desenlace de esta experiencia -renuncia de Juárez y asunción de su vice, Carlos Pellegrini- no puede ser tomado como muestra de recurrencia en la medida que la ruptura de Célman con su jefe se fue produciendo en paralelo con la crisis económica hasta desembocar en los hechos del 90. Más tarde, Hipólito Yrigoyen nominó a Marcelo T. de Alvear corriendo el riesgo que el ilustre embajador en Francia se transformara en el jefe de la oposición dentro de su movimiento, como efectivamente ocurrió.

El general Agustín Justo armó la fórmula de su sucesión: Ortiz-Castillo que triunfó en las elecciones de 1937 con la idea de retornar al poder. No pudo, falleció en las vísperas. Finalmente algunos periodistas e historiadores señalan equivocadamente el ejemplo de Perón al proponerlo a Cámpora. Falso. Cámpora jamás fue el candidato del General. El Tío no podía ser pues por la ley del 25 de agosto de 1972 estaba proscripto al igual que su jefe. Y, si su candidatura pasó, fue gracias a la voluntad del general Lanusse.

Estamos, entonces, frente a una novedosa experiencia donde el candidato del partido oficial se impone al jefe político y presidente saliente para disputar el gobierno con una oposición, al parecer, más homogénea. ¿Será pato o gallareta?

El kirchnerismo y los acuerdos con Irán

El kirchnerismo y el peronismo que acompaña al Gobierno se encuentran en aprietos desde que firmaron y aprobaron en las Cámaras el nefasto acuerdo con Irán, el mismo que el gobernador Daniel Scioli, con austeridad de palabras, continúa respaldando.

Seguramente fueron muchas las razones que empujaron al Gobierno a la firma de semejante disparate. Se habla de intercambio comercial, de transferencia de tecnología nuclear, de una equivocada lectura sobre la decadencia de Occidente y la emergencia de Oriente, de la influencia de Hugo Chávez sobre Cristina Kirchner y de algunas otras razones de menor cuantía, como la “pretensión” de conocer la verdad acerca de la voladura de la AMIA, refugiada en la insinceridad de “interrogar” a los sospechosos en Teherán; aspecto, este último, que no resiste el análisis. ¿Se imagina el lector las insuperables dificultades en que se habría encontrado el juez Rodolfo Canicoba Corral al “comprobar” la responsabilidad de la banda de los cinco en el atentado y solicitar su detención? Imaginarlo es imposible. ¿Y creerlo? ¡Sólo los giles! A ninguno de ellos se les cayó el documento en la puerta de la AMIA, ni dejaron sus huellas digitales en las inmediaciones, ni siquiera una colilla de cigarrillos con ADN clavado en el filtro. Todo se dirigía a levantar las alertas rojas, pues si bien todo conduce a Irán, como afirman los EEUU e Israel, no hay huellas ni confesiones. Ni las habrá. Continuar leyendo

Perón y Mao

Indudablemente Cristina Kirchner de peronismo conoce poco. Por supuesto que no tiene por qué saber puesto que es la jefa de un partido ajeno al justicialismo como es el Frente para la Victoria. Sin embargo, estando en China, según han transmitido las agencias informativas, comparó a Mao Zedong con el general Perón al observar que ambos habían surgido al finalizar la Segunda Guerra Mundial cuando los aliados se repartieron el mundo y comenzó la Guerra Fría.

Hay en esta síntesis una visión sesgada y equívoca, si bien Mao y Perón guardaban dos años de diferencia, la vida política del chino había comenzado a muy temprana edad y en las filas del marxismo que, envalentonado con el triunfo de la Revolución Soviética, se iniciaba en la guerra civil que enlutó a su patria. En la década del ’20, Mao ya era un destacado militante del comunismo de su país que aliado a Stalin pugnaba por el poder, alcanzándolo en 1949 por medio de las armas. Perón por esos años era un joven oficial del ejército que encontró en el general Agustín P. Justo una referencia político-profesional, llegando al poder por medio de elecciones, en 1946. Continuar leyendo

La perversa ideología detrás del Memorándum con Irán

¿Qué  llevó  a Cristina a cambiar su visión respecto de Irán? ¿Qué voz edulcorada la sedujo de tal forma que decidió firmar un acuerdo con el eje del mal, cuando ella había adherido desde el inicio a la tesis del gobierno de Menem, de los EE.UU.,  de Israel y naturalmente de Stiuso? Esto es, que Irán era el responsable de los atentados. ¿Es que Ahmadinejad  se había puesto bueno y ella lo creía, ahora, capaz  de facilitar la indagatoria de los acusados según lo establecido en el Memorándum?  ¿Pensó en algún momento que producidas las mismas  y descubierta la participación de alguno de ellos en los hechos terroristas, en el supuesto caso que pudiera probarse, Irán los entregaría a la Justicia de Canicoba Corral?

