Llegó el momento de la verdad

Diego Lo Tártaro

La luna de miel del nuevo Gobierno está llegando apresuradamente a su fin; la realidad nos golpea con fuerza y los ánimos y los espíritus se encrespan y enturbian el pensamiento. Las lealtades en estas situaciones siempre son circunstanciales, efímeras e interesadas, prestas a abandonar el barco al menor atisbo de dificultades; los oportunistas están al acecho.

Se está dando una situación muy paradojal  que puede resultar altamente peligrosa. Estamos enfrentando la crisis con una alta inflación reprimida que están tratando de controlar con demasiado gradualismo. Por otra parte, están disminuyendo la emisión monetaria (correcto) y, paralelamente, subiendo las tasas de interés para retirar circulante con el fin de disminuir la inflación. Esto encarece el crédito y achica el consumo, dificulta el desenvolvimiento de las pymes. Consecuentemente, estamos reduciendo la generación de empleo, las economías regionales se hallan angustiadas por la realidad que dilata sus apremiantes necesidades.

También están tratando de sincerar las tarifas de los servicios públicos al quitar subsidios, pero esto también con un gradualismo que es discriminatorio, ya que grava por igual a los más necesitados y a los que más pueden. Ahora ya vienen las paritarias, con reclamos salariales muy difíciles de acordar. Los jubilados, librados a su suerte, ya que sus necesidades mínimas no son atendidas. Cuidado, estamos tratando de enfrentar la realidad dilatando la agonía.

Para lograr y armonizar todo esto hay que tener una muy espacial capacidad de equilibrio, sensibilidad y ecuanimidad. El Gobierno nacional debe ya dejar de ocultar la verdad sobre la herencia reciba y poner las cartas sobre la mesa e informarnos qué encontraron, quiénes son los responsables, llevarlos a la Justicia y bloquearles sus bienes. El justo castigo es el mejor ejemplo.

Aquí sí vale recordar a Winston Churchill, cuando, en el momento más dramático para Inglaterra, durante la Segunda Guerra, al dirigirse al pueblo inglés, les dijo que sólo podía ofrecerles sangre sudor y lágrimas, y así únicamente con la verdad afrontaron, con fortaleza, entereza, comprensión y valentía el temporal. Con toda honestidad intelectual decimos: “Todos somos responsables, todos debemos aportar nuestro conocimiento, trabajo y voluntad de colaborar”, en razón de todo esto reaccionemos, porque de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.