Menos del uno por ciento de los residentes compra dólar ahorro

En su conferencia matinal, en el día de la celebración de la llegada de los Reyes Magos, el Jefe de Gabinete dijo que “el 25 por ciento de la población argentina accede a transacciones para tenencia en moneda extranjera. Esta burda mentira instalada respecto a restricciones al acceso. Si existe declaración jurada impositiva, acceden tanto para viajes al exterior tanto para dólar tenencia”. Jorge Capitanich remarcó que “en el último año 4.798.952 personas accedieron a la compra del dólar ahorro por un monto de 3.061 millones de dólares”.

Sin embargo, como me cuesta creer que el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, miente, tiendo a pensar que está mal informado y que sus asesores le omitieron advertir que los 4.798.952 que adquirieron dólares para ahorro en el último año, no eran todas personas diferentes, ni todas lo hicieron con fines de tenencia.

La reglamentación de la AFIP establece que sólo se podrá adquirir dólares para ahorro hasta un límite de 2.000 por mes y 24.000 dólares por año, por parte de aquellos que reúnan ingresos comprobables en tareas registradas por un mínimo equivalente a dos salarios mínimos, en la actualidad unos 9.400 pesos de bolsillo (unos 11.800 pesos en valores brutos). Sobre ese monto, se estima una capacidad de ahorro, tentativa y discrecionalmente del 20%, por lo que el monto mínimo de compra de partida es de unos 1.900 pesos, equivalente a menos de 185 dólares por mes.

A ese límite inferior de ingresos accedió, según los últimos datos del Indec correspondiente al tercer trimestre de 2014, apenas poco más del 10% de los jefes de familia, equivalente a menos de 3% de la población total del país, unas 1,1 millones de trabajadores, esto es poco más de la quinta parte del universo que dijo el Jefe de Gabinete.

Los beneficiarios podrían ampliarse a casi cuatro millones de personas favorecidas por la “flexibilidad” de la venta de dólares ahorro al cambio oficial más un pago a cuenta de futuros impuestos de 20% si opta por no dejar en una cuenta ahorro bancaria los billetes. Pero simplificación y licencia de cálculo no es aceptada por la AFIP, porque sólo valida las autorizaciones de compra en función del ingreso habitual declarado y no del grupo habitacional.

Límite por mes que se puede repetir

Pero esa no es la única falacia de la apreciación que, al parecer, los asesores le transmitieron al Jefe de Gabinete. El régimen de venta de dólares para ahorro se ha definido como parámetro mensual, con un tope anual. De ahí que es muy probable que entre las casi cinco millones de operaciones autorizadas y ejecutadas en el último año se hayan verificado reiteraciones de compra en cada uno de los doce meses, con lo que de modo simple, se puede estimar que la cantidad de personas que fueron autorizadas por la AFIP se limitó a apenas 400 mil, equivalente a menos del uno por ciento de los poco más de los 42 millones de habitantes en el país, o si se quiere poco más del dos por ciento de la nómina total de trabajadores; o de menos del 4% de los ocupados en blancos. En todos los casos, muy lejos del cuarto de la población que con satisfacción dijo Jorge Capitanich, porque estarían manifestando capacidad de ahorro.

Pero peor aún, en una economía que ha pasado de una tasa de inflación de 25 a casi 40%; con salarios que en el mejor de los casos subieron 32% y un gasto público que se expande a una tasa superior al 43%, no han sido pocos los trabajadores autorizados a comprar dólares para tenencia, que lo han hecho para ahorro de muy corto plazo, porque los vendían en menos de 15 días de su adquisición en el mercado libre con una diferencia piso de 30 por ciento, para poder llegar a fin de mes, y de ese modo evitar o atenuar la erosión del poder de compra de sus salarios.

De cualquier forma, ese segmento de la población es muy reducido, porque según los datos de la AFIP el promedio de venta de dólar ahorro por operación fue en el último año de 638 dólares, que al cambio actual, significa un universo muy chico de trabajadores que pueden justificar, siempre en promedio, un ingreso de bolsillo de 33.000 pesos.

Según los datos de Distribución del Ingreso que difundió el Indec menos del siete por ciento de los jefes de familia registró ese parámetro de salario medio, muy por debajo del dos por ciento de la población del total del país, aunque muy superior, con unas 700 mil personas, al promedio mensual de transacciones efectivizadas.

Es decir no todos los que tienen alta capacidad de generación de riqueza y de ahorro acuden al mercado oficial de cambios para comprar dólares billetes, más el pago a cuenta de impuestos del 20 por ciento. Si, son más los que gastan en el exterior con el uso de tarjetas de crédito y luego abonan en pesos en el país, al cambio oficial más un pago a cuenta de impuestos del 35 por ciento. Pero, también se trata de un universo que no llega al 10% de la población, esto es menos de la mitad del 25% que aseguró Capitanich.

