Aportó una visión dialoguista de la política

Antonio Cafiero lideró el último intento válido de renovar al peronismo, diez años después de la muerte del General Perón. Lo hizo desde una perspectiva humanista y social-cristiana, pero no pudo evitar el fenómeno de “ideología múltiple” ni los planteos del viejo nacionalismo, que moría al mismo tiempo que el comunismo soviético.

Aportó una visión democrática y dialoguista de la política y, pese a que podría haber practicado un fenomenal fraude en las elecciones internas que lo enfrentaron con Menem en 1989 (tenía absoluto control del aparato de certificación de los votos), no lo hizo y reconoció con gallardía su derrota.

Después de él, reinó la confusión, que sigue vivita y coleando.

Antonio, que descanses en paz, te lo has ganado después de una larga y prolífica vida.

Seguimos mirando hacia atrás

Perón murió hace 40 años. En ese tiempo no pudimos ni hacerle su merecido monumento ni colocarlo definitivamente al lado de otros estadistas de su tiempo – Getulio Vargas, Charles de Gaulle, Mao Tse Dong, Nehru y otros – en ese “Olimpo” que les corresponde a las grandes figuras que marcaron la historia de sus naciones.

Es justamente la “dimensión histórica” lo que nos permite procesar el pasado en una suerte de “archivo”  para que no sigamos viviendo en el presente los acontecimientos que nos trajeron hasta aquí, pero que no pueden seguir condicionándonos ni, mucho menos, hacernos repetir ese pasado en forma perpetua.

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