Jujuy: prisión para mujeres por un aborto

El edificio que alberga las leyes argentinas está construido con ladrillos de opresión. Este concepto es experimentado ahora mismo por tres mujeres jujeñas, oriundas de la localidad de Calilegua, presas en una comisaría de la capital provincial por haber realizado un aborto. Los hechos remiten al caso de Romina Tejerina, quien permaneció nueve años presa en la misma provincia debido a la carencia del derecho al aborto legal en la Argentina y, por el contrario, la criminalización de tal práctica.

Susana D., una mujer de 37 años cuyo apellido preserva el secreto de sumario, concurrió a una posta sanitaria en su norteño pueblo debido a fuertes dolores abdominales, pero ante la gravedad de su estado, los médicos decidieron trasladarla al hospital Oscar Arias, de Libertador General San Martín. Allí, la ginecóloga que la atendió constató un cuadro de septicemia aguda que podía haber sido provocado por la realización de un aborto en condiciones precarias.

La profesional llamó entonces a la policía, que dio parte a la Justicia. La fiscal Silvia del Valle Farral tomó cartas en el asunto y decidió poner custodia en la puerta del cuarto. Apenas estabilizado su estado de salud, Susana D. fue trasladada a una dependencia policial, donde se quebró y confesó entre llantos que se había realizado un aborto con la ayuda de dos amigas, que el embarazo era fruto de una violación y que le habían dado sepultura a los restos del feto en el cementerio de Calilegua. La fiscal Del Valle Farral ordenó la detención de las otras dos mujeres, María C. y María G., y las acusó por “homicidio”. En el caso de Susana D., la acusación es de “homicidio agravado por el vínculo”, que podría ser penado hasta con prisión perpetua. Las tres mujeres permanecen encerradas en una celda de la comisaría 24 del Barrio Ledesma.

El caso muestra, una vez más, el sometimiento sobre las mujeres que comete el aparato legislativo y represivo del Estado. Sólo en la provincia de Jujuy se atiende diariamente a seis mujeres en los hospitales por abortos clandestinos mal realizados. En abril de este año, una joven de 19 años falleció en el hospital Pablo Soria de San Salvador debido a las consecuencias de una intervención quirúrgica mal realizada. Las complicaciones por aborto constituyen la principal causa de muertes maternas en la Argentina y, según cifras oficiales, las mujeres fallecidas por esta causa alcanzan a 100 por año, aunque otros estudios elevan esa cifra. Una guía editada por el ministerio de Salud de la Nación cita el estudio de las doctoras Silvia Mario y Edith Pantelides que estima que se realizan 460 mil abortos clandestinos por año en el país.

La magnitud del problema plantea no sólo la inutilidad de la prohibición del aborto, sino el rol criminal del Estado, que al obligar a las mujeres que determinan realizarlo a hacerlo en condiciones clandestinas, plantea diferencias definitorias de acuerdo a su rol de clase. Los abortos realizados en clínicas o consultorios ginecológicos con condiciones seguras cuestan entre 20 mil y 35 mil pesos. Cifras imposibles para las mujeres de los sectores populares que recurren a los métodos más precarios para ejercer el derecho a decidir sobre sus cuerpos.

El aparato del Estado impide ese derecho a las mujeres. La Iglesia católica, sostenida por el Estado, es un agente activo de esta posición. Y su influencia es enorme y fatídica. La misma presidenta Cristina Fernández se opone ferréamente al aborto. La oposición de derecha -y la de centroizquierda encabezada por la clerical Elisa Carrió- también. Un signo de la hipocresía generalizada, porque las amigas con las que la Presidente y Carrió toman el té pueden realizarse abortos en clínicas asépticas. No así la mayoría de la población femenina, que no sólo se ve enfrentada a consecuencias físicas de diverso tipo por someterse a estas intervenciones clandestinas, sino también a la muerte. Sólo la izquierda apoya firmemente el reclamo de la legalización del aborto. Incluso algunos sectores del oficialismo y de la oposición de centroizquierda también lo harían, pero prefieren la cautela a los principios.

