¿Cómo le entregó el kirchnerismo el poder a Macri?

Al concluir un camino que iba necesariamente a finalizar, el kirchnerismo le entregó la continuidad del manejo del Estado —y de la crisis que lo acosa— a los equipos comandados por Mauricio Macri, de Cambiemos —la alianza con Elisa Carrió y los radicales de Ernesto Sanz que se postuló como superación del centroderechista PRO. El uso del sintagma “le entregó” no tiene inocencia alguna, ya que dos años atrás no se podría haber avizorado la asunción de Macri al máximo poder del Estado. Sin embargo, el giro derechista a través de la presencia en el Gobierno k del desaparecedor César Milani, el represor Sergio Berni, los gobernadores feudalistas, el vicepresidente corrupto Amado Boudou, Aníbal Fernández, los acuerdos con Chevron, la devaluación kicillofista de 2014 y más lograron equiparar los programas de una y otra fracción, con el aditamento de que el grupo de Macri ofrecía “renovación” y cambio tras doce años de los Kirchner en el poder.

Por eso, el ímpetu de diferenciación que buscó Daniel Scioli los últimos diez días de campaña hizo que los militantes que habían declarado que lo votarían con un “broche en la nariz” el día previo a la elección señalaran que votaban a una versión rediviva de Ernesto “Che” Guevara, más o menos. La puesta en escena, sin embargo, no sirvió. Y se hubiera revelado como fachada más temprano que tarde. El programa de Gobierno de Macri y de Scioli eran similares en tanto el próximo Gobierno, ante el estado de bancarrota general y ante el hecho de que pasó el tiempo de realizar una “devaluación ordenada”, deberá (para organizar la crisis en función de los intereses sociales que defiende) devaluar, endeudarse y realizar un ajuste que afectará, principalmente, a las mayorías populares. Ese es el plan inmediato del Gobierno del presidente electo Mauricio Macri y el que hubiera aplicado —quizás más gradualmente— Scioli en caso de ganar. Continuar leyendo

Elogio del voto en blanco

En los últimos días párrafos escritos y charlatanerías políticas mediáticas han planteado que el voto en blanco sería funcional a uno de los dos contendientes del ballotage del próximo 22N. A uno de los dos candidatos que obtendrá la Presidencia de la nación en medio de una crisis no sólo política sino económica y de grado descomunal que promoverá que Mauricio Macri o Daniel Scioli realicen un ajuste que pesará sobre los hombros, las vidas y las existencias de las mayorías populares. El voto en blanco, dicen los comerciantes de la lengua política, sería favorable a alguno de ellos. Una estafa en toda la línea.

Una vulgarización del planteo del Frente de Izquierda y de los Trabajadores indica que para los “trotskistas” —o los izquierdistas en general— Macri o Scioli serían iguales. Una burrada atómica. Uno de ellos podrá ser más gradualista en su programa de ajuste y otro podrá plantear un camino inmediato de ajuste y endeudamiento. Pero ambos van hacia allí. Macri y Scioli devaluarán, se endeudarán y llevarán a las mayorías ciudadanas a una escala menor de sus condiciones de vida, porque están inmersos, ambos proyectos, en una crisis capitalista carácter mundial.

Tal crisis en nuestro país sólo podría ser resuelta a través de una reorganización de la economía que deje de beneficiar a los beneficiados de siempre y que intervenga positivamente sobre quienes producen la riqueza del país, es decir, los trabajadores —y no los empresarios, que hoy desde la Unión Industrial Argentina dicen abiertamente que tal o cual candidato del ballotage les viene igual: ambos devaluarán. Continuar leyendo

Ballotage, temblor político y después

De manera impensada, el fin de ciclo K cobra realidad de un modo dramático. Pero no sólo por la llegada al ballotage entre Daniel Scioli y Mauricio Macri, que nadie previó. Aníbal Fernández, un compadrito orillero, construyó la derrota del oficialismo en el principal distrito de la nación, la provincia de Buenos Aires. Fernández —uno de los responsables políticos de los crímenes del Puente Pueyrredón y de la liberación de la zona que permitió el asesinato de Mariano Ferreyra— fue derrotado por María Eugenia Vidal, futura gobernadora, que integra una fracción que se presenta como pospolítica y alejada de cualquier vicisitud ideológica o política relevante, más allá de la necesidad postulada de darle fin a la década kirchnerista.

