¿La Argentina está preparada para recibir inversiones?

Darío Epstein

Cada vez que un país sale de una crisis o entra en un esquema más amistoso para los inversores (tanto locales como extranjeros), pero en especial para las instituciones financieras y las corporaciones, se produce un proceso por el cual, primero, compran deuda soberana denominada en moneda dura, luego provincial y corporativa, y durante el proceso se van acumulando acciones de empresas cotizantes.

A posteriori, comienza la inversión directa, tanto extranjera como local, que es la que genera empleo y aumento de la actividad y del Producto Interno Bruto (PIB). Esta última es, por lejos, la más atractiva de todas las formas de flujo para un país, a pesar de que al principio puede tener un componente inflacionario.

Si miramos el mercado de capitales, vemos que luego de imponerse Sergio Massa, lo que dio por tierra las expectativas reeleccionistas de Cristina Fernández de Kirchner, la deuda y las acciones han ido subiendo. La pregunta es: ¿cuánto margen queda?

Si nos guiamos por los flujos, y siempre dijimos que apostar contra el flujo es un error, vemos que los emergentes han recibido influjos en los últimos meses y que sería lógico que Argentina formara parte de ese grupo receptor. Esto a pesar de que seguimos siendo un mercado fronterizo y que la reforma del mercado de capitales realizada por el Gobierno saliente todavía está vigente. Utilizar el mercado de capitales con fines políticos y para controlar empresas privadas dista de todos los principios y las mejores prácticas en la materia.

Además, habría que rever, desde mi humilde opinión, la derogación de la autorregulación. Es un sinsentido aceptar las leyes de Nueva York para las emisiones de deuda local y pedir a los fondos de Estados Unidos que inviertan en el país a través del mercado, y al mismo tiempo alejar normas regulatorias que ya estaban sincronizadas. Pero esto sería objeto de otro artículo.

Un reciente estudio de un grupo de alumnos de posgrado de negocios de la Universidad de Michigan nos indicaría que las intenciones de inversión en Argentina son todavía muy bajas: tan sólo dos décimos del 1% de los inversores que pueden invertir en mercados emergentes.

Para entenderlo en números: según comentó un funcionario del mercado de capitales de Argentina, Claudio Zuchovicki, en el lanzamiento del Club de Trading, la capitalización del mercado del país, es decir, el resultado de multiplicar todas las acciones de las empresas que cotizan por el precio de mercado asciende a 95 mil millones de dólares. Si restamos a este número el porcentaje que está en manos de los grupos controlantes y la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), la conclusión es que sólo quedan “flotando” (es decir, el valor total de las acciones que podrían cambiar de manos en el mercado) unos 15 mil millones de dólares, un monto realmente muy bajo para la demanda potencial.

No hace falta decir que si una pequeña, minúscula fracción de los fondos que salieron del mercado de Brasil viniera a Argentina, no habría forma de absorberla. Y lo que es peor, cuando quisieran salir en volúmenes razonables, sería imposible desarmar posiciones sin un impacto negativo muy fuerte en el mercado local.

 

Activos de Anses

Últimamente se escucharon rumores sobre la posibilidad de que la Anses vendiera los activos que posee en el Fondo de Garantías de Sustentabilidad (FGS). El FGS es un fondo de reserva con el objetivo de cubrir el financiamiento del régimen previsional público. Está compuesto por diversos tipos de activos financieros: títulos públicos, acciones de sociedades anónimas, tenencias de plazos fijos, obligaciones negociables (ON), Fondos Comunes de Inversión (FCI), valores representativos de deuda emitidos en el marco de fideicomisos y cédulas hipotecarias.

Los montos en cuestión son muy importantes en relación con el tamaño del mercado de capitales y los volúmenes operados. La tentación de vender parte de esos activos es muy alta, teniendo en cuenta que el déficit fiscal alcanzó el 5,5% del PIB en 2015 (7,1% si tomamos en concepto de devengado), y el Gobierno proyecta 4,8% para este año.

En el momento de la conformación del fondo (diciembre de 2008), estaba valuado en 98,2 billones de pesos; al 31 de octubre de 2015 (último informe del FGS) su valuación era de 612,2 billones de pesos. El Gobierno debería remover una ley que impide vender acciones sin autorización del Congreso, lo que se lograría con mayoría simple de los votos.

Dentro de las tenencias de Anses destacamos los bancos (Banco Macro, Banco Francés y Grupo Financiero Galicia), ya que representan 29,6 billones de pesos, de los 85,7 billones que tiene Anses en empresas listadas y poseen gran liquidez. Las empresas en las que Anses posee mayor participación sobre el capital social son: Banco Macro (BMA AR), 31,5%; San Miguel (SAMI AR), 26,96% y Edenor (EDN), 26,81 por ciento. Además, tiene más del 20% en 19 compañías.

El índice Merval se encuentra hoy en alrededor de 950 puntos (medido en dólares). Recordemos que en junio de 1992 ya había alcanzado este valor (900). Pero si comparáramos con la evolución del S&P de junio de 1992 a la fecha, estaríamos muy por debajo de dicho valor.

Por supuesto, el índice refleja ni más ni menos que la historia económica del país. Con muchas menos empresas listadas y muy baja capitalización de mercado.

En síntesis: creemos que cualquier nuevo influjo de capital al mercado podría llevar las cotizaciones por encima del valor actual, independientemente de los análisis técnicos y de los fundamentals de las compañías cotizantes. Por otro lado, estimamos que la tenencia del Anses para utilizar los votos y los espacios en los Directorios de las empresas cotizantes está fuera de los objetivos de la nación y entorpece el normal desenvolvimiento de las empresas. Sólo queda la duda de cuál es el mejor momento (precio) para desarmar esas posiciones y cuál es el mecanismo ideal para hacer una emisión eficiente, y de paso apoyar el desarrollo del mercado de capitales.

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