El abogado, custodio del Estado de derecho

“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe; nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestro destino, cambiar de tiranos sin destruir la tiranía”. La frase pertenece a Mariano Moreno, ilustre colega pensador de nuestra Revolución de Mayo, y goza de una candente actualidad.

Son tiempos complejos para la labor cotidiana de los abogados. En primer lugar, porque no siempre es lo reconocida que debería serlo, pero además, porque enfrentamos habitualmente un servicio de Justicia lento, poco amigable, sin estándares mínimos de calidad de gestión y, muchas veces, influido o condicionado por poderes ajenos.

Es la instancia que nos tocó, en los tiempos en que estamos aquí para llevar adelante nuestra función, que no es otra que la tutela de los derechos de nuestros asistidos. ¿Quiénes son ellos? Ciudadanos, mujeres y hombres de nuestra república que perciben que algunos de sus inalienables derechos han sido menoscabados y deben recurrir a nosotros, los abogados, para que poniendo en juego nuestros conocimientos y nuestro mayor esfuerzo consigamos el objetivo de hacer cumplir la ley. Continuar leyendo

Una cita en defensa de la Justicia

Una Justicia independiente, el funcionamiento del sistema republicano, no es un lujo ni un reclamo excéntrico, incluso en un país donde mucha gente está debajo de las líneas de indigencia y pobreza, y mucha otra carece de cloacas. La falta de tal independencia es una deficiencia democrática, es el origen de la corrupción sin castigo, de las desigualdades sociales, del imperio del fuerte sobre el débil, porque es el Poder Judicial el que nos equipara y su independencia es requisito ineludible del cambio hacia el que vamos.

Dicho esto, no podemos omitir plantear el cuadro de situación actual. El juez de la Cámara de Casación, Luis Cabral, era uno de los tres miembros de la sala que debía definir la constitucionalidad o no del pacto con Irán, que la Cámara Federal ya tachó de inconstitucional. Cabral integraba la Casación en carácter de subrogante. ¿Por qué? Porque el kirchnerismo, cuando no pudo nombrar jueces definitivos, adictos o funcionales, decidió designar jueces subrogantes, de modo que si sentenciaban distinto a los deseos oficiales eran fácilmente reemplazables por otro subrogante. El magistrado, en esas condiciones, carece de la estabilidad que la Constitución Nacional le otorga a un juez definitivo, es decir, “mientras dure su buena conducta”, dice la Carta Magna. Continuar leyendo