De receso

Justo ahora que el Estado colombiano, según avistamos, va a sufrir la peor humillación desde la dolorosa separación de Panamá. Cuando se prepara, con total cinismo un golpe de Estado por medio del establecimiento de un poder paralelo, o dual, como diría Gramsci o Lenin.

Porque, ¿de qué otra forma llamar a este esperpento, el presidente Juan Manuel Santos, que, en desafortunada declaración, confirmó estar negociando para avalar los “acuerdos de La Habana”? El tal “congresito”, al que le cambian el nombre por “Comisión Legislativa”, el mismo perro con distinta guasca, no es otra cosa que un golpe a nuestra democracia y a la constitución que la sustenta.

En su composición: al incorporar a individuos sub judice y condenados por delitos atroces y a personas no elegidas por el constituyente primario. En sus funciones: porque queda habilitada para renunciar a los tratados internacionales que en materia de justicia ha firmado Colombia y que según la retórica de “expertos” nacionales y extranjeros, como el delegado de la ONU, el exfiscal de la CPI y el presidente de la Corte Suprema, no pueden ser un obstáculo a la paz, para que las guerrillas se autoexculpen. Para inventar cárceles sin barrotes, penas sin cárcel, resarcimiento de víctimas sin reparación material, zonas vedadas a la Fuerza Pública, violar la Constitución Nacional

El presidente Santos ofende la inteligencia de la mayoría de colombianos creyendo que cambiándole de nombre a sus regalos pasarán inadvertidos. Por más que diga y repita que no habrá paz sin impunidad, sí la habrá, pues, penas sin prisión no dejan de ser una burla al sentido común. Continuar leyendo

El fin justifica los medios también para las FARC

A propósito del llamado del presidente Santos a “desescalar” el lenguaje, vale la pena reflexionar sobre la relación entre comunismo y terrorismo. En teoría, el dogma comunista condena el uso del terror como medio para alcanzar sus fines. Sin embargo, los hechos históricos muestran una sistemática recurrencia al terror sin darle ese calificativo.

Desde Lenin, pasando por Stalin, Mao, hasta Fidel, Kim y otros déspotas, los comunistas cometieron y justificaron crímenes horrendos antes de la toma del poder y luego, siendo ya gobernantes omnipotentes.

Parece un contrasentido que para alcanzar una meta tan encomiable como la igualdad entre los hombres se causen tantos desastres. Tiene validez preguntarnos si la doctrina es ajena a tales atrocidades, si estas son el fruto de conductas desviadas o “consecuencias desagradables” de la lucha revolucionaria o si esta justifica todo tipo de medios y métodos, por crueles que sean. O, como suelen despachar algunos dogmáticos, se trata de campañas infames del enemigo de clase para desacreditar la lucha revolucionaria.

Para responder acertadamente a estas inquietudes, es menester recordar que la doctrina comunista es de naturaleza mística, sus seguidores creen estar cumpliendo una misión sagrada, salvar a la humanidad de las cadenas de la explotación capitalista y realizar el destino señalado: la sociedad sin clases. A dichos objetivos supeditan su accionar, que puede incluir el sacrificio de la propia vida. Continuar leyendo

Los beneficios de abandonar el dogma comunista

Abundan en el mundo entero los casos de personas que, habiendo militado con el credo y en organizaciones comunistas, enfrentan, a la hora de renunciar o renegar de tales experiencias, una tormenta de insultos, anatemas y descalificaciones morales.

La doctrina marxista en la medida en que se cristalizó en programas de partidos se asimiló cada vez con mayor fuerza a una vivencia religiosa o, si se quiere, a una religión civil. Por eso, abandonar el dogma era considerado un acto de traición y el mayor pecado. El marxismo se vendió como un pensamiento científico o una ciencia, pero, a diferencia de esta, no toleraba la duda, la incertidumbre ni los cuestionamientos a las altas directivas o al gran líder.

De manera que dejar de ser o cambiar de ideas, algo normal en todo sistema de pensamiento crítico, siempre ha sido objeto de punzantes comentarios y agravios en las esferas comunistas y en las de otras ideologías de corte fundamentalista. Continuar leyendo

¿En qué queda la monserga antiyanki de los Castro?

El acuerdo USA-CUBA es de esos acontecimientos que tienen y tendrán múltiples lecturas y repercusiones. Aunque Raúl Castro, se aferre a los dogmas de la revolución, claro como la luz del sol es el fracaso total del sistema económico comunista que se pretendió implantar en la isla.

Casi desde la proclamación del comunismo y la ruptura con los Estados Unidos, el régimen dictatorial de los Castro le achacó al “imperialismo yanqui” y al “decadente capitalismo”, la culpa de todas las carencias de su economía planificada. Sonaba curioso, incongruente y hasta inconsecuente declararle la guerra al capitalismo y enseguida acusarlo de los desastres del “nuevo modelo”.

La evidencia histórica nos dice que la dictadura castrista siempre vivió de las ayudas externas. En ese sentido ha sido un régimen parasitario, primero de los soviéticos y luego del petróleo del populismo chavista. Pero, la revolucionaria técnica del fracking utilizada por los norteamericanos para extraer petróleo que ha llevado el precio del combustible a sus niveles más bajos en diez años, y el envejecimiento irremediable de Fidel y Raúl, como señaló acertadamente Moises Naim, despejaron el camino para el acuerdo logrado. El gobierno cubano, ante un panorama económico demasiado incierto y crítico no tenía otra opción que acercarse a Goliat. Continuar leyendo