Una osadía descomunal

Daniel Muchnik

Algunos lo tomaron como tema de diversión. Otros se pusieron extremadamente serios (y los comprendo, porque en estas cuestiones no tengo sentido del humor). Y muchos callaron por temor a que se los acuse de discriminadores.

Pero al margen de cualquier respeto o falta de respeto, el pedido de subsidios para travestis de 8.000 pesos es de una osadía descomunal para el resto de una sociedad que tiene carencias de todo tipo y que está acosada por la inflación, la recesión y los pánicos por la inseguridad. Cuanto menos la cuestión es ofensiva para los que trabajaron toda su vida y cobran jubilaciones magras o se ven obligados a vivir de la consideración de sus hijos, amigos o conocidos que tienen el don de la piedad.

Los responsables son dos parlamentarias. Las dos oficialistas: María Rachid y Diana Conti. La primera trabajando en la Ciudad y la segunda en la Nación. Las dos con significativas trayectorias.

En 1996 Rachid fundó “La Fulana”, espacio comunitario para “Mujeres que aman mujeres”. En 2006 creó la Federación Argentina de Lesbianas. Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), que nuclea distintas organizaciones de diversidad sexual. Bregó tesoneramente para conseguir el matrimonio entre personas del mismo sexo y tuvo suerte, porque el Gobierno concedió todo y con una sonrisa… En 2010 accedió a la Vicepresidencia del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo. Pero renunció un año después.

Rachid reconoció a las pocas horas que habría que estudiar el total del monto del subsidio. Un gesto, una reacción, frente a la ofensa de muchos.

Conti, con orígenes en la izquierda activa, quien adhirió y supo comprometerse con la Alianza, ha llegado a decir que sí, sin dudas, ella es una stalinista y que nadie puede dudar de las actividades limpias de la Presidente de la Nación. La iniciativa legislativa firmada por Conti propone compensar a los transexuales y travestis, cuyos “derechos fundamentales fueron violados por motivos de su identidad de género”, con un subsidio mensual equivalente a la remuneración mensual de la categoría D, nivel O, planta permanente del Sistema Nacional del Empleo Público, lo cual bordea los 7.500 pesos.

A las dos parlamentarias parece inquietarles sólo la discriminación contra sus defendidos/defendidas. Nunca hablaron, que se sepa, de la discriminación contra los indígenas, o los chiquitos del norte con la piel oscura, o con los discapacitados, o con los extranjeros de países vecinos o lejanos, o con inmigrantes asiáticos o contra las bravuconadas que atacan a los judíos.

¿Y por qué debería haber subsidios de este tipo? ¿Con fondos del Estado, que no termina de cubrir las necesidades de los hospitales, que no construye las escuelas que se necesitan, que mantiene una infraestuctura de caminos vieja e ineficiente, causa de accidentes fatales, que no termina de reconocer que el impuesto a las ganancias es una carga fiscal al trabajo, que viene manejando subsidios más que millonarios ? ¿Fondos que son administrados arbitrariamente y sacándolos de sus funciones específicas, prohibido por la legislación? ¿Quién, como se decide? ¿No se puede pensar en otros subsidios, si es que el Tesoro puede, para importantes y decisivas necesidades?

El propósito final incluye atender a esas categorías sexuales porque  -dicen- después de los 40 años quedan marginados, física y monetariamente, según argumentos escuchados en las radios. No hablan de la necesidad de crear, para estos casos centros médicos de contención y protección, que en la Argentina parecen no existir.

Por supuesto que no son proyectos tirados de los pelos. Tiene un propósito, además de proteger a las mentadas “víctimas”, que es conseguir, sin falta sus votos cuando llegue el tiempo electoral. Además no son propuestas que caen en el vacío . En el Gobierno se las escucha y se las atiende.

Habría que exigir a todos los legisladores que rindieran cuenta de su trabajo y preguntarles, durante o al final de su mandato, qué estudiaron a fondo, qué proyectos presentaron, qué cambios positivos generaron. No basta con que publiquen un libro. Tienen que fundamentar lo que hicieron para que la sociedad vida mejor. Qué votaron o dejaron de hacerlo y los porqué. Y si se hacen responsables de sus actos.