¿Qué secreto, conversado o no, se dio entre el gobierno de Cristina, el Juez Canicoba e Irán para acordar las indagatorias? Y desde ese lugar seducir a la comunidad judía que se podía hacer algo más. Lo cierto fue que  el idilio con la comunidad duró unos días pues Nisman e Israel se encargaron de avivarlos y decirles que era una trampa.

La política de los derechos humanos llevada adelante por el kirchnerismo los cegó y les impidió ver los hechos desde una perspectiva  mundial. Al parecer a Néstor, no. Pero la errática emocionalidad de Cristina la perdió. ¿Qué quiero decir con esto? La condena de los jefes militares por crímenes y vejámenes durante la dictadura y la defensa  de las organizaciones subversivas fue la ecuación con la que entendieron la realidad mundial. Desde esta perspectiva ¿qué diferencia hay entre el asesinato de jefes montoneros o del ERP a manos de unidades militares con control del Estado con el asesinato perpetrado por el Estado israelí sobre jefes del Hezbollah o el asesinato de Bin Laden por fuerzas militares que respondían al Estado norteamericano. Como ha dicho Verbitsky al opinar sobre este hecho: “Arrojado al mar, sin defensor ni juez”. Lo mismo fue expresado por Cristina hace un tiempo atrás. En síntesis, el oficialismo considera que ni Israel ni los Estados Unidos en nada se han  diferenciado del Estado argentino durante el Proceso Militar.

La idea que Canicoba Corral marchase a Teherán a indagar a los acusados responde a universalizar la política kirchnerista de los derechos humanos, soplada al oído de Cristina por los ángeles del mal: Verbitsky, Zaffaroni y Zanini. Aunque también esconde una trampa. Quizás la que vio Nisman.

¿Y las pruebas?

Cuando el fiscal  Nisman  le insistió a Canicoba, por el año 2006,  que emitiera  la orden de  captura  de los sospechosos,  el juez, según contó Verbitsky en Página/12,  le advertía al fiscal que no existían elementos de validez judicial como soporte del pedido. Se había dado el caso de la detención en Londres de Soleimanpour en el año 2003 al que un juez británico dejó libre pues no alcanzaron las pruebas que Galeano envió  para inculparlo. Finalmente, Canicoba Corral emitió la orden. ¿Por qué? Seguramente sensibilizado por sugerencias políticas, pero no por Nisman.    

Verbistky vuelve a poner luz sobre el asunto y lo cito pues no tengo dudas que es uno de los ideólogos del Memorándum:

“La idea de Israel y EE.UU. fue culpar a Irán cuando todavía no se habían removido los escombros. Sin investigar la participación de Siria. El problema es que en la causa no abundan elementos que lo sostengan. Por lo cual el relato descansa en recursos políticos y publicitarios”. ¡Y aquí está la pata de la Sota!

Cómo no hay pruebas judiciables capaces de poner en aprietos a los sospechosos, Canicoba Corral luego de interrogarlos debería levantar las acusaciones y las alertas rojas y esto explica el “piripipí” de algunas grabaciones telefónicas. Ni siquiera esto aceptó la élite política de Irán.

Y así como no se ha podido probar judicialmente quienes han sido los asesinos de Rucci, no se podrá probar quién voló por los aires la Embajada y la AMIA.

Ahora… ¿alguien duda que los asesinos de Rucci fueron los Montoneros?

La fractura como modus vivendi

Ahora, que se van acallando las voces de tantos argentinos que durante el último mes confraternizamos frente a televisores, con compatriotas que nunca habíamos visto y que jamás volveremos a ver. Ahora, que la luces de los estadios se apagaron y la selección nacional ha dejado de ser centro de charlas y encuentros; que el humo de los combates botineros se ha marchado tras la línea del horizonte, pienso, que es llegado el momento, al menos para quien esto escribe, de compartir algunas reflexiones producto de cierto sabor amargo que las declaraciones presidenciales provocaron en mi ánimo y que vienen a confirmar lo que la mayoría de los habitantes de este país sospechamos desde hace un largo tiempo.