El país es forzado a vivir con billetes de 100 pesos

El Banco Central continúa impulsando la emisión de billetes de máxima denominación, cien pesos, y fuerza a muchas familias y comerciantes a perder cada dìa -centavos y hasta pesos- en el redondeo en las compras al menudeo de bienes no bancarizables, como un poco de pan, una golosina, una fruta, o verdura, o un jabón de tocador desnudo, entre múltiples necesidades cotidianas, porque no logra hacerse de dinero de las mínimas nominaciones de 2, 5, 10, 20 y hasta de 50 pesos y no está comúnmente aceptado en esos casos el pago con tarjeta de débito y menos aún con tarjetas de crédito.

Cada vez es más frecuente el reclamo de un vendedor a un consumidor de un bien o servicio, como el taxi: ¿no tiene más chico?, y la respuesta se repite cada segundo: “no!, el banco no entrega billetes de menos de cien pesos”, por lo tanto hay alguien que gana o pierde con el redondeo, por capricho del poder político.

La razón es muy simple: Sobre 100 billetes en circulación al cierre de la primera quincena de diciembre 34,5% correspondían a papeles de 50 a 2 pesos y el 65,5 por ciento restante a los de cien. Pero cuando se recalcula la participación de estos últimos en términos del valor del papel moneda en circulación se eleva a poco más de 91 por ciento del total.Esto quiere decir que del valor de la circulación monetaria en poder del público menos de 10% está compuesta por billetes de nominación inferior a la máxima, fenómeno que complica al extremo las transacciones cotidianas.

Inflación y bancarización
No obstante, el Gobierno nacional, y la nueva autoridad monetaria, han decidido, pese al contexto inflacionario de 24% en la medición del Indec y de 40% en los cálculos privados, mantener la política de emisión preferencial de billetes de 100 pesos, los cuales ya suman 3.052 millones papelitos y alcanzó el equivalente a casi 74 por habitante. Mientras que de las denominaciones de 2 a 50 pesos circulan en conjunto un total que es la mitad de la de 100 pesos, pero en valor representan por habitante menos del 10 por ciento de sus disponibilidades.

Semejante disparidad se profundiza quincena a quincena, porque el Gobierno y la autoridad monetaria miran más el costo de la impresión de los billetes, más bajo en términos relativos cuanto más alta es su nominación, porque todos demandan el mismo gramaje de papel y tinta, que las desventuras que enfrenta más de la mitad de los ciudadanos, y el supuesto deseo, indefendible, de alentar la bancarización de todas las transacciones. Al tiempo, que consideran que con esa estrategia evitan reconocer la brutal tasa de inflación acumulada en los últimos siete años.

Frente a este escenario, argumentan que es necesario que se use más el plástico no sólo para viajar, o pagar los impuestos y el valor de los servicios, sean públicos como teléfono, gas, agua, o privados, como colegios, expensas y compras en centros de compras, entre otros, sino que se extienda a los bienes que se venden a menos de 50 y 20 pesos, aunque no se toman las medidas conducentes a ese proceso, como combatir en serio la economía en negro y exterminar la inflación.

Del lado de los banqueros, salvo raras excepciones, es común escuchar que el Banco Central debería lanzar billetes de 200 y hasta de 500 pesos para “aumentar la seguridad, reducir el costo operativo de los bancos y que se termine el problema de faltante de dinero en los cajeros automáticos”.

Sin embargo no ocurre a menudo oír argumentos sobre que corregir un problema en el extremo superior del mercado no soluciona los costos operativos que se acumulan en el extremo inferior, no sólo porque el poder adquisitivo promedio de las familias se mantiene en niveles inferiores a los 10.000 pesos, sino también que más de un 35% se desempeña en la informalidad y que la mayoría de los alimentos y artículos de limpieza que consumen la mayor parte de los hogares no sólo tienen precios inferiores a 50 pesos, sino que se expenden en lugares donde la presencia de bancos es muy baja y casi ninguno se ha especializado en entregar cambio en forma ágil.

Pero no sólo eso, la mayoría de los países en desarrollo y más aún los altamente desarrollados tienen en circulación billetes con máxima nominación que equivalen a casi diez veces el peso argentino, en el caso de los EEUU y hasta más de 80 en el de Europa, y sus índices de bancarización (relación de depósitos y préstamos con el PBI) es superior entre cuatro y cinco veces.

De ahí que entre las asignaturas pendientes que se prevén que quedarán para el próximo gobierno no sólo estarán la superación de los desequilibrios macroeconómicos, sino también la de equilibrar la proporción de la circulación de billetes de todas las nominaciones necesarias para las transacciones al menudeo y también el lanzamiento de emisiones apropiadas para grandes operaciones.