¿Hay un giro a la derecha por parte de la sociedad argentina al votar de ese modo a Cambiemos, el partido de Macri y Vidal? Cambiemos, la alianza que postula a Macri, hizo una campaña que la presentaba como alejada de los ideologismos y sustentada en la necesidad de una renovación del personal político del Estado, a la vez que planteaba mantener los supuestos logros del kirchnerismo. En definitiva, no se trató de una candidatura de derecha para acabar con un movimiento popular ascendente, sino de una construcción del marketing político para posicionar unos candidatos desideologizados contra un supuesto kirchnerismo hiperideologizador. Continuar leyendo

Los tres relatos del ajuste y la izquierda

En Rashomon, el clásico de Akira Kurosawa, cuatro personajes dan sus versiones acerca de un asesinato. Todos los relatos difieren entre sí, aunque todos se refieren a un mismo hecho. En ese sentido, se podría decir que los principales candidatos para las elecciones de este domingo son unos candidatos rashomon: los tres (Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa) estructuran discursos diferentes para un hecho político que los unifica: el ajuste y la devaluación.

Hay quienes lo plantean más abiertamente, otros lo intentan ocultar —aunque en reuniones empresariales, el seminario de Idea, por ejemplo, lo admitan sin tapujos.

Como Scioli, el nuevo ídolo de los antiguos cristinistas de paladar negro. Si hacía unos pocos meses Scioli representaba a los intereses de la Embajada y el magnettismo, hoy es un supuesto exponente de lo nacional y popular que designa como futura ministra de Economía a Silvina Batakis —su muestra más concreta y profunda de progresismo es que va a alentar a su equipo a la cancha sola. Los kirchneristas quisieran ver a Scioli como parte de su fantasía de “patria latinoamericana” que habría sido fundada con los actuales presidentes del continente y celebran por ello su reunión con Dilma Rousseff, presidente de Brasil. Sin embargo, ese espejo es, tal vez, el más realista y el que los termine de despertar del relato somnífero K. Rousseff postuló como caballito de batalla de su campaña que debía ser votada porque si no era así, llegaría el ajuste realizado por la derecha. Sin embargo, el ajuste lo puso en marcha el oficialismo dirigido por Rousseff. “Devaluación, caída de los ingresos de la población, contracción del nivel de actividad, aumento del desempleo, deterioro de las cuentas fiscales y ahora también una rebaja en la calificación de riesgo crediticio. Brasil atraviesa una grave crisis económica cuyas derivaciones últimas resultan difíciles de prever”. Esta descripción no fue realizada por sectores destituyentes que atacan al “Gobierno popular” del vecino país, sino que se trata de un análisis económico publicado el último domingo en Página 12.

Miguel Bein, ministro de Economía “en las sombras” de Scioli, anunció una devaluación y un acuerdo con los fondos buitre —tal como había planteado el “presidente” de la liga de gobernadores, el ultramontano Juan Manuel Urtubey. Batakis, ministra del antiguo “clarinista” Scioli desde hace años, es la gran esperanza blanca de los cristinistas, cuando en realidad será el foquito de luz a cambiar cuando se decida el apagón de la devaluación. No sufrirán los actuales camporistas: su camaleónica capacidad de adaptación a las circunstancias los convertirá en los más férreos defensores del ajuste si llegara a ganar el antiguo motonauta acompañado por el ex —hace tanto tiempo ya— maoísta Carlos Zannini, más parecido en todo caso a Deng Xiaoping. Continuar leyendo

Elecciones: idus de marzo de los trabajadores

Los idus de marzo de los que la clase obrera debería prevenirse están llegando. Todo indica que el próximo período estará marcado por los tarifazos, la devaluación, ataques al salario y, en suma, una crisis económica de gran envergadura que querrá ser resuelta por el próximo Gobierno a través del ajuste. Ante este panorama, las elecciones presidenciales que se vienen adquieren gran importancia. Según el modo de votar de los trabajadores, se planteará una perspectiva política para el período.

