Insisten con más de lo mismo en busca de resultados diferentes

Daniel Sticco

El Gobierno nacional sigue sin encontrar la fórmula para que disminuyan las tensiones cambiarias que llevan a la constante caída de las reservas en divisas en el Banco Central, fenómeno que genera un círculo vicioso, y retrasa las inversiones productivas.

La ciega preocupación por revertir la suba del dólar en el mercado interno, o dicho de modo más apropiado y profesional: detener la devaluación del peso, con medidas que sólo llevan a romper los termómetros que reflejan la enfermedad que afecta a la economía por estas horas, sólo contribuyen a agravar el estado del paciente.

Hace varios años que la economía argentina acusa una sostenida pérdida de vitalidad, al punto de haber caído en un estado delicado, porque sus principales alimentos: la solvencia de las finanzas públicas y el superávit de divisas de la balanza comercial, fueron contaminados con una política descabellada de gastar lo que no se tiene y de atrasar el tipo de cambio, a contramano de lo que hace el mundo, en particular Brasil, que en lo que va del año depreció el real en casi 60 por ciento, pese a que de ese modo pulverizó el superávit de la balanza comercial, al derrumbar las exportaciones.

Y para peor, el mal uso de los instrumentos de política económica para reordenar las principales variables, ha derivado en los últimos ocho años en una suba de la tasa de inflación a un rango de 25%, consolidándola en los primeros puestos del mundo.

De ahí la creciente propensión de los inversores, pero también de los consumidores, a desviar sus excedentes monetarios a los activos dolarizados, sea bonos, acciones que cotizan en Wall Street, o simplemente dólares, unos pocos con autorización de la AFIP y la mayoría en el mercado libre, o a través de un canal alternativo y más sofisticado del mercado de capitales: contado con liqui o MEP.

Frente a ese cuadro, en lugar de pensar el Gobierno en hacer algo distinto, para intentar obtener resultados diferentes, como atacar las causas que provocan semejantes deterioros, el presidente de la Comisión Nacional de Valores, Cristian Girard, tomó una medida inconsulta con el mercado, pero claramente avalada por el ministro de Economía, Axel Kicillof, de quien depende, destinada a bajar el dólar implícito en las operaciones bursátiles, denominado contado con liqui, sin medir el costo que generó: una pérdida del ahorro acumulado por los Fondos Comunes de Inversión de USD4.000 millones, a razón de 20% por cada cuotapartista. Además, de provocar una pérdida de unos 50.000 millones de pesos en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.

Nuevo golpe a la debilitada confianza
La medida de la CNV, claramente no fue estudiada en profundidad, como le gusta decir al ministro Kicillof, en particular en lo que respecta al efecto sobre la ya extremadamente deteriorada confianza de los inversores en la Argentina, la cual se manifiesta en la escaza maduración de emprendimientos de envergadura y que ha llevado al estancamiento de la economía en su conjunto en los últimos cuatro años.

Al respecto, cabe destacar que en una nueva convocatoria del Foro de Convergencia Empresarial, que integran unas 50 cámaras empresarias y adhieren otras 20 organizaciones profesionales, sociales y fundaciones, técnicos de los partidos de la oposición, encabezados por Ricardo Delgado, del Frente Renovador; Francisco Cabrera, ministro de Desarrollo Económico del Gobierno de la Ciudad, PRO; y Omar Duclós, diputado nacional, candidato a renovar la banca por el Frente Progresista que encabeza Margarita Stolbizer, presentaron sus propuestas de política económica en las áreas de infraestructura e inversiones, para el desarrollo. La conclusión primaria fue que el mayor prerrequisito es reconstruir la confianza.

Claramente, todas las propuestas, incluidas las del candidato oficialista que una vez más rehusó la invitación del FCE a alguno de sus técnicos para debatir las mejores propuestas para mejorar la infraestructura y la competitividad y buscar coincidencias para recuperar la senda del crecimiento de la inversión, el empleo de calidad y la generación de riqueza, claves para poder revertir el severo deterioro social del país, se encontraron con un nuevo freno, de la mano de la Comisión Nacional de Valores.

El consenso de los expertos de la oposición es que la inversión pública en infraestructura debe saltar de un mínimo actual de 2,5% del PBI a 5 o 6% del PBI entre 4 y 8 años, esto es de unos 10 a 12 mil millones de dólares a más de USD25.000 millones. Mientras que un nuevo informe de la Cámara Argentina de la Construcción que se anticipó en el Desayuno Debate del Foro de Convergencia Empresarial sobre Infraestructura que “la Argentina necesita recuperar una tasa de inversión de 25% del PBI, desde menos del 20% actual, para que la economía pueda crecer en forma sostenida a un ritmo de 5% en los próximos años.

Sin embargo, todas esas iniciativas demorarán aún más de lo previsto en iniciar su camino, porque no podrá haber inversión productiva de largo plazo si el Gobierno que se va toma medidas hasta el último día que esmerilan la poca confianza que existe en el país y sus instituciones, y dos de tres de los máximos candidatos para llegar a la presidencia de la nación aseguran que las correcciones de política necesarios para comenzar a revertir las severas distorsiones que acumulará la economía hasta el 9 de diciembre podrán hacerse de modo gradual, en un plazo mínimo de dos años.