¿Es razonable el miedo a la paz santista?

Las FARC no se han bajado de una retórica que exige al Estado colombiano realizar las reivindicaciones sociales y las transformaciones políticas y estructurales por las que ellos dicen estar luchando hace 50 años. Su retórica y sus hechos se convierten en auténticos mazazos a las expectativas de las gentes que en principio se animaron en altísimo porcentaje con el ensayo pacifista.

Esa es una de las fuentes del miedo colectivo, sentimiento al que alude el presidente Santos como estorbo para la paz. Otra está relacionada con la posibilidad de que la guerrilla fariana, hábil y astuta, repita la dosis de convertirse en árbitro de la elección presidencial, cobrando un protagonismo y un poder que no se compadece con su debilidad estratégica. Se piensa que Santos, prisionero de los plazos, podría firmar un acuerdo con otorgamiento de curules, impunidad y sin dejación de armas, mientras se adelanta la campaña electoral para congreso y presidencia.

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El presidente Santos pierde los controles

Es francamente desconcertante la pasividad del gobierno ante la fuerte ofensiva que en todos los planos adelantan las FARC. En La Habana lo que el país ha visto es una delegación oficial que peca por su silencio y su falta de valor para defender las instituciones y la democracia colombiana. Siempre han estado a la defensiva, tratando de frenar, inútilmente, el desbordamiento verbal y propositivo de los delegados de la guerrilla que exhiben total iniciativa en todos los temas tratados.

Humberto de la Calle y compañía dan la impresión de ser incapaces de tomar las riendas del proceso y explicar ante el mundo y la nación el por qué las guerrillas deben ceñirse al libreto acordado, respetar las reglas del juego, dar muestras de respeto a sus víctimas y de su compromiso para abandonar el camino de las armas. En torno a esos asuntos es mucho lo que se puede argumentar y, además, insistir ante la opinión internacional en el anacronismo de una guerrilla contra una democracia y del peligro de validar el terrorismo como método de lucha.

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La aburrida actuación de las FARC en La Habana

En La Habana las FARC han ejecutado con lujo de detalles el libreto de una aburrida obra teatral cuya trama consiste en jugar con las expectativas de paz de los colombianos. Dicha obra siempre comienza con un reconocimiento retórico sobre la importancia del diálogo para buscar “la salida negociada al conflicto armado”. El nombre de la paz, manipulado con adjetivos, sirve de bandera para sostener que ella “es mejor que seguir matándonos”, como si los colombianos se estuvieran matando a diestra y siniestra en una guerra civil.

Los agentes del establecimiento, llenos de buena fe y algo de torpeza, han aceptado de buena gana y con gran candor la invitación a hacer parte del elenco en cuatro ocasiones en las que con leves cambios de escenografía y diálogos, concluyen en rotundo fracaso.

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