Subestimar la inflación infló el PBI

Daniel Sticco

Desde que se produjeron cambios relevantes en la conducción del Indec, en 2007, y la oposición pasó a cuestionar mes a mes la validez del índice de precios al consumidor, hasta hoy, el cálculo de la generación de riqueza se sobreestimó en más de 28 por ciento.

Sólo en el último año se advierte que la desaceleración del ritmo de crecimiento del PBI de 8,9% en 2011 a 1,9% que informó el Indec se transforma en una merma más modesta, aunque cambia de signo: de una suba de 3,9% pasa a una contracción de 2,4%. El estudio OJFerreres calculó una caída de 0,4 por ciento.

Semejantes diferencias surgen de la sobreestimación del PBI por parte de los sectores productores de servicios que provoca transformar los valores monetarios en parámetros comparables con los productores de bienes con un índice de precios que sube menos de lo que perciben las familias y empresas y que recogen los cálculos de las consultoras privadas y varias direcciones de estadística provincial.

Es que mientras para la medición del PBI Bienes se toman cantidades, tales como unidades de autos producidos, o toneladas de acero o de soja, o litros de cerveza, entre otros, para los servicios se toman preponderantemente valores monetarios, como facturación del comercio, depósitos y créditos de los bancos, salarios que se pagan a la educación y salud, etcétera, y se los transforma en valores reales a partir de sacarle el efecto de la inflación.

Si, a modo de ejercicio, para cada uno de los sectores productores de servicios se divide su PBI en pesos corrientes que obtiene la Dirección Nacional de Cuentas Nacionales por el deflactor que el Indec utilizó para el caso del sector público, que promedió 23,5% anual en los últimos seis años, surge que el PBI agregado en lugar de haberse expandido 42% en ese período se acota a poco más de 13% entre 2007 y 2012.


Esto es, el ritmo de aumento de 6% acumulativo anual que muestran las cuentas nacionales difundidas por el organismo oficial de estadística se achica a un modesto 2,1% promedio para cada uno de esos años.

Si bien este es un método de aproximación a la realidad, refleja con claridad la percepción de la mayor parte de los agentes económicos.

No sólo no se trata de una brecha menor entre lo informado y la realidad que arroja este ejercicio, sino que incluso la decisión política de subestimar la inflación y por extensión sobreexpandir la variación real del PBI llevó a que en 2010 se disparara el pago del cupón PBI de los bonos entregados en el canje de deuda, porque se obtuvo un crecimiento de 9,2%, cuando con la inflación real la generación de riqueza apenas se habría reactivado a una tasa de 2,6%. Por debajo de 3,26% que dispara el pago de esa renta extraordinaria. Fueron unos u$s2.400 millones entregados a los acreedores de la deuda pública reconvertida de modo gratuito.

Modelo productivo o improductivo
Otra de las consecuencias negativas para el Gobierno de subestimar la inflación sobre la economía real, según se desprende tanto de la comparación de las variaciones del índice del Indec con los de las provincias y consultoras privadas, como de la correspondiente a los precios implícitos en el cálculo del PBI, es que en la estadística oficial la rama productora de bienes perdió terreno en los últimos diez años respecto de los productores de servicios. Fueron unos cuatro puntos porcentuales; de más de 32% a menos de 29% del PBI total.

Por el contrario, en la serie ajustada del cálculo de la generación de riqueza con variaciones de precios compatibles con los datos reales de inflación, aparece que la rama productora servicios fue la en el decenio resignó peso, de 64% a menos de 55%, a favor de los productores de bienes que ganaron 4 pp, de 32 a 36%, y los impuestos al valor agregado y sobre las importaciones que ahora se llevan 9,3% del PBI a precios de mercado, frente a 6,3% de 10 años antes.

Este ejercicio también permite despejar otras severas inconsistencias que muestran las cuentas nacionales, como que las ramas del transporte y del comercio crecen sostenidamente, pese a que la misma fuente da cuenta de menor gravitación del conjunto de los productores de bienes.

Y el propio sentido común muestra que si se producen menos cantidades y también se importa menos, es imposible comerciar y transportar más, excepto que se haya comenzado el año con abultados stock en silos y depósitos que salieron a la luz. Pero en ese caso, el desempeño de la recaudación tributaria debería haber crecido mucho más, salvo que se hayan movido en la marginalidad.

De ahí que así como el Indec está abocado a diseñar un nuevo índice de precios al consumidor urbano, el cual requerirá no sólo una actualización de sus componentes acordes con las costumbres de consumo de la población actual sino también la forma y puntos de referencia para tomar los precios, también debería avanzarse hacia la construcción de una nueva matriz de insumo producto, en reemplazo de la que se utiliza con base en más de 20 año atrás.