La doble vía de Kicillof

Daniel Sticco

El ministro de Economía debió repartir su agenda en las últimas semanas entre las funciones que le demanda una de las carteras más demandantes del Poder Ejecutivo Nacional y la campaña para pasar a ocupar a partir del 10 de diciembre una función legislativa como primer diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Lo curioso, aunque no tan curioso, es que sus acciones en la gestión se dan de bruces con los postulados que usa como bandera para acceder a una banca.

Los resultados de las acciones como viceministro primero, desde diciembre de 2011, y luego como ministro de Economía, desde noviembre de 2013, son contundentes en mostrar un virtual estancamiento de la generación de riqueza y destrucción de empleos netos; el paso de los superávit gemelos: de las finanzas públicas y el comercio exterior, a déficit simultáneos en los dos frentes, y, lo que es peor, se han acrecentado los bolsones de pobreza.

En este último caso, el estigma que le produce a Axel Kicillof hablar de ese tema, lo ha llevado a decidir la suspensión de la medición por parte del Indec desde el segundo semestre de 2013. De ahí que sólo se puede seguir la evolución de la pobreza a través del relevamiento y estimación que hacen los técnicos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, o de un método alternativo que propuso el director de la Consultora Equis en su libro “La devaluación”, el cual consiste en estratificar a la población por nivel de ingreso y su relación con múltiplos del salario mínimo, vital y móvil. En ambos casos, surge un continuo aumento, que revela que los excluidos cada vez son más.

También la serie de datos que el Indec publica anualmente de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos da cuenta no sólo de la significativa destrucción de empleos, más entre los productores de bienes, como la industria y el campo, que en los productores de servicios privados, sin que se compense con la bolsa de trabajo en que se ha constituido el sector público en su conjunto, sino de las severas dificultades que enfrentan los desempleados para reinsertarse en el mundo del trabajo remunerado.

Haz lo que digo, no lo que hago
No obstante, a la hora de vestirse la camiseta de candidato a un puesto legislativo, Axel Kicillof, acompañado por sus compañeros de lista: Andrés “Cuervo” Larroque y Victoria Montenegro, recorrió distintos centro comerciales y urbanos de la Ciudad para exhortar repetidamente a “profundizar las propuestas del espacio político que encabezamos para continuar en la senda del crecimiento y de la inclusión social”.

“La cosa es mucho más fácil de lo que algunos economistas que persisten con las recetas del ajuste: debíamos pensar en los problemas de la gente y no en los de los sectores dominantes que no piensan en incluir a los 40 millones de argentinos. Piensan un país con una minoría incluía y una gran mayoría excluida. Ese modelo es insostenible en el tiempo”, destacó repetidamente, pese a que esa filosofía de vida no se manifiesta en la variación de las estadísticas oficiales en la materia.

Bien probado está en la mayoría de los países que la mejor forma de fomentar la inclusión social y el crecimiento de la economía es el seguimiento de políticas austeras en lo fiscal y monetario y el impulso de la actividad privada, libre de ataduras, tanto para operar en el mercado interno, como para vincularse con el resto del mundo y atraer inversiones productivas. Pero eso no es lo que guía la gestión del ministro Kicillof.

Por el contrario, ha impulsado políticas fiscales exageradamente expansivas, a partir de un indefinido aumento de la presión tributaria que provoca asfixia en las empresas, y también en parte de los asalariados, y la consecuente emisión de pesos para financiar un desequilibrio que se aproxima rápidamente al filo de los dos dígitos en términos de PBI; junto a controles de precios, regulación de las tasas de interés y múltiples tipos oficiales de cambio, pese a que los resultados obtenidos muestran una creciente exclusión de trabajadores y consecuentemente de sus familias de la vida productiva y del progreso, a pesar de que se multiplicaron los planes asistenciales y las moratorias previsionales.