Las variantes mayoritarias son favorables a que el ajuste sea pagado por los sectores laboriosos. Tanto los posibles Gobiernos de Daniel Scioli como de Mauricio Macri -o también Sergio Massa, que cada vez más se aleja del mote de “presidenciable”- serán los que implementen este plan de ajuste, obligatoriamente -y porque está en su naturaleza de Gobiernos de la clase social de los empresarios. ¿En qué estado se encuentran los trabajadores y cuáles son sus perspectivas? Ciertos episodios podrían dar un pantallazo de una semblanza en ese sentido. Continuar leyendo

Retrato con piano de la progresía

En referencia a una fotografía de tres campesinos alemanes con traje y bastón dirigiéndose hacia una fiesta a principios del siglo XX, el escritor John Berger señala: “Hay en esta imagen tanta información como en las páginas de un maestro de la descripción de la talla de Zola”. Quizás se pueda decir algo similar acerca de toda la información acumulada en la foto que da cuenta de la cena -y luego show íntimo- que compartieron el miércoles por la noche el cantante Fito Páez y los candidatos a gobernador y vicegobernador de la provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria Aníbal Fernández y Martín Sabatella. Una imagen de la decadencia, se podría agregar.

Fernández, Sabatella y sus parejas reposan los codos sobre la cola del piano en el que toca y canta Páez. Hay también una botella de vino y copas de vino y de champagne, un iphone, un cenicero. Los invitados al show de Páez hacen coros, el candidato a gobernador saca una foto con su celular. Todos están felices.

Aníbal Fernández tuvo responsabilidad en la masacre de Avellaneda ocurrida el 26 de junio de 2002, según denuncian los sobrevivientes, las organizaciones políticas y los familiares de las víctimas. Ese día, un operativo estatal se llevó adelante sobre una protesta piquetera que cortaba el puente Pueyrredón y, de manera planificada, se desató un operativo represivo que dejó decenas de heridos con balas de plomo, contusos y damnificados, y acabó con la vida de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados (que luego se llamaría Frente Popular Darío Santillán).

Fernández era secretario general de la Presidencia del Gobierno de Eduardo Duhalde y apenas producida la masacre fue el encargado de llamar a las agencias de noticias y las redacciones periodísticas para intentar instalar la versión de que los piqueteros se habían matado entre ellos. Con esta acción, el Gobierno de Duhalde intentaba cerrar el período de movilizaciones que se había abierto a fines de 2001 y que había terminado con el Gobierno de De la Rúa; trataba de instalar la paz social en medio de la devaluación a través de un giro derechista.

La movilización popular rechazando la represión y la muerte impidió el éxito de Duhalde y, por el contrario, lo obligó a anunciar el llamado a elecciones. Luego de la cacería que se había producido en el puente Pueyrredón y justificando la represión que se cobró vidas y dejó un tendal de heridos, Fernández declaraba ante la prensa: “Nosotros conocíamos desde hace 20 días que iba a suceder una cosa de estas características, porque nos habían hecho los comentarios y sabíamos que se iba a organizaba para el 22 y 23, en el estadio Gatica de Villa Domínico, una asamblea de piqueteros en la que se iban a discutir los cursos a seguir. En esa asamblea se habló de lucha armada; en esa asamblea se definió lo que ellos llaman un plan de lucha, que no es otra cosa que un cronograma de hostilidades”. Los familiares de Kosteki y Santillán demandan que sea juzgado para determinar sus responsabilidades políticas en la masacre.

Aníbal Fernández era el responsable de las fuerzas de seguridad cuando sicarios organizados por la dirección sindical ferroviaria, que revestía en el kirchnerismo, asesinó a los tiros al dirigente del Partido Obrero (PO) Mariano Ferreyra el 20 de octubre de 2010. Como consecuencia del ataque, la también militante del PO Elsa Rodríguez sufrió una herida de bala en la cabeza que le produjo consecuencias que aún hoy combate. Según determinó la Justicia, la policía liberó la zona para que los asesinos actuaran y por eso condenó a prisión a los responsables policiales del hecho. Sin embargo, apenas ocurrido el homicidio, Fernández salió a defender a sus subordinados. “La policía hizo lo que tenía que hacer”, afirmó en esa oportunidad. El fallo de la Justicia resignificaría esas palabras.

Aníbal Fernández es un típico barón del conurbano que, con una cultivada imagen de vivillo y el oficioso accionar de las mieles del kirchnerismo, quisiera inocularse las supuestas virtudes del progresismo. Sin embargo, no se debería olvidar que estuvo prófugo de la Justicia cuando fue denunciado por malversación de fondos mientras era intendente de Quilmes -muchos aseguran que se escapó del edificio comunal escondido en el baúl de un auto, cual si fuera un delincuente común. En la foto se lo ve acompañar, sonriente, la canción de Fito Páez.

Martín Sabatella se postulaba como la pata izquierda del proyecto kirchnerista. Ex militante del estalinista Partido Comunista Argentino, Sabatella fue intendente de Morón, municipio que llegó a gobernar bajo un discurso de renovación generacional y política. En 2011 escribía en su cuenta de Twitter: “La absolución de Menem le genera a Scioli tanta alegría como a nosotros bronca”. Y agregaba en un comunicado: “Para Scioli, Menem es quien le abrió las puertas de la política nacional y quien lo posicionó dentro del peronismo”. Otra vez en la red social de los 140 caracteres, escribía ese mismo año: “La gente puede cambiar, pero Amado Boudou es un alumno de la escuela ultraliberal del CEMA y Aníbal Fernández es un paso hacia el pejotismo”. Hoy es candidato a vicegobernador del pejotista Fernández y forma parte de las listas que postulan a Daniel Scioli como presidente.

Sin embargo, el tuit que fuera generado como un análisis crítico de Fernández puede leerse hoy como la claudicación de la progresía y su fracaso como proyecto político. Si Nuevo Encuentro, el partido de Sabatella, se formó en la oposición a los barones del conurbano, ya las elecciones pasadas conformó listas unitarias en el PJ del barón represivo Raúl Otacehé y hoy forma parte de esas mismas listas con inusitado entusiasmo. Si el proyecto progresista de UNEN fracasó en la dispersión y el disgregamiento, la pata progresista del proyecto K fue cooptada sin ambages por el conservadurismo esencial de esa opción política.

Rodolfo “Fito” Páez es un artista popular que manifiesta con el convite a los candidatos la adhesión de la progresía -encerrada en la jaula que ella misma construyó-, a lo más conservador del proyecto kirchnerista, expresado en un hombre dudoso, de responsabilidades presuntamente criminales y su lacayo de turno, acomodado al cargo de vice. Como varios otros artistas cooptados no solo por el canto de sirenas de las políticas simbólicas que bajan cuadros -y elevan a cargos de conducción militar a Milani-, también por profusos contratos estatales, Páez votará no únicamente por Fernández, sino también por Scioli, un hombre que hasta ayer era repudiado por los progres. Un repudio que sigue compartiendo con Fernández de parte de los sectores que no abandonan la coherencia de su pensamiento político. “A Aníbal lo seguiremos denunciando por ser tan hijo de su madre y ser responsable de la masacre de Avellaneda. Él es culpable y eso no va a cambiar por más que algunos bólidos lo defiendan”, escribió en la red social Facebook Vanina Kosteki, hermana del asesinado Darío, luego de que circulara la foto de Páez con Fernández y Sabatella.

Sin embargo, como señalaba Berger en su libro Mirar acerca de la foto de los campesinos alemanes, todo elemento de la imagen es significativo. No es menor que detrás de Páez, al fondo, se pueda ver, en el rellano de la puerta de la cocina, a dos empleadas domésticas uniformadas. Espectadoras y no parte de la fiesta. Convidadas de piedra a una celebración ajena. Parte del equipo de Páez para entretener -como hacían los bufones con el poder en el medioevo- a los nuevos detentores de los asuntos estatales, las empleadas domésticas expresan el mismo lugar que ocupó la clase trabajadora en estos años de kirchnerismo.

El sciolismo que no osa decir su nombre

Se ha dicho con frecuencia que el fin del ciclo kirchnerista implica un marcado giro a la derecha y que la llegada al poder de Scioli -o Macri o Massa- aseguran un regreso a la época menemista. Lo cierto es que tal caracterización es fruto de una dramatización que embellece al kirchnerismo y no asimila sus características principales: la “década ganada” es la expresión de una política conservadora que tuvo como objeto principal de su programa la precarización laboral para el beneficio de la clase social gobernante -que no es otra que la que gobernó, con otros ropajes quizás, durante el menemismo. Por lo tanto, el gobierno que asuma el próximo periodo continuará el actual “modelo” con las dosis de ajuste que necesita y lo harán pagar a los sectores populares y laboriosos. De esto se desprende que el sciolismo -que es la expresión política con mayores chances de ganar las elecciones- es también un kirchnerismo.

Tal vez por eso los militantes y simpatizantes del así llamado “modelo nacional y popular” deberían desdramatizar su narrativa de “traiciones” e “intrigas palaciegas” -y deberían dejar de citar burdamente a Nicolás Maquiavelo-, cuando más tarde o más temprano -es decir, Randazzo más, Randazzo menos- iban a terminar votando por el ex motonauta que acompañó con fervor las políticas de Carlos Menem -con el mismo fervor que la acompañaran Néstor Kirchner y Cristina Fernández durante los noventa. El pacto K que lleva a Carlos Zannini -quien, si se consideró a sí mismo un “revolucionario” alguna vez, sumergió su pasado en un cofre bajo siete llaves en lo más hondo del Pacífico- es la expresión del reaseguro en los estamentos del Estado de una camarilla que se aferra al poder y a los recursos estatales.

Un ajuste que ya mismo toma la forma de un pacto: el toma y daca de la lista unificada del kirchnerismo al Ejecutivo mediante la fórmula Scioli-Zannini estipula la connivencia para una salida de pago a los fondos buitre, la pax romana en el ámbito parlamentario durante los primeros cien días de un eventual gobierno de DOS y la libertad de acción a la hora de la designación del equipo económico presidencial. De todos modos, tanto si el ministro fuera el antaño izquierdista Axel Kicillof o el pro establishment Miguel Bein -el preferido del actual gobernador bonaerense- la tarea a llevar a cabo sería la de un ajuste que se descargue sobre los hombros de la clase trabajadora, en particular, y los sectores medios, en general. La confiscación salarial, mediante los techos en las paritarias menores a la inflación, llevada adelante en el último período por Kicillof -erróneamente mentado como “marxista”- es sólo un botón de muestra de lo que se podría venir. El ajuste, paradojal, consistiría en la confiscación nacional para poder pagar al campo financiero internacional -expresado en los fondos buitre- la deuda externa y así obtener entonces financiamiento internacional -más deuda- que permitiría afrontar la quiebra financiera de la Argentina. Debería recordarse que el pago de los BODEN 2015 dejará las reservas nacionales en los niveles más bajos del ciclo K.

Culmina de este modo el periodo más falaz de la historia reciente del país, que provocó que la progresía identificara como propio al gobierno que comenzó su derrotero con una confiscación brutal de los ingresos mediante la devaluación; que generalizó el trabajo precario y la subsistencia mediante los planes y la AUH como unos logros que deberían ser ponderados (y no caracterizados como lo que realmente son: parches que permiten la sobrevida a masas ingentes en todo el territorio nacional, una política de dádivas vergonzosas que deberían ser agradecidas por los súbditos); que entregó al capital internacional recursos nacionales y reservas; que enriqueció a la misma clase social que mantiene hoy todos sus privilegios y que construyó una camarilla aferrada a los fondos estatales como pulgas a sus presas que les permitieron enriquecerse personalmente sin que el rubor llegue a sus mejillas.

Si es cierto que algunos trasnochados caracterizan a la administración K como un “proyecto reformista” sólo se puede deber a la desorientación política o a la indolencia. La continuidad de este Gobierno bien se expresa en el futuro ajuste que intentará realizar Daniel Scioli. Los chicos K -y los grandes K, claro, esos representantes de la progresía ciega- no deberían tener problema en votar al ajustador Scioli, que es ni más ni menos uno de los suyos.

La humillación como una de las Bellas Artes K

“Uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le dará importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente”. Así describe Thomas de Quincey, con todo el poder del sarcasmo, al acostumbramiento que produce el crimen, a ese inusitado clima de irrealidad debido a que una costumbre falaz se convierte en norma. Tal vez algo así haya pasado por la cabeza de Florencio Randazzo durante los primeros minutos y horas desde que se enteró por medio de la televisión que ya no era más el hombre del kirchnerismo en carrera hacia el puesto presidencial en la disputa electoral de este año. Tal vez -en esos momentos arduos en los que atinó a amenazar con renunciar a su cargo como ministro para luego reunirse con la presidenta Cristina Fernández y el designado candidato a vicepresidente Carlos Zannini y después a retirarse a pensar- Randazzo haya recordado las admoniciones de aquellos que abandonaban el barco del poder K, que repetidamente aludían a un estado de humillación permanente por parte de sus capitanes presidenciales. Y se haya visto reflejado en un espejo. El del acostumbramiento a la humillación que describía De Quincey. Continuar leyendo

¿Qué PASO en la izquierda?

El Frente de Izquierda nació en oposición a las elecciones PASO, instauradas a partir de la última ley electoral y que imponen un sistema de internas abiertas en todos los partidos, a la vez que un piso poscriptivo que debe ser superado para poder tener un lugar en las elecciones generales.

A partir de la denuncia de este sistema electoral -ya que, para la izquierda, planteaba una injerencia del Estado en la vida interna de los partidos, a la vez que una proscripción antidemocrática- los partidos que componen actualmente el FIT se dieron a la exploración de una alianza que desarollara un programa común que, a la vez, les permitiera ir unidos a las elecciones de modo tal de aunar fuerzas en pos de la superación del piso de las primarias. Continuar leyendo

Salta, la troska: la izquierda ante una elección disruptiva

“Venga, acompáñeme a la bicicletería de a la vuelta, que con ellos en 2013 recorrimos el barrio llamando a votarlos a ustedes y ahora necesitamos materiales para volver a hacer la recorrida”, cuenta Pablo López -actual diputado nacional por el Frente de Izquierda y candidato a intendente del Partido Obrero en la ciudad de Salta- que le dijo una señora hace dos días en una visita a un barrio popular de la capital provincial. “Como nunca en una elección nos atacaron tanto desde los medios de comunicación y desde todas las facciones políticas, pero también como nunca vemos que se acercan sectores de la población a militar por nuestro voto”, dice López, que se caracteriza por su aspecto barbado, pelilargo y juvenil y la parsimonia de aquellos que no tienen drama en explicar cien veces su postura hasta que se entienda. Dentro de unos días participará de una elección de una gran importancia. Este domingo se desarrollarán las elecciones PASO en Salta. Una contienda sobre la que se posan los ojos de los analistas políticos no sólo por su relevancia nacional cuando las principales facciones en pugna expresan al kirchnerismo y al peronismo de derecha (par que podría replicar el status de la disputa de la elecciones generales de este año) sino también por el rol que tendrá la izquierda, expresada en la lista del Partido Obrero. Es decir, la elección podría ser una más de las muchas que se producirán este año, pero con un elemento “siniestro” -en el sentido desestabilizador que señalaba Sigmund Freud para la palabra y en su significado literal, ya que se sabe que el origen de la palabra va de la mano del concepto “izquierda”-.

“Me importa un carajo que me vea la patronal, nosotros vamos con el Partido Obrero”, cuenta Jorge Altamira que le dijo un obrero que, entusiasta, se le acercó a expresar su apoyo a la salida del horario laboral en el Ingenio El Tabacal, en el interior provincial. Mauricio Macri, Sergio Massa y Daniel Scioli se hicieron presentes estos días en la provincia del norte con el fin de reafirmar la tentativa de nacionalización de las elecciones. Pero también se hizo presente el candidato a presidente del Frente de Izquierda Altamira para ayudar a desmantelar esta operación. Frente a la disputa entre dos fracciones del régimen oligárquico que gobierna Salta desde hace décadas, la lista del PO se presenta como el factor disruptivo, que rompe la previsibilidad del ejercicio electoral. “Creemos que hemos quebrado el intento de polarización al menos en la capital de Salta y que por eso Pablo López estará disputando el segundo lugar en la votación a intendente”, explica Altamira. En Salta, las PASO dirimen internas sangrientas entre los partidos tradicionales. Por caso, las listas que llevan la candidatura de Urtubey a la reelección suman más de 50. El mapa político de las PASO salteñas podría resultar macondiano, inverosímil. Libres del Sur -la agrupación que hace unos años fuera guevarista y que tiene como referentes a Victoria Donda y Humberto Tumini- apoya en la provincia al kirchnerista Urtubey, hombre de silicio y Opus Dei y miembro de una casta oligárquica tradicional desde hace siglos. Por el contrario, el Movimiento Evita -que se postula como la izquierda kirchnerista- apoya al tándem Juan Carlos Romero como gobernador, Alfredo Olmedo como vice, una expresión de la más rancia derecha reaccionaria, alianza del PJ con el PRO. “Superar las PASO con una votación que quiebre la polarización nos llevará a un escenario distinto para las generales de mayo”, indica Altamira. En 2013, en la capital salteña el PO obtuvo en las PASO un 16% de los votos. Luego dio el cimbronazo y sacó el 29%, casi duplicando su elección.

“El partido ha crecido exponencialmente”, dice Claudio del Pla, candidato a gobernador por el PO. El referente indiscutido del trotskismo en la provincia explica que el voto al PO expresa la elección por una alternativa al régimen oligárquico que disputan las dos facciones mayoritarias. “Por eso esta campaña fue la más dura en cuanto a los ataques de todos lados: nos identifican como la alternativa de transformación y nos atacan para obturar esa perspectiva”, especula Del Pla. “Es importante el salto cualitativo de esa campaña contra el Partido Obrero -explica Altamira-. Dicen todo el tiempo: ‘Ellos no pueden gobernar’. Pero esa postulación implica que se está discutiendo la posibilidad de gobierno del PO. Que se discuta en la población salteña cómo podríamos gobernar fácticamente nosotros es un hecho revolucionario”.

“No, no son actores, son testimonios reales de la gente que nos votó”, contesta Pablo López. Los spots de campaña que se vieron en la televisión salteña muestran -además de un spot animado en el que se postula: ‘con el Partido Obrero, el pueblo llega al poder’- a jóvenes estudiantes, señoras en la puerta de sus casas, mujeres trabajadoras, un hombre en su moto, testimonios de los votantes del trotskismo en la ciudad de Salta. “Con vos, podemos”, es el slogan de la campaña, que remite al “Sí, podemos”, de Barack Obama en su primera elección triunfante. “Las encuestas nos ubican disputando el segundo lugar en la elección a la intendencia -dice López-. En las recorridas por los barrios, por las fábricas, en las universidades se percibe esa tendencia. Un sector muy importante se plantea cambiar el régimen político que ha gobernado las últimas décadas, un régimen privatizador de los servicios municipales y al servicio de los sojeros, los dueños de las petroleras y las mineras. La población ha visto nuestro programa y un sector muy fuerte apuesta a eso”. El domingo hay elecciones en Salta. La izquierda espera superar las PASO con una buena performance y entonces luego ir con todo para que en las elecciones generales se vuelva a popularizar el mote que les quedó impreso desde 2013. Para que vuelva a estar en boca de todos una sencilla pero significativa frase: “Salta, la troska”.