Como poner fin al ciclo eterno de inundaciones y sequías

Diego Lo Tártaro

La Provincia de Buenos Aires sufre periódicamente un problema de magnitud incontrolable e impredecible que se repite desde siempre: inundaciones y sequías como las sufridas entre los años 2011, 2012, y la actual del 2014 que se alternan sistemáticamente. Situación esta que se repite cada vez con más frecuencia, cuyos consecuentes daños de todo orden -económicos, sociales y de deterioro del suelo- afectan no solo a la Provincia sino a toda la Nación.

Esto ya lo había estudiado y publicado en el siglo XIX el naturalista e investigador Florentino Ameghino. Desde entonces fueron varias las propuestas de solución, planteadas desde las más diversas fuentes, privadas y oficiales. La realidad es que el problema aún subsiste y las consecuencias del mismo las siguen padeciendo productores, comerciantes, industriales, vecinos, trabajadores, transportistas, municipios…

Diversos son también los estudios efectuados través de más de casi un siglo y medio, y si bien se hicieron algunas obras, éstas fueron limitadas e insuficientes, dado que el problema subsiste en toda su magnitud. 

¿Cual es la causa de que no se haya podido dar solución a esta situación, cuando los informes de factibilidad de ingeniería hidráulica ya están hechos desde larga data con mucha solvencia profesional por ingenieros argentinos y extranjeros?

Todos sabemos que, dicho sintéticamente, la solución pasa por la canalización de toda la provincia con la creación de reservorios de agua para asegurar su provisión en tiempos de sequía y su contención y evacuación ordenada en épocas de lluvia.

El problema siempre ha sido y es en última instancia de orden económico: el costo de la obra, su financiamiento y su amortización.

Desde el punto de vista técnico-hidráulico, el tema escapa a nuestro conocimiento. pero en lo económico podemos quizás aportar algunas ideas.

 

Su solución

Nos avocaremos muy breve y esquemáticamente a este problema. En primer lugar se llama a licitación pública nacional e internacional para las obras de estudio hidráulico, estudio de factibilidad y realización. En conocimiento de costos y tiempos de realización, podremos desarrollar nuestro proyecto. Deberemos tener en cuenta dos variables. Una, la de las perdidas económicas que estos desastres causan. La otra, la de las obras hidráulicas a realizar para darle solución al problema, y es aquí donde debemos detenernos: cómo se financia, quién lo paga y cómo se paga. 

 

Cómo se financia

El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires emitirá un titulo a colocar en el Mercado Bursátil tanto nacional como internacional por el monto total de la obra, con aval de la Provincia y eventualmente de la Nación. Designará como administrador del mismo al Banco de la Provincia de Buenos Aires. Las condiciones de pago (tiempo de gracia, pago de intereses y amortización de capital) estarán dadas por los tiempos de construcción, finalización de la obra y plazos razonables de cancelación, y en función a la renta de la producción asegurada.

 

Quién lo paga

Los productores de todas las zonas afectadas en proporción a las hectáreas que posean, como así también los vecinos que se encuentran alcanzados por esa situación. A cada uno se le impondrá una cuota-impuesto para hacer frente a los pagos a realizar. Se incrementara el valor de la amortización cuanto mayor sea la cantidad de hectáreas en manos de un titular, siempre tomando como base una unidad productiva. Así se contempla  la situación de los pequeños productores mejorando las condiciones de pago o directamente eximiéndolos del mismo según la cantidad de hectáreas que posean.

 

Cómo se paga

El productor afectado comenzará a pagar las cuotas cuando la obra esté terminada; para ello deberá considerar que un porcentaje de la producción de su campo estará destinada al pago de este impuesto extraordinario por los tiempos que estén contemplados en el titulo. Es decir que el productor, si bien vera reducidas sus utilidades por un tiempo, estará asegurando su campo frente a estas catástrofes hídricas, lo que significa la certeza de la continuidad  de su producción normal.

Los vecinos, comercios e industrias de los pueblos y ciudades afectadas también tendrán un incremento temporal en sus impuestos, aunque en un monto muy inferior pero proporcional a los daños asegurados. En este caso los municipios podrían dar algunas facilidades o exenciones para aquellos vecinos de menos recursos.

Si el monto total de la obra se pagará con este impuesto extraordinario -pagarán sus beneficiarios directos- significa que la Provincia no aportará dinero y, en el caso de tener que hacerlo, sería un adelanto transitorio de fondos. En cambio, sí tendrá la responsabilidad de la instrumentación y efectivizacion de la obra y de asegurar el pago por parte de los productores y vecinos.

El titulo a emitir podría en parte ser tomado por los mismos actuales damnificados: productores, comerciantes y vecinos. Por otra parte, esto significará una buena oportunidad para invertir sus ahorros. Esta inversión tendría un doble beneficio: solucionar el problema causado por el tiempo y acceder a un instrumento de ahorro de segura renta y cobro. En estos casos, los tomadores de estos títulos serían deudores y acreedores a la vez, resultando así los mejores controladores de la gestión, construcción y finalización de las obras.

De esta forma estaríamos dando solución a un problema de una magnitud asombrosa sin costo para el Estado provincial ni nacional. Se asegura su realización dado que ésta no está condicionada a las contingencias financieras estatales pues los fondos están asegurados con la colocación del título en el mercado. Nos estaríamos asegurando equilibradas y permanentes cosechas anuales, dando seguridades a productores, tanto agrícolas como ganaderos, y evitaríamos daños materiales a vecinos, comerciantes e industriales y municipios.

Por ultimo los municipios, la Provincia y la Nación se asegurarán la continuidad y equilibrio en el cobro de sus impuestos. Tendremos más previsibilidad en cuanto al monto de nuestra producción agrícola ganadera. Pero fundamentalmente dejaríamos de sufrir estos desastres cuyas consecuencias todos pagamos.

Finalmente, un aspecto que también deberemos tomar en cuenta es que estaríamos colocando en el mercado de capitales un nuevo título sin duda apetecible para los inversores, como los que en épocas pasadas permitieron realizar múltiples emprendimientos de infraestructura, financiados por inversores privados, sin costo para el Estado y con beneficio para toda la comunidad.

Creemos que solo falta la decisión política de encarar esta empresa: pues bien, aquí está el desafío, ya que, como decía el General San Martín, “Para los hombres de coraje se han hecho las empresas”.