Antes que nada, huelga decir que los argentinos nos sentimos orgullosos de haber sido activos espectadores de este Mundial al cinchar parejo por el éxito futbolero. Algunos ejemplos: promesas, esfuerzos personales, propuestas de cambios, viajes multitudinarios para apoyar a los muchachos, cábalas infalibles, modificaciones de hábitos, costumbres y modas, todas conductas muy humanas, que habla de cierto pensamiento mágico que nos vincula y emparienta, además, con nuestros antepasados remotos al momento de ofrecer un cordero a los dioses tutelares y de esta forma manejar el destino, la naturaleza o la suerte. ¡Hombres al fin y al cabo!

Al llegar a la patria la Selección Nacional, la Presidente de la Nación les dio la bienvenida a los jugadores y los técnicos en el predio de la AFA, en Ezeiza. Lo hizo en el marco de un encuentro descontracturado y sencillo. En el centro y rodeada por los jugadores, les habló con cierta complicidad canchera, ponderando los valores que esta selección ha mostrado a los argentinos: trabajo en equipo, espíritu de cuerpo, solidaridad, compañerismo. Buenos ejemplos que nos ha dejado, al decir de 678, la “Década Ganada”.

En el mismo sentido se expresó el senador Aníbal Fernández en un artículo y en declaraciones radiales. Hago notar que fueron muchos los comentaristas deportivos, políticos, sociólogos y tantos otros que observaron los mismos valores. Sin embargo, el kirchnerismo, que todo lo bueno y lo sano lo asocia a su estilo político, una vez más metió la pata. O para decirlo cortito y al pie, Cristina Kirchner, Aníbal Fernández y 678 se apoderaron de esos ejemplos arrastrándolos por el fango, al borrar con el codo lo escrito con la mano.

Inmediatamente de ponderar lo colectivo y el valor de la unidad para la existencia de una nación, pidió memoria a los muchachos, rogándoles recordaran lo mal que habían hablado de ellos y del director técnico el periodismo descreído y pesimista al que se sumaron muchos argentinos. ¡Unos y otros! ¡Los buenos y los malos!

El cristinismo no puede con su genio. La fractura como modus vivendi forma parte de su política y estructura psicológica. La mirada conspirativa como estilo de vida es una construcción ideológica pero también mental. Fuerzas oscuras que conspiran permanentemente y la luz de los buenos emergiendo victoriosos de entre las brumas. Demasiado sencillo para ser cierto.

Relato y realidad

Cada época o tiempo histórico tiene su relato. Esto es, un conjunto de ideas, valores y principios que explican y, de alguna manera, conducen el devenir.  Este relato es una construcción teórica realizada por filósofos, pensadores, intelectuales, economistas, poetas, escritores, músicos, entre algunos de los creativos, que consciente o inconscientemente reflexionan y racionalizan la realidad. Como la historia es un continuo, es natural que las ideas acompañen ese acontecer o lo promuevan según la corriente filosófica en la que uno se incluya: la que cree que la realidad material es la que evoluciona y las ideas acompañan, o aquella que sostiene que son las ideas las que modifican la realidad, existiendo entre estos dos extremos una amalgama de ambas. No será éste el tema del presente artículo.

Con la revolución americana, la institucionalización de su república y finalmente la revolución francesa, las ideas liberales abrazaron todo el siglo XIX, promoviendo el crecimiento exponencial del capitalismo. En el caso de la Argentina vienen a cuento aquellas palabras del general Perón: “Todos somos hijos del liberalismo creado por la Revolución Francesa.”  Citando nuevamente a Perón, ese ciclo virtuoso culminó con la Primera Guerra Mundial: “En 1914, para mí, comienza un nuevo ciclo histórico que llamaremos de la Revolución Rusa”

La naciente etapa requirió de un nuevo relato que la explicara y facilitara. Además, su arrollador avance trajo aparejado dos cuerpos de doctrina o ideologías que se disputaron el siglo: el nacionalismo y el marxismo, y finalmente una combinación entre los dos pensamientos. Este período vio crecer los movimientos de liberación nacional, la lucha contra las naciones imperiales, el nacionalismo industrial, cultural, el proteccionismo y la autarquía económica. El vivir con lo nuestro como paradigma de la nacionalidad enfrentado a las fuerzas “extranjerizantes” expresadas por aquellos sectores vinculados al mercado mundial, que la palabra oligarquía los describía acabada y despectivamente. Este esquema con sus más y con sus menos tuvo vigencia en buena parte del siglo XX y fue promovido por la revolución soviética y la crisis del 30.

