Syriza y la traición de la progresía

“Tengo casi 58 años de militancia y nunca he visto una traición tan profunda a un pueblo entero”. Esas fueron las palabras que pronunció el académico izquierdista estadounidense James Petras -un sociólogo que siempre intentó ligar su actividad académica y de divulgación a las luchas antiimperialistas alrededor del mundo- cuando evaluó la firma del pacto entre Alexis Tsipras, primer ministro griego elegido por el partido Syriza y el eurogrupo, uno de los sostenes de la Troika. Tsipras acababa de doblegarse y rubricar un acuerdo que plantea un ajuste brutal sobre las masas griegas, que incluye la privatización de sus puertos y sus centrales eléctricas -proceso de privatización supervisado por un ente supranacional-, el congelamiento de las pensiones hasta 2021, la reforma de los convenios colectivos de trabajo y el aumento del IVA, que es, como sabe todo el mundo, un impuesto regresivo. Todo este paquete de rango colonial se produjo para que Grecia intente pagar una deuda impagable con los organismos bancarios europeos. De ese modo, el líder del aparentemente progresista partido Syriza, Alexis Tsipras -que acababa de refrendar la negativa del pueblo griego al ajuste mediante un referendo demoledor-, traicionaba ese mandato y entregaba a Grecia de pies y manos a la Troika.

Había sido una rebelión popular. El plebiscito que preguntaba si debía aceptarse el ajuste promovido por el establishment europeo había sido taxativo: un 62 % se había pronunciado por el “no”, por el “oxi”, tal como figuraba en las boletas impresas en lengua griega. Se había tratado de una dura batalla de clases: los partidos de derecha y los sectores privilegiados del país heleno habían hecho campaña por el “sí”. Y perdieron. La rebelión popular expresada en las urnas había vencido. Luego Tsipras traicionó, pero no para rescatar a Grecia de la crisis, sino para rescatar al capital europeo de la crisis griega, que es tan solo una expresión de la crisis capitalista mundial más general. Continuar leyendo