El kirchnerismo se lleva mal con la historia

Cuando los políticos y algunos periodistas se meten con la historia, las cosas no salen bien. Ya he replicado en otra nota la sospechosa profusión de libros sobre el peronismo que recuperan las ideas de la Revolución Libertadora. Esta labor seudohistoriográfica no es ingenua, responde a un clima y una atmósfera de los que no han podido desembarazarse autores, periodistas o políticos que en su simpleza confunden kirchnerismo con peronismo. Y en una sinopsis que emparentan épocas tan lejanas con el presente, se dejan llevar por la rigidez de un pensamiento atado a prejuicios y a dogmas aprendidos para siempre.

Si el peronismo con un gran esfuerzo puede ser asociado a los populismos de época, el kirchnerismo es la manifestación clara de un progresismo activado en los noventa por el Foro de San Pablo donde la izquierda replanteó su camino a la caída del comunismo. Si a los progresistas argentinos la idea les cae mal, deberían repasar el apoyo dado a Hugo Chávez, Lula da Silva o el kircnerismo a los inicios de estas experiencias políticas. Como el presente huele a calas, al decir de Hugo Moyano, los progres de siempre se apartan de estos Gobiernos a los que ahora caracterizan como populistas al solo efecto de salvar la perniciosa ideología que compartieron en el primer tramo del nuevo siglo. Dicho esto, pasemos a una nueva confusión histórica. Continuar leyendo

El nuevo gabinete

Según afirman los que saben, en la noche del 12 de agosto la presidente golpeó su cabeza al caer desvanecida. Algunos, quizás con “mala leche”, atribuyen el accidente al estado emocional de Cristina, al enterarse de los pésimos resultados electorales de ese día. Sea o no cierta la relación, así quedará para la historia. Aquella noche negra, el kirchnerismo desconoció la derrota y la presidente también.

Cuarenta días después y al recuperarse del traspié, la señora de Kirchner ha dado el primer indicio de integrarse a la realidad. El golpe en la capocha le permitió reflexionar. Los cambios en el gabinete pueden explicarse en esa dirección. Cabalgar la derrota es la tarea del presente.

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