La mayoría de los partidos políticos de la novedosa fase cayeron bajo la influencia del paradigma de su época . Conservadores, peronistas, radicales del programa de Avellaneda, desarrollistas, incluido algunos liberales aggiornados. Ahora bien, ese mundo nacido con la revolución rusa, corregido y aumentado por la Gran Depresión, ha desaparecido. La caída del Muro de Berlín, la implosión de la Unión Soviética, el fin de la Guerra Fría y el fenomenal boom tecnológico dieron por tierra con todo un siglo. Los tiempos que corren ameritan un nuevo relato y otra explicación a treinta años de la novedad que no puede dejar afuera valores y principios asociados a un novedoso liberalismo social.

Malvinas y los fondos buitre

La comparación y el peligro del que hablan políticos y periodistas, que encierra la igualación por parte del gobierno actual con el de Galtieri, no tiene asidero ni punto de comparación. Intrínsecamente, no es lo mismo defender o intentar recuperar lo robado que pagar deudas contraídas. Pero lo que fundamentalmente ha cambiado es el mundo en el que se dio el conflicto de Malvinas y el actual.

En 1982 aún se vivía bajo la pesada carga de la Guerra Fría, hacía cuatro años que el Frente Sandinista de Liberación había tomado el poder en Nicaragua y tres que el ayatollah Khomeini dirigía los destinos de Irán. Es decir, el capitalismo liberal no salía aún de la formidable derrota de Vietnam. El entusiasmo del nacionalismo y de la izquierda fue tan manifiesto que creyó posible el triunfo de Malvinas, pensando que la Unión Soviética velaba desde las sombras. En ese mundo bipolar, al decir de Hernández, siempre había “un palenque ande rascarse”.

En la actualidad, el capitalismo ha triunfado en todos los frentes y la Argentina se halla, propiamente, en el centro geopolítico de los vencedores. Cavilar como en aquellos años es un disparate fenomenal en el que incurren sectores de izquierda y del kirchnerismo. No hay dudas que Cristina ha virado hacia posiciones amigables al capitalismo mundializado. Hace más de un año y en vísperas de una reunión en Naciones Unidas la Presidente aseguró que por su formación político-cultural, en la década del 60, miraba con desconfianza el proceso de globalización, pero después de diez años de gobierno lo observaba como una oportunidad. ¡Finalmente se asomó al mundo!
Estas palabras son ignoradas por la izquierda kirchnerista que ya no tiene dónde aferrarse. Patria sí, buitres no, vociferada en una raleada concentración espectral, suena tan añejo como Patria sí, colonia no, de los años 40.

El kirchnerismo, sobre su ocaso, le hace un gran favor al país al dejar a la deriva al infantilismo político.

La travesía

En el Facundo de Sarmiento hay una escena, descrita con pluma maestra, que exuda un enorme dramatismo. El caudillo riojano, huyendo de la ley, marchaba a pie por el desierto conocido como la Travesía, que une a la provincia de San Luis con la de San Juan. Arrastraba Quiroga su figura por aquellas polvorientas tierras cuando oyó, a lo lejos, bramar a un tigre. El animal cebado en carne humana buscaba saciar su vicio en las entrañas del caudillo. Apuró éste el paso, abandonó su montura y corrió a un débil algarrobo, alcanzando la punta, mientras se mantenía escondido en el ramaje, en constante oscilación.

Sus pertenencias que yacían con la montura fueron despedazadas por las furiosas garras del tigre que frustrado lo miraba desde el llano. Esta vívida escena en la que para salvar la vida se abandona todo, hasta el coraje, prevaleciendo la prudencia, me recuerda la huida de Cristina de la “revolución a la contrarrevolución”.

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Los secretos de la señora

Quizás, quien mejor ha definido a Cristina Kirchner, en este último tiempo, haya sido el presidente del Uruguay, José Mujica, cuando señaló que la señora es terca. Una de las acepciones del vocablo dice que terca y obstinada es aquella persona capaz de mantener una decisión por encima de las dificultades que se presentan. Y las últimas medidas tomadas (ganancias, impuestos en el sector financiero, apertura del canje, cambio de jurisdicción de los anteriores, redistribución de la gendarmería en todo el país), más allá de lo acertado o no de ellas, hablan de una dirigente política que logra sobreponerse a las adversidades y continúa empujando a su tropa.

Esto dicho para aquellos que creen que la señora y su gobierno han bajado los brazos o que su fragilidad emocional la obliga a tirar la toalla. Ahora… ¿Para quién batalla Cristina? ¿Para Scioli? ¿Para el kirchnerismo? ¿Para el peronismo? ¿O para ella? En el entendimiento que no todo es lo mismo. Ciertamente no es sencillo columbrar lo que anida en lo profundo de su pensamiento. De modo que el ejercicio intelectual a realizar para abordar el problema no es sencillo ni ligero.

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