Hay tres mujeres presas -tres mujeres, como toda mujer perseguida por abortar, pertenecientes a los sectores postergados de la población- encerradas en una celda, porque una de ellas -Susana D- decidió legítimamente sobre su cuerpo y sobre su vida que no podía traer y sostener un nuevo hijo en este mundo. Este es su crimen, para la ley argentina. Esta es la triste postal de nuestra era.

Una fauna repetida

Los niños pueden encontrar un placer indecible en la repetición. Se puede observar en la realización incesante de un sonido cuando están formándose en el habla o en la observación de una acción que piden se realice una y otra vez y, más tarde, en la capacidad de solicitar el mismo cuento sin importar que ya les haya sido leído una cantidad de veces cercana al infinito. Es cierto que no les importa conocer de antemano cuál es el final. Quizás se pueda señalar una similitud en cierto sector de la política argentina que insiste una y otra vez en la constitución de proyectos ya probados, repetidos, y culminados en fracasos estrepitosos. Tal es el caso de la coalición Frente Amplio-UNEN, de reciente debut en un teatro de la calle Corrientes.

El experimento remite directamente a la historia de la Alianza, de trágica culminación, no sólo por reaparición de los personajes y partidos que integraron uno y otro frente, sino porque ambas fuerzas se asemejan mucho en su espíritu. Después de la nefasta década menemista, los sectores de la progresía decidieron que había que conformar una coalición lo más amplia posible para evitar la continuidad de aquel peronismo que había arruinado al país. Así las cosas, se unieron los centroizquierdistas del Frente Grande -que ya habían mutado en el Frepaso- con los representantes del centenario partido radical, que finalmente se hizo -elecciones internas mediante- con la candidatura presidencial en la figura de Fernando de La Rúa. En medio de la crisis, esta coalición ganó las elecciones. Pero no sólo no detuvo la crisis, sino que la profundizó -valga recordar que la primera acción de gobierno de la Alianza fue la represión de la Gendarmería en el puente de Corrientes, que valió dos muertos-. Los dos años del gobierno de la Alianza estuvieron signados por la corrupción -producida desde el Ejecutivo mismo para imponer una reforma laboral contra los derechos de la clase trabajadora, conocida popularmente como el “caso Banelco”-; el ajuste -se debe recordar la quita salarial del 13% impuesta por el breve ministro Ricardo López Murphy-; la esterilidad política -marcada por el regreso del menemista Cavallo a la esfera ministerial, que incautó los ahorros bancarios de la clase media- y la represión. Ante las manifestaciones populares contra la gigantesca desocupación, el ajuste, el hambre y el desdichado proyecto político, el entonces presidente De la Rua declaró el Estado de Sitio. Nadie lo acató. Se produjo entonces el Argentinazo: la más grande rebelión de la historia reciente protagonizada por centenares de miles de personas en todo el país unidos bajo la consigna “Que se vayan todos”. (Es necesario señalar también, que desde la oscuridad de la política y de las intendencias se impulsó una política desestabilizante, sin embargo, la genuina irrupción de masas aquellos 19 y 20 de diciembre de 2001 fue el factor central de aquel momento político). De la Rua cayó. Antes de firmar la renuncia e irse de la Casa Rosada en helicóptero, su política represiva costó la vida de 35 manifestantes en toda la nación.

Muchos de los protagonistas de tal tragedia política se reconvirtieron al kirchnerismo, tal es el caso de Nilda Garré, de Juan Manuel Abal Medina, Carlos “Chacho” Álvarez, Eugenio Zaffaroni, Juan Pablo Cafiero, Adriana Puigross, Aníbal Ibarra, entre muchos otros. Una considerable cantidad de aliancistas es parte hoy del Frente Amplio Unen, cuya columna vertebral es el partido radical. FAUNEN es definido, a veces, como la oposición progresista al gobierno K -pese a que, repetimos, la UCR lo integre-, otras veces quisiera ser mencionado como una opción republicana al populismo kirchnerista. Allí estriban desde la incierta Elisa “Lilita” Carrió -quien, a horas de fundada la coalición, admitió que ella no votaría a varios de sus miembros-; el insistente cineasta Fernando “Pino” Solanas; el ex kirchnerista Julio Cobos -que fuera vicepresidente de Cristina Fernández (cuyos partidarios suelen denominarlo con el mote de “traidor”)-; los ex guevaristas y ex kirchneristas de Libres del Sur -cuya figura sobresaliente es Viki Donda, una combativa y joven diputada, hija de desaparecidos y de gran simpatía-, el tradicional boina blanca Ernesto Sanz y el diputado socialista Hermes Binner, de dudoso carisma y de certera política pro sojera en su provincia, Santa Fe. También anidan allí los liberales Martín Lousteau y Alfonso Prat Gay, Margarita Stolbizer del partido GEN y Luis Juez y Norma Morandini, del Frente Cívico de Córdoba, entre otros.

La coalición carece de programa. Por caso, Libres del Sur y Pino Solanas apoyan al chavismo venezolano mientras que Lila -como se la conoce divertida y cariñosamente- y gran parte del frente hubieran votado a Capriles. Viki Donda milita por el derecho al aborto mientras que Carrió lo repele y Hermes Binner plantea que es un asunto “muy complejo” -su falta de definición, debe decirse, avergonzaría a la precursora Alicia Moreau de Justo-. Ernesto Sanz se opuso al paro del 10 de abril, mientras que un sector de Libres del Sur integró sus piquetes. Y así.

Ante el ajuste kirchnerista y su evidente fin de ciclo, cierto sector de la sociedad querría garantizar su reemplazo por fuera de alternativas peronistas y por eso apoya a FAUNEN. En la propia coalición existen sectores que quisieran sellar un acuerdo con el derechista PRO para ampliar su campo de referencia. Sin embargo, ante la crisis económica y política y ante la ortodoxia fondomonetarista de los K, lo menos que se necesita es una alternativa desesperada. Faltan eternidades -de acuerdo a los tiempos políticos de la Argentina- para las elecciones de 2015, pero debe señalarse que la desorientación programática marca el sino de FAUNEN y que su existencia sólo puede caracterizarse por el ánimo de buscar una alternativa desesperada a este gobierno. Quizás sea inapropiado repetir dos frases que sobrevolaron la fundación de FAUNEN en el imaginario de un sector de nuestra sociedad. A riesgo de ello, permítaseme citar a Jorge Luis Borges en su verso: “No los une el amor, sino el espanto”. Y a Carlos Marx en su conocida sentencia: “La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa”. Abusaré del lector al añadir que es pertinente la mención a Marx, ya que será su legado y la acción política de sus seguidores la que pueda definir una alternativa al calamitoso estado de las cosas de esta nación tan querida y tan tremenda..

Spots de campaña: PASO a la izquierda

Con la salida al aire de los spots de campaña, ha empezado la campaña electoral recargada. Bueno, quizás se deba hacer una aclaración, ya que la configuración de nuestra sociedad plantea una singularidad respecto a otras sociedades: el cronista Jon Lee Anderson señaló alguna vez que la Argentina e Irán son las naciones en las que la política es el tópico más recurrente en la vida cotidiana (debe advertirse que Anderson es un viajero de cinco continentes). Por lo tanto, los periodos electorales -que en toda sociedad incrementan la discusión acerca de la política- en nuestro país deberían llevar ese debate a niveles siderales.

El instante en el que la televisión empieza a mostrar los spots electorales de todos los partidos da comienzo al período en el que los argentinos, cual hombres lobo, se convierten en animales políticos por naturaleza hasta el día de las elecciones.

Esta campaña, tal acontecimiento sucedió el lunes 22 de julio de 2013, desde temprano por la mañana. El año electoral, en el que se renovarán las cámaras legislativas, empezó cuando la voz de algún locutor dijo: “Espacio cedido por la Junta Electoral”. Luego, los programas, los proyectos, los partidos en producciones de 36 